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El ángel vigía y la arquitectura de la mentira

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Más sobre Charly, Pablo Ramos y las Jornadas K
Un programa para descargar (6/11/11)


El domingo pasado dedicamos el programa a analizar desde distintas perspectivas el retorno de Charly García a los escenarios, en el ciclo que aún continúa en el Gran Rex (hoy a la noche hay una nueva función). La controversia se disparó a partir de un comentario muy desfavorable que subió el escritor Pablo Ramos en su blog La arquitectura de la mentira (el texto se titula "Lágrimas para un Charly formal y cortés"). Y varios miembros de nuestro staff no están para nada de acuerdo con esa opinión: Escuchamos varias canciones tomada de diversas noches de este ciclo, donde puede escucharse el desempeño de García sino también las reacciones del público y las contrastamos con algunas crónicas periodístcas más.

Todo muy lindo. Y para analizar cómo se puede pensar artísticamente los vaivenes existenciales de Charly. Pasen y escuchen.

Además, hicimos una entrevista múltiple a varios de los participantes de las últimas Jornadas Iberoamericanas Kierkegaard: Elisabete de Souza (Portugal, "Harold Bloom y Kierkegaard"), Matías Tapia Wende (Chile, "Un alcance kierkergaardiano en la filosofía de Martín Heidegger"), Nassim Bravo Jordán (México, "El Sócrates de Heegel y el de Kierkegaard"); aparte de las locales María José Binetti (que presentó el primer tomo de su traducción de los Diarios de Kierkegaard, inéditos hasta ahora en castellano) y Ana Fioravanti ("Kierkegaard y la religión, Simone Weil y Raymond Panikkar").

Además escuchamos un temita muy lindo de una banda casi desconocida, Slowdive.

Siguiendo este link, se puede descargar el programa:


Lo que hay en Mar del Plata. Impresiones.

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Guilty of romance

por José Miccio

La programación del festival de Mar del Plata de este año es en verdad atractiva. Están presentes las últimas películas de Chantal Akerman, Alexander Sokurov, Jafar Panahi, Sono Sion, Bernard Bonello, Johnnie To, Nuri Blige Ceylan, Arturo Ripstein, Ross McElwee y Frederick Wiseman. Hay una retrospectiva de Luis García Berlanga con copias recientemente restauradas. Hay un foco dedicado a Joe Dante. Hay una copia resplandeciente de Tratado de la baba y la eternidad, el manifiesto letrista que filmó Isidore Isou en 1951. Hay varias películas latinoamericanas de interés. Hay cine de trasnoche.

Lo que hay también, lamentablemente, son algunas proyecciones en verdad mediocres. Por alguna razón, en ciertos cines el DCP se ve mal (siempre y cuando sea DCP lo que se proyecta). Una película tan buena como Guilty of romance de Sono Sion pierde parte de su brío al sufrir la indefinición de los colores y la reducción del cuadro; una película extraordinaria como La follie Almayer de Chantal Ackerman se goza especialmente al sentir que su forma original es respetada; por la misma razón, una película tan mediocre como Un été brûlant de Philippe Garrel comunica perfectamente su desidia. Según parece, estamos en un periodo de transición, con el 35mm en retirada. Pero un festival como el de Mar del Plata no se puede permitir un estándar de calidad tan inestable.

Además de contar con películas destacadas, el festival tiene también una zona media, en apariencia amable, compuesta por un cine burocrático y cazafondos de promoción internacional. Es un cine que al comienzo no molesta pero que con el correr de los días roe lentamente el ánimo. Es el mundo aciago de la corrección. Sin las grandes películas y sin las películas fallidas pero vitales el festival sería un tormento de títulos que merecen comentarios como “está bien”, “se deja ver”, “zafa” o –horror de horrores – “es prolija”.

 La vida de los peces

El ejemplo más depurado de esta carcoma es La vida de los peces, del chileno Matías Bize. Un hombre de 33 años reencuentra viejos amigos y vieja novia en una fiesta de cumpleaños. Apenas comienza la película anuncia que debe irse; la hora y veinte que dura el film es el tiempo que demora en retirarse. Anda por las habitaciones de la casa como por un laberinto de la memoria. Dobla acá y aparece la historia de su amigo muerto; entra allá y aparecen los hijos de un amigo vivo; se queda un rato en la habitación de los peces y aparece el amor roto que todavía pesa (luego aparece también la última posibilidad de recomponerlo). La película juega una carta importante en su final. Pretende que sea emocionante, que resuma una idea sobre la responsabilidad y el amor, que exhiba una elegancia. No lo consigue. O lo consigue a cambio de abandonarse a un par de convenciones mundialmente requeridas. Bize reproduce con esmero costumbres seguras: el dolor emocional burgués, la atenuación, las medias tintas, la música indie, las actuaciones generosas en miradas perdidas e inclinaciones de cabeza. Las luces de los ambientes y la pecera le permiten, además, estilizar los planos, mancharlos serenamente de colores, tal como muestra la gráfica publicitaria. Se dice en algunos infiernos que esto se llama estilo.

No tan atildada, Graba, la nueva película de Sergio Mazza, se pierde en su esforzada fotografía, en su música de cámara, en la ajustada actuación de Belén Blanco. Graba comparte con Gallero -su película anterior-  su imagen refinada, pero se libera de la influencia atroz de Raygadas. En este sentido, es un paso adelante. Pero un paso demasiado pequeño. Todo el interés que anunciaba El amarillo –la primera, desordenada, sensible película de Mazza– se ha convertido en un oficio pobre. La París de Graba no es la de las postales turísticas, las escenas de sexo son sagaces, el final respeta el código básico de la elegancia, hay un momento muy bueno en la oficina de Inmigración donde el personaje de Blanco tramita sus papeles y atinados apuntes sobre la vida laboral de una extranjera. Hay también una segunda parte muy desdichada, cuyo drama se concentra en un largo parlamento sobre el aborto. Pero el problema no es de partes sino de fondo. El cine de Mazza tenía interés cuando la cámara le quemaba las manos. Ahora filma bien.

Con Un été brûlant, Philippe Garrel hace lo que algunos llaman su propia El desprecio. Mientras tanto, su hijo Louis continúa su devenir Léaud, un camino que parece irreversible desde Las canciones de amor. La película cuenta en un largo flashback los motivos del suicidio de su protagonista. En principio, se trata de la infidelidad de su mujer. Pero en una dimensión más profunda, se trata del hastío vital. Todo el teatro de las pasiones y su ausencia se desarrolla en Italia, durante la estación que el título menciona. Se reúnen ahí dos parejas. Una es la del pintor Garrel (que –se subraya-no necesita vender sus cuadros) y la exitosa actriz Monica Belluci; la otra es la de de dos extras de cine. La narración en off -a cargo del varón de la segunda pareja– permite el contraste: él es comunista, trabajador del cine y pobre; Garrel es descreído, Bellucci estrella y ambos ricos.

Las preocupaciones políticas de Garrel se reducen a la nostalgia por los tiempos de la insurrección juvenil, romántica e imposible. Un été brûlant Incluye una puteada contra Sarkozy, una conversación sobre la idea revolucionaria, otra sobre padres y abuelos que formaron parte de la Resistencia y la lectura de una nota periodística que hace referencia a la política antiinmigratoria de Italia. Todo es fondo, indolencia; y lo mismo ocurre con las visitas de Bellucci a la iglesia.

Hay una línea de diálogo tan boba como “Tiró la Biblia religiosamente”. Hay algo triste y falso en esta película: el aprovechamiento espurio de una tradición importante y un nombre propio de peso. Hay un cine burgués que describe la tristeza de los ricos y redime a los pobres como pobres al darles un hijo y la reconciliación con su vida.

Two years at the sea

Pero afortunadamente hay en Mar del Plata más que chamuyo y decepciones.

Dentro de la sección Estados alterados hay un foco dedicado al director inglés Ben Rivers. Two years at the sea, su único largometraje, es (en principio) un documental, en blanco y negro y sin palabras, sobre un ermitaño de apariencia hippie, tal vez una reliquia de los años de acuario. El título es misterioso: el agua que se ve es de lluvia y de lago, y el tiempo que la película cubre no parece tan extenso. Nuestro personaje vive en un bosque; apenas un gato negro lo acompaña. Con paciencia y planos largos, el director muestra su cotidianidad. Bañarse, hacer leña, leer son acciones comunes; el modo en que se relacionan entre sí en esta ocasión es extraordinario. En este punto, el documental cumple la tarea de permitirnos conocer un modo de vida insólito; lo consigue porque encuentra planos adecuados y porque hace lo posible por mantener una distancia prudente. No es fácil desear esa vida. A la vez, es imposible condenarla. La sala no es un tribunal.

Sin embargo, la perplejidad no basta: aún las películas de baja codificación se reciben según los códigos disponibles (de los cuales el más importante es la existencia de obras de baja codificación). Como se sabe, la terquedad en señalar que hay algo que no se dice es el mejor modo de llamar la atención sobre su importancia. En este caso, tanta elisión de datos sobre la vida de este hombre pone en primer plano el tema de su biografía. Nada, pero nada de nada, sabemos de su historia. Algunas fotos que se distribuyen rítmicamente en la película habilitan inferencias débiles; aparecen como si fueran falsos preparativos para el testimonio oral que nunca llega. En una vemos a dos niños. Podemos pensar: son los hijos y el hombre los abandonó, o murieron y por eso decidió aislarse, o es él cuando chico, con una hermana o una amiga. Las fotos –el hecho de que las guarde, principalmente- dicen que existe una biografía, y que la película podría incluirla; la falta de información firme, que no es eso lo que importa.

El problema es que frente a tanta opacidad no se sabe bien qué es entonces lo que importa. ¿Será el bosque?

Películas como esta corren siempre el riesgo de reducirse a un canto más o menos indolente de la vida retirada; el plano que muestra al hombre leyendo bajo un árbol o aquel otro que lo muestra escribiendo en su cabaña bien podrían ser emblemas de esta ideología. Estaríamos así frente a un Walden, frente a un filósofo anónimo en su propia Selva Negra, frente a una vida verdadera. No queda del todo claro que sea efectivamente así, aunque hay elementos que permiten seguir este camino. ¿Bajo qué condiciones podemos considerar la vida que vemos en la pantalla, y que asumimos como real, como una vida en armonía con la naturaleza? Hay que decir primero: no se vive en el bosque sin vivir también contra el bosque. La notable fotografía no puede engañarnos; el barro y la nieve no son adornos. Algunos momentos, sin embargo, llevan hacia la idea de comunión. En uno, el ermitaño pone un disco de música india –reprocesada por occidente– y hace leña mientras escucha gracias al parlante que cuelga de la pared exterior de su casa. Enseguida, cocina. En otra ocasión, vemos cómo corre el agua de lluvia por un ingenioso mecanismo humano; el plano siguiente muestra cómo corre por los árboles del bosque. La analogía certifica una continuidad sin agresiones entre naturaleza y cultura, menos un dominio que una convivencia justa. Un último ejemplo. La escena más curiosa de la película muestra cómo el hombre hace una balsa con elementos de su cabaña. Al comienzo la balsa parece un útil para cruzar al otro lado del lago; pero es en realidad un divertimento. Flotar porque sí, dormir sobre el agua. El esfuerzo de los remos y la dirección no era tal: buscaba el momento para abandonarse.

¿Hasta qué punto es posible retirarse del mundo? Decimos con frecuencia que estamos irremediablemente solos; puede ocurrir que no lo estemos nunca, y que lo irremediable sea eso. En este sentido, falta un plano en Two years at the sea. Las dos camionetas, las herramientas, los cuadernos donde escribe vienen de la vida que el protagonista niega; es curioso que el director evite mostrar el modo en que consigue los bienes que vemos y aquellos, complementarios, que le permiten usarlos, así como es curioso que se niegue a informar sobre las condiciones de ocupación del bosque. Lo que falta es el plano del dinero. Sin él es fácil gozar de la hermosura del lugar, cantar himnos a la naturaleza, entregarse a la contemplación.

Guilty of romance es una película poderosa. La historia está planteada como policial, desarrollada como melodrama y musicalizada como film de horror. Es todo eso. Una mujer de treinta años, casada con un escritor famoso, cumple todos los requisitos de la mujer sometida. Se queda en casa, cocina, cuida la posición de las chancletas. No duerme, eso sí. Un día empieza un diario íntimo; pronto consigue trabajo en un supermercado como promotora de salchichas, filma pornografía, se hace prostituta. Sono Sion filma con lentitud pero sin monotonía el movimiento de las pulsiones. Es en verdad apremiante el modo en que existe el sexo en el film: donde hay amor no se coge, donde se coge se cobra. Guilty of romance no hace caso de jerarquías culturales y mezcla referencia a El castillo de Kafka con una gran humorada: a medida que la historia avanza el tamaño de las salchichas crece.

Hay un plano notable que muestra a la protagonista meando frente a dos chicos. Hay una vieja impagable.

La folie Almayer

Hasta el momento, la nueva película de Chantal Akerman, La folie Almayer, es la joya del festival (cabe consignar que no parece haber generado más entusiasmo que este). Se trata de una adaptación de la primera novela de Conrad, y es sencillo encontrar en ella los motivos del escritor polaco-inglés. Como era de esperar, la visión sobre el imperialismo no permanece dentro de los límites de la contradicción amarga que caracteriza la obra de Conrad (en este sentido, Apocalipsis Now es más fiel al escritor). Nina es mestiza, hija de europeo y nativa. Su padre, el Almayer del título, busca oro desde hace años. Es uno de esos personajes que permanecen a la espera de algo que todos saben que no llegará nunca. Por intervención de su socio o jefe, envía a Nina a un internado para que aprenda la cultura europea; el latín y el Padre Nuestro.

En una escena, Almayer se queja de los cantos de sus remeros: “Chopin, Debussy… No este ruido”. En otra, un nativo habla de “sacar a Nina de los blancos”. La historia de la hija es la de esta tensión.

No hay nadie que haya filmado la selva de esta manera, excepto el Herzog de Aguirre. Su agresividad se nota en los obstáculos que impone al avance de caminantes y botes, en el modo en que toma posesión de la casa cuando su dueño se descuida. La gran novela de José Eustacio Rivera, La vorágine, concluye con una exclamación: “¡Los devoró la selva!” Los travellings de Akerman anuncian lo mismo. Una y otra vez la cámara se mueve por espacios que parecen simultáneamente infinitos y minúsculos; el riesgo de un naufragio no requiere de más agua que la que se necesita para formar un charco.

El plano de ese charco es increíble.

Además de una película sobre la selva y el imperialismo y sus efectos culturales, la de Akerman es una historia de amor y locura. La historia del padre, ante todo; el hombre que ama mal. En este aspecto, La folie Almayer es una tragedia, y en el extenso, fenomenal plano de cierre, hay grandeza shakesperiana.

Akerman aprendió algo difícil de explicar: que la modernidad más vigorosa es un modo del clasicismo. Es innecesario recordar lo que distingue a La folie Almayer de la narración más ortodoxa; más importante es lo que la distingue de una tradición alternativa. Todo lo que una de las películas que en otro tiempo se conocían como de arte y ensayo habría privilegiado está fuera de servicio. No hay manera de reconocer luego de treinta o cuarenta minutos una organización que seguirá su camino hasta el final del film; no hay ambigüedad de guión moderno (entre otras razones, porque no hay psicoanálisis). Una voz en off se escucha algunas veces; narra un episodio que sirve de transición o describe una situación importante. Aparece sin exigir justificaciones, porque la película es libre y toma lo que necesita sin inventar simetrías perezosas.

Hay una secuencia de apertura que incluye un karaoke, una coreografía de brazos que hacen olas, una canción en latín y un primer plano tan bello como la mujer que lo protagoniza. Dura más o menos diez minutos. Es una razón para amar el cine.

Hay muchas más películas para ver.

Estamos contentos, dijo Mauricio...

Imágenes y sonido de una noche inolvidable

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Charly García, Detrás de las paredes, 8 de noviembre de 2011







Me dice Willy Villalobos, el autor de estas fotos: "Te mando esta tanda, la que me parece muy ilustrativa de todo lo que nos parece el Charly de hoy es la primera".

Amy

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Todo empezó con una nota, en los primerísimos días de este blog (10 de febrero de 2008). A la que siguió otra. . Y luego otras (todas acá). Mucho después fue el spam enviado por un intruso malicioso. Y en seguida fue la muerte de Amy.

El 30 de julio de 2011 10:14, oscar alberto cuervo escribió:

Queridísmos contactos:
parece que todos ustedes recibieron un mail desde mi casilla. Yo no lo envié y me fijé en mi carpeta de enviados y por supuesto no figura que desde aquí se haya enviado.
Aún no tengo muy claro cómo evitarlo, más allá de cambiar mi contraseña, pero no sé si eso es precaución suficiente.
Por las dudas. si reciben un mail a mi nombre que no tiene asunto (yo siempre le pongo) o que tiene un asunto en otro idioma, y en cuyo mensaje figura solo un link o un archivo adjunto sospechoso, por favor no lo abran.
saludos!

***

El 1 de agosto de 2011 Juan González del Solar escribió:

Querido Oscar, siempre una buena excusa para saludarte.

Me acordé mucho de vos, como imaginarás, tras la muerte de Amy Winehouse, y releí la nota. Qué tristeza. No sé si la muerte es por la droga (como puesta en abismo de todo su campo semántico, claro) o si la droga es porque ya se vive con cierta muerte. Siempre me consideré una persona con muchísima suerte por no haber pasado por ahí; creo en la suerte, inmensa en mi caso.

¿Cómo va todo?

Abrazo grande,
Juan

***

El 2 de agosto de 2011 06:51 de 2011, oscar alberto cuervo escribió:

Querido Juan:
por supuesto que me produjo mucha tristeza la muerte de Amy, porque eso pasa con los cantantes populares que logran meterse en nuestra intimidad, y más si lo hacen exponiendo su propio desgarro. Yo creo que Ami no habría podido ser tan buena artista si no hubiera logrado exponer su grieta. Creo que el aparato del show bussines hizo lo único que sabe hacer con eso: explotarlo de manera despiadada. Incluso ahora que se murió, la impiedad aumenta.
Por supuesto que me acordé de vos y releí todo lo escrito en aquellos posts fundacionales del blog La otra. Y ahora que murió no se me ocurrió agregar nada, en la radio paso sus canciones, que están tan vivas como siempre y sospecho que lo estarán por muchos años.
Yo pienso que todos vivimos con cierta muerte y por eso necesitamos del arte, que nos ayuda a aproximarnos a esa experiencia sin tener que morirnos. Los artistas que nos ayudan, muchas veces, se mueren en su intento. No soy un cultor de la muerte, pero tampoco de la vida sana, sino más bien de la vida con sus lados más luminosos y también los más sombríos. Que muchas veces suelen aparecer uno al lado del otro. Amo la vida y amo las canciones de Amy, que hacen mi vida más hermosa.
Como no hice despedida de Amy en el blog, se me ocurre que este nuestro intercambio de hoy podría publicarse en el blog como tal. Decime si me autorizás a publicar tu mail.
abrazo
Oscar

***

El 8 de noviembre de 2011 Juan González del Solar escribió:

Oscar querido, y acá me encuentro con un mail sin responder, algo que tan poco me gusta. Muchas disculpas.
Y, al quedarme así, veo tu propuesta final y más peor no haber respondido enseguida y que se me perdiera.

En fin, algunas cosas a tu mail:

Sí, los artistas nos hacen la vida más luminosa. Creo que el arte consiste, justamente, en develar espacios. Y por eso no entiendo el arte sin contradicción, sin ambigüedades, sin un espectador que complete el proceso. Amy fue única.
A mí sí me gusta la vida sana, pasa que, como antes, la entiendo en armonía con las borracheras si acaso también son parte del proceso en su búsqueda honesta de ser él mismo. La entiendo con el sexo, con la carne, con el asado. No está en la cosa, para mí, sino en cómo se vive la cosa, en cómo se busca. En mi caso, estoy empezando a no tomar algunos días. Me hace bien, me gusta. Pero no por eso me doy con el látigo cuando me siento a mirar una peli y me tomo una buena botella de vino.
Del mismo modo, no me gustaría responsabilizar al exterior de la muerte de Amy. ¿Por qué? El afuera es el infierno que es -de hecho, yo creo que estamos en el infierno-, y con él nosotros, y él para nosotros. Claro que es despiadado, que es horrendo, injusto tantas veces, que trabaja por llevarte puesto y arrancarte todo lo que pueda mientras pueda, como a veces hacen nuestros amigos, parejas y familiares.
Me gustó lo que dijiste del arte y la muerte. Creo que el arte le gana a la muerte, y no le tiene miedo, porque es en sí misma ya desde el momento en que es; luego, se renueva cada vez que conmueve. Pero ser en grado absoluto y morir forman parte de la misma cosa. A los hombres nos pasa algo distinto, nosotros cambiamos y nuestro trabajo es justamente ese, cambiar, crecer.

Muy probablemente sentiría mucha vergüenza por escribir estas palabras a cualquier otra persona del "intelectual" mundo que nos habita. Me alegra mucho poder hacerlo, y te lo agradezco.

Un gran abrazo,
Juan

***

El 9 de noviembre de 2011 05:46, oscar alberto cuervo escribió:

Juan:
nos suele suceder a todos eso de dejar mails sin responder, conozco bien los ataques de culpa que produce eso, no te hagas problemas.
Aunque hace ya varios meses que murió Amy, yo creo que aún podríamos publicar el intercambio, con el arranque del spam y el final de tu respuesta diferida: me parece simpático, decíme si lo ves bien.

abrazo

En mi época

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Nosotros no éramos amables, teníamos malos modales
Y nos importaba un carajo
el sentimiento de cualquiera
o la propiedad que tuvieran.
demasiada guita, demasiado escabio
y a despilfarrar lo que quedaba,
Apenas nos preocupábamos por las noticias
Pensábamos en lo que teníamos que ganar.
Nuestra educación estorbaba
a nuestras actividades sociales.
Nunca permitimos que los maestros nos enseñaran
Los tratábamos como enemigos.
Seguíamos fumando, seguíamos tomando,
Seguíamos puteando contra nuestra salud.
Perseguíamos el dinero y cuando no llegó,
nos burlamos de los ricos.
En mis tiempos, escupíamos la vereda,
En mis tiempos, cumplíamos todas las promesas
En mis tiempos, nos quejábamos de las guerras,
En mis tiempos, donde nadie tenía una causa.
En mis tiempos, desperdiciamos nuestro tiempo
En mis tiempos.

Estaban tirando aguas contaminadas al mar
y dejaban la basura en la tierra
y pagamos para ir a festivales
en los fueran estrictos con el sonido.
Reclamábamos todo lo que podíamos reclamar
donde fuera que pudieramos hacer un reclamo
y nos lo gastamos todo en drogas
porque la vida es mejor cuando estás en el horno.
éramos ignorantes y no nos importaba
aprender las cosas que nos faltaban.
Hubo guerras y las criticábamos
y después nos relajábamos
Eramos ovejas, nos sentamos en cualquier banco
que tuviera una vista bonita.
Si se trataba de hombres de traje o youtube
Entonces debía ser verdad.
En mis tiempos, escupíamos la vereda,
En mis tiempos, cumplíamos todas las promesas
En mis tiempos, nos quejábamos de las guerras,
En mis tiempos, donde nadie tenía una causa.
En mis tiempos, desperdiciamos nuestro tiempo
En mis tiempos.

Vimos el planeta en YouTube
Y dejamos comentarios sobre su estado.
A medida que Internet se expandió
nuestras mentes perezosas se desinflaron
Crecimos pensando que éramos tan avanzados
y que teníamos las mejores cabezas.
No nos masturbábamos con nuestraimaginación
y en lugar de eso, usábamos la web.
No teníamos la tolerancia para nadie
e hicimos de eso una ley.
eso hizo a la gente más intolerante
hacia todos los que vieran.
Odiamos a los racistas, a los hombres alpha muertos
el poder del arresto,
Nos enrolamos en el ejército porque vimos un aviso
que decía: "¡Se el mejor!"
En mis tiempos, escupíamos la vereda,
En mis tiempos, cumplíamos todas las promesas
En mis tiempos, nos quejábamos de las guerras,
En mis tiempos, donde nadie tenía una causa.
En mis tiempos, desperdiciamos nuestro tiempo
En mis tiempos.

Pensamientos extraños e improductivos

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Mañana a la medianoche en La otra.-radio el disco de canciones 
de David Lynch y otros extraños e improductivos pensamientos


Strange And Unproductive Thinking by David Lynch on Grooveshark

Sosteniendo todos los diálogos anteriormente mencionados, descubrimos las posibilidades de
la curva hacia la conducta progresiva y la realización última de las
metas de la evolución, que otorga los beneficios de la concencia junto con
ilimitados saltos de felicidad, también conocida como bienaventuranza, que es resultado de
las leyes que rigen la conducta física emergiendo de los más altos niveles del
espíritu, y en conjunto manifiestan el nivel mágico y místico de la Conciencia Cósmica,
volviéndose uno con el deseo de entrega completa al
Yo superior, que potencialmente ha estado esperando durante estos largos eones de tiempo,
y que de hecho se ha estado sumergiendo con frecuencia en un estado de semi-sueño o
pérdida del conocimiento, en la frontera de la ausencia total de pensamiento.

Específicamente, la áreas relacionadas con el nuevo pensamiento futurista tienen que ver
con numerosas tendencias emocionales abstractas, un poco escondidas
que llevan a uno a creer que las consecuencias de la interacción entre las fuerzas positivas y
las negativas producen un enlace vital entre la mente subconsciente y
la superconsciente, que por ello sólo puede ser considerado como estructuras reales
estructuras con dos cualidades separadas y distintas.

Como hemos visto, cuando una o más energías intensamente sentidas se
asocian con los más altos niveles de fenómenos perceptibles, y estas nuevas formas
actúan instantáneamente sobre las dos mentes anteriormente mencionadas
y dan lugar a nuevas asociaciones con los problemas derivados de la clasificación
las nuevas cepas de las cualidades físicas y emocionales que vemos surgir
en las escuelas y lugares de negocio de todo el país, y en las ciudades
que por supuesto tienen las complicaciones añadidas de la muchas veces sotenida
proposición de que no se puede tolerar la existencia de dos o más
Ideas intensamente opuestas en un mismo momento en el tiempo.

Para otros puede ser más fácil decir "no obstante," y ese simple pensamiento nos
trastorna a muchos de nosotros aquí que por tanto tiempo hemos mantenido la luz sobre
las palabras que nos brindan un sentido respecto a la cantidad de esfuerzo que
requiere cierto proceso que lleva al conocimiento de la tregua
detrás de la esencia alternativa que es interminable sin llegar a
comenzar, y en aquellas palabras del curso está la clave del largo
viaje hacia la comprensión que, como hemos aprendido, es algo por lo cual
cada ser humano está clamando haciendo un parlante con las manos sobre su boca.

A veces, por las noches, una sensación como la que persigue a los niños pequeños
en el bosque vendrá con un viento oscuro, y toda la luz se desvanecerá
dejando un sonido bajo que penetra por los ojos, que siguen a las formas oscuras
que corren hacia los nidos seguros, fuera del alcance de los pequeños dientes blancos
y la nariz llena de suciedad va a través de las montañas cubiertas de árboles altos y
agujas de color verde y cortezas de color rojo con el tono que rezuma en el aire,
que se seca en la superficie causando malhumor al que hace posible
la protección de todo lo que yace bajo la corteza, que por ahora seguirá siendo líquido
manteniéndose en un estado cercano a la esencia pura
que nos trae recuerdos de casa, que nos trae recuerdos del frasco rojo de galletas,
y la sonrisa bailando en la tarde de oro, mientras que la pipa
despide bocandas de humo provenientes de la boca del padre con un hacha
para cortar madera que crece en las altas montañas.

A fin de garantizar que las cualidades fundamentales inherentes a las soluciones
de las cuestiones filosóficas modernas son precisas, la primera y principal
consideración se encuentra en el campo de las abstracciones asociadas con la pérdida de
la naturaleza y con la interacción de las fuerzas primarias de la vida misma
lo que se ha demostrado ahora sin sombra de duda que tiene su base
en el campo de lo absoluto en el estado de vacío que nos recuerda que
ha habido una reversión de esa especie de frase antigua: "de la nada, nada sale"
Como hemos visto este tipo de pensamiento que ha venido apareciendo
desde el principio de los tiempos es sólo una cortina de humo necesaria
para bloquear casi todas las auténticas consultas de los siglos posteriores
y es también con esto en nuestras mentes que vemos que el pensamiento inicial sobre este asunto
ha sido crítico hacia todo lo que sigue, y puede ser un excelente socio para
las fuerzas oscuras del mal que nos harían vivir para siempre en la oscuridad y
confusión, negándonose incluso a reconocer ni siquiera que existíamos, o que había
tal cosa como un diente malo o un dolor de muelas.

Llevando la discusión al ámbito de las consideraciones prácticas
es interesante señalar las posibilidades de la higiene dental y la notable
idea de un mundo libre de caries en los dientes, y todos los demás problemas
asociados con los dientes, la lengua, o la cavidad bucal, que, de hecho, podría ser
un magnífico motivo para hacer desaparecer algunos temores relacionados
con el dolor, conectados con las aplicaciones dentales, e incluso con la idea de que
la placa podría aparecer en las superficies de los dientes, y que los sucesos negativos
que siguieran, como la emisión de un horrible olor de la cavidad bucal
y las decoloraciones y la resultante perforación
de las alguna vez hermosas Imágenes mentales
y la posibilidad de la ruptura de relaciones basada en la Idea
de la distorsión negativa de la boca, porque los dientes, aunque no fueran necesariamente
considerados como los principales bloques de construcción de la felicidad,
de hecho, pueden convertirse en una pequeña llaga supurante y transferir energías negativas
a la que alguna vez fue la mente tranquila y pacífica, dando lugar a
pensamientos extraños e improductivos.

Y además, claro, vamos a estar hablando de películas... FM La Tribu. 88,7 online.

Entre las barras

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Chris Garneau canta a Elliott Smith


Bebe, baby,
quédate toda la noche
Lo que podrías hacer,
lo que no harás pero deberías
lo que podrías y nunca verás
lo que quedará en promesas.

Bebe conmigo y olvídate de toda
la presión de los días
haz lo que te digo y te haré bien,
me llevaré las imágenes clavadas en tu cabeza

La gente con la que has estado antes
que ya no quieres más a tu alrededor
que insiste e insiste y no torcerá tu voluntad
aún la recuerdo.

Bebe, baby, mira las estrellas
te besaré otra vez
entre las barras donde estoy mirándote
ahí, con tus manos al aire
esperando finalmente ser atrapado
bebe una vez más y te haré mío
te guardaré aparte en mi corazón,
separado del resto
donde eres lo mejor para mí
Y guardaré las cosas que olvidaste.

La gente con la que has estado antes
que ya no quieres más a tu alrededor
que insiste e insiste y no torcerá tu voluntad
aún la recuerdo.


Chris Garneau es un cantante y compositor nacido en Boston. Su sonido combina el folk, el pop y el barroco. Garneau cita entre sus influencias a Jeff Buckley, Nina Simone, Nico, y Marshall Chan. Vive en Brooklyn, Nueva York. Tiene editados tres discos: Music for Tourists (2006), C-Sides EP (2007) y El Radio (2009). Aquí hace una versión del tema de Elliott Smith Between the bars, que está incluida en el soundtrack de La piel que habito, la película de Almodóvar de la que hoy hablaremos en La otra.-radio. Online a la medianoche.

Mar del Plata. Putas, estado, finanzas y fin del mundo.

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por José Miccio

Noche del domingo. Acaba de terminar el festival de Mar del Plata. Fueron nueve días intensos, sin problemas mayores, con algunas buenas películas. Es cierto que Plácido y El verdugo de Luis García Berlanga fueron las mejores, pero no conviene derivar de ello conclusiones fáciles y apresuradas sobre el cine de 2011 programado por el festival; sencillamente, dos películas como estas, en copias que nos permitieron verlas y escucharlas como nunca, despliegan su excelencia, su poder cómico y corrosivo en cualquier contexto imaginable.

Al menos once de las películas del último año vistas en Mar del Plata son valiosas y esperan revisión y polémica. Son estas: La folie Almayer de Chantal Akerman, Guilty of romance de Sono Sion, L’Apollonide de Bertrand Bonello, Life without principle de Johnnie To, Crazy Horse de Frederick Wiseman, Once upon a time in Anatolia de Nuri Bilge Ceylan, Las razones del corazón de Arturo Ripstein, This is not a film de Jafar Panahi y Mojtaba Mirtahmasb, El premio de Paula Markovitch, El lugar más pequeño de Tatiana Huezo Sánchez y L’exercice de l’Etat de Pierre Schoeller. Quedaron además varias en el tintero -incluso Faust de Sokurov- y permanece abierto el caso Von Trier. A continuación, unas palabras sobre cuatro de estos films.

Putas

L’Apollonide - Souvenirs de la maison close es una película muy buena; la única objeción que puede hacérsele es que no sea todavía mejor. Bertrand Bonello, que tiene en su haber una versión muy atractiva –y bressoniana- del mito de Tiresias, venía de filmar un cachivache llamado De la guerra en el que un director de cine angustiado por la idea de la muerte se unía a una comunidad de almas perdidas y practicaba rituales de purificación y beligerancia. Bonello es un tipo pedante, egocéntrico, talentoso y francés. Las dos últimas características predominan en su último film.

L’Apollonide retrata un burdel parisino entre 1899 y 1900. Se trata de una película aguda y analítica, que posee, además de un grupo de putas inolvidable, una voluntad historiográfica acusada, de la cual el vestuario, la vajilla, los muebles y las pinturas son apenas su manifestación superficial. Como Hou Hsiao-hsien en Flores de Shangai (aunque sin su grandeza) Bonello se toma su tiempo para filmar una institución -sus condiciones históricas de existencia, su funcionamiento y sus dramas internos– al mismo tiempo que imprime a todos sus planos un pronunciado carácter de ensueño.

Las mujeres que trabajan en la casa de citas son humildes, deben compartir cama, permanecer siempre en el lugar y comprar sus útiles de higiene. Si un cliente dice que están sucias son multadas, si pide algún servicio especial debe ser complacido. Todas mantienen deudas con la Madame, por lo que su tiempo en el prostíbulo es indeterminado y el matrimonio con algún cliente la única esperanza de abandonar la casa. Su tarea no es solo coger sino compartir el tiempo con los hombres, hablar con ellos, alojarlos en una vida alternativa.

En un mundo cerrado como este, la información ingresa de manera fragmentaria. Son datos importantes –económicos, políticos, culturales- que permiten incluir la vida de L’Apollonide en la historia de Francia. Se menciona la inauguración del subte, se menciona el caso Dreyffus (que repercute en el burdel cuando la prostituta judía es atacada), se incluye la carta de un ministro que dice que no puede ayudar a evitar el aumento del alquiler, se lee un fragmento de un estudio antropométrico sobre la coincidencia encefálica entre prostitutas y criminales. Para la suerte del lugar, la información más importante es el crecimiento de la prostitución callejera, una de las razones que llevará al cierre de instituciones como L’Apollonide y a la desaparición de la sociabilidad que las caracteriza.

El último plano de la película, muy discutido, muestra el ejercicio de la profesión en el presente. Se lo ha acusado de incorrecto al postular una continuidad improbable. Sin embargo, es dudoso que sea así. Luego de dos horas muy preocupadas por encontrar una imagen del pasado –aun con música soul y pantalla multi-image– lo que el último plano expone es la realidad actual del trabajo, y su estilo es tan distinto de todos los otros como para facilitar también la percepción de la diferencia. Más sensato, en todo caso, es concluir que para Bonello hay una historia de la prostitución, así como hay –si es que la hay- una historia de la filosofía o la literatura. Si la película mostrara a Proust, anunciara el fin de una época y concluyera con un plano de Robbe-Grillet podríamos acusarla de reducir la historia a episodios emblemáticos pero difícilmente de postular el reino eterno de lo mismo.

Las escenas de sexo constituyen un catálogo de perversiones en ocasiones agresivas y en otras curiosas como las de Belle de jour; todas son dignas de la literatura decadente, sobre todo una, con enana incluida, que le hubiera gustado describir a Octave Mirbau. Pero además de las tareas profesionales, la película muestra el tiempo libre de las chicas, incluso una excursión al río fácilmente asociable a los picnics impresionistas y al cine de Renoir. En una escena especialmente feliz las vemos comer juntas, en otras las vemos prestarse cremas y jabones, en otra educar en el oficio a una recién llegada, en otras lavarse entre sí. El grupo de putas posee una solidaridad interna sorprendente, y el peso de esta solidaridad se acentúa al incluir una judía y una argelina. Como en Freaks, una venganza es el signo más alto de su cohesión.
En este punto, es bueno retomar otra objeción que se la ha hecho a la película. El director quiere a sus putas, es indudable. Les permite entonces la alegría. Dormir juntas, por ejemplo, es una determinación impuesta por el poco espacio, pero en lugar de enfatizar el hacinamiento Bonello aprovecha para señalar el cuidado mutuo y hasta la felicidad del contacto. Por esta y otras razones algunos lo acusaron de romantizar la prostitución. Sin embargo, un repaso de la suerte de estas mujeres hace muy difícil aceptar el argumento: una muere de sífilis, otra debe abandonar la casa sin ningún auspicio de progreso, otra se quema en el opio, otra termina con la cara cosida, otra empieza el trabajo a los quince años. ¿Qué más se necesita? Es como si se le pidiera a Bonello: sé sórdido, danos solo el sufrimiento de las putas, no les permitas júbilo o descanso.

Así que Bonello no es culpable de los cargos políticos que se levantaron contra él. Cuando pase el tiempo su película será recordada como aquella en la que una puta con la cara desfigurada llora lágrimas de semen. Es un plano inolvidable. Pero hay otro, muy importante para la lógica del film, que posee una vibración muy especial: es el único plano del dinero que incluye L’Apollonide, y es un plano verdaderamente triste, al menos tanto como el otro.


Estado

L’exercice de l’Etat trata un tema apasionante de manera rutinaria; tiene, eso sí, un ritmo endemoniado, que coincide con el vértigo de su protagonista, el ministro de transportes de Francia interpretado por Olivier Gourmet. Como viaje al corazón del ejercicio de gobierno el film tiene un encanto incuestionable; pocas actividades son más comentadas y menos visibles que las que tienen lugar en la cúpula del poder. Conocemos sus comunicaciones radiales y televisivas, el teatro de los políticos y los medios de comunicación; pero de lo que ocurre en palacio ignoramos casi todo. Lo interesante de la película es que muestra que también eso es teatro.

“Somos tigres hambrientos en la noche oscura”, dice el ministro frente al espejo, aunque no sueña con tigres sino con cocodrilos que devoran mujeres desnudas en habitaciones suntuosas. Su mundo es el de la negociación y las rencillas, el de las internas ministeriales, el cuidado del puesto y la búsqueda de espacios de mayor influencia. Lo que se suele llamar carrera política. En este aspecto la película funciona muy bien. Pero como si no confiara completamente en su tema, concede algunos tributos a la psicología más berreta. A este ámbito pertenecen una escena de sexo rápido y un parlamento de inaceptable énfasis: “4.000 contactos y ningún amigo”.

El mundo de las altas esferas políticas existe en relación con sí mismo y con los gobernados. Esforzadamente, la película incluye en distintos papeles a la ciudadanía de a pie, a veces a través de episodios que el ministro debe atravesar en su trabajo diario –una huelga, una catástrofe vial, la contratación de personal temporario– y otras a través de la incorporación de personajes. Es el caso de la esposa del chofer del ministro, que en una escena importante (y dudosa) enfrenta al político como ciudadana.

El personaje más interesante –y que funciona como zona de contacto entre presente y pasado y entre clase política y ciudadanía- es el de Michel Blanc. Es un técnico capaz y fiel sobre el que otros se apoyan y que carece de voluntad de poder. Es además el único con memoria histórica, bien distinto del ministro de transportes que pasa de estatista a privatista en unas semanas y que ha aprendido en su carrera a subordinar el mandato del pueblo a las pujas internas al ejercicio del gobierno. Es la tensión entre las necesidades de la política profesional y las ideas que vienen del disco con el discurso de Malraux que escucha y repite de memoria lo que dota a Blanc de un drama que ningún otro personaje tiene. No por ello es el soporte moral del film, y en este sentido Schoeller consigue evitar un punto de vista cómodo sobre la realidad política. Hay torsiones de acomodaticio y también pasión en el ministro, que en algún momento recuerda el 3% de desocupación de los años dorados del capitalismo y se mueve ahora en un mundo distinto, que conoce y parece no dolerle.


Finanzas

Como señal de la actualidad más caliente, L’exercice de l’Etat incluye imágenes televisivas de la crisis en Grecia. Lo mismo hace Life without principle, la nueva película de Johnnie To, que mete los pies en el barro de la economía mundial con su garbo de siempre. To es uno de los últimos hacedores de secuencias inolvidables; practica, por lo tanto, la religión de Hitchcock, de Lubitsh, de Leone, tres cineastas que admira. En Sparrow, en Vengeance, en Exiled –por mencionar sus trabajos recientes- To consiguió algunos de sus logros más hermosos. Como en el cine musical, sus secuencias incorporan los objetos cotidianos en coreografías que enrarecen sus funciones; puede hacer que un vaso tarde minutos en caer, que un frisbee vuele infinitamente. Arte de la manipulación del tiempo, el cine tiene en estas películas una continuidad con las viejas formas del encantamiento.

En apariencia, esta vez las cosas son distintas. Sin embargo, el mundo del capital es también un mundo de acción, y la casi total ausencia de armas no oculta todo lo que se juega en las transacciones. En Election la cuestión era sacar la violencia del dominio de las armas de fuego; ahora se trata de representarla en gráficos de barras. La mafia, el banco, la bolsa, las apuestas ilegales, la compraventa de inmuebles: todo está unido y funciona de manera equivalente. Es como si To hubiera decidido hacer una película sobre el dinero y sobre el lenguaje del dinero; sobre lo que significan en las instituciones que se dedican al lucro y en la vida práctica de algunas personas de a pie palabras como tasa, mercado, BRIC, fondo de inversión de riesgo, seña, hipoteca y ahorro. En este sentido la idea de que Life without principle tarda en arrancar es absurda; lo hace, por el contrario, con una secuencia apremiante en la que un grupo de agentes bancarios repasa sus objetivos y sus logros.

Tersa como las últimas películas de su director, inteligente también, Life without principle enfrenta problemas similares a los de L’exercice de l’Etat cuando debe poner en relación la oficina y la calle. Como el de la política, el mundo de las finanzas tiene también su lógica interna, y To la expone insistentemente. A la vez, incorpora personajes que son parte de la red pero que participan de ella en posiciones subordinadas; son la esposa de un policía, el policía mismo, alguno de sus casos y una jubilada.

El de la jubilada es un personaje importante, porque su inocencia permite la exposición completa de algunos protocolos bancarios y porque ayuda a dotar de profundidad social a la película. La vieja requiere los servicios del banco para multiplicar sus pequeños ahorros y pone a la empleada desesperada por cumplir los objetivos de inversión en el dilema del cuadro medio. De un lado, su jefa ocupa el lugar del tecnócrata; del otro, la clienta representa la necesidad y la vida del común. Es justamente la existencia de un drama lo que da relieve a la empleada y la diferencia de su compañera exitosa, completamente ajena a la responsabilidad; un gran plano las muestra, cada una en su escritorio, haciendo el mismo trabajo; una preocupada, la otra sonriente.

El otro cuadro medio es un correveidile de la mafia, uno de esos personajes en parte tontos, en parte buenos, en parte inocentes tan comunes en la filmografía de To. Al igual que la empleada del banco, lleva el dinero al jefe; lo recolecta de otros mafiosos y de la gente común. Como si no pudiera vivir de otra manera, en toda la película lo vemos al servicio de alguien: el capo, un sicario dos veces detenido por la policía, el corredor de apuestas ilegales. Es con este último que entra en contacto con la especulación financiera y mafiosos de otro estilo.

La estructura coral y temporal del film es compleja y el modo en que todo es puesto en relación hace que algunos encastres necesiten de esfuerzo. Pero sin declamaciones, To hace una película importante, que crece en la memoria a medida que se descubren sus hilos delicados. Todos los personajes quedan atrapados en la maraña del dinero, los grandes y los chicos, los policías y los ladrones, los banqueros y otros delincuentes. Al final, tanto la empleada del banco como el mafioso de poca monta consiguen una ganancia. Uno la obtiene en la bolsa, otra aprovecha su oportunidad y se queda con la plata de un usurero. En el último, desolador plano se cruzan en la ciudad: no hay diferencias profundas entre el robo y la especulación con que se beneficiaron.


Fin del mundo

Lars Von Trier dijo en Cannes que comprendía a Hitler. El festival lo declaró persona non grata y el distribuidor argentino desistió de estrenar la película. Subido a la cacería, alguno habrá dicho que Melancholía es nazi y que Wagner es evidencia de ello. Es una suerte que Mar del Plata no se haya sumado a la ronda de castigos y nos permitiera decidir por nosotros mismos.
El cine de Von Trier se divide entre las películas que hizo y las que cometió, que son casi todas. Sin embargo, hubo un tiempo en que su nombre fue importante, y quienes ahora solemos burlarnos de él olvidamos oportunamente que supimos admirarlo. Es comprensible: una serie de películas horribles, sórdidas y miserables tiende a hundir un nombre propio; es una consecuencia del mal cine y también una trampa del autorismo, que al poner la Obra como fundamento busca desesperadamente una coherencia firme. 

El prestigio de Von Trier parece remotísimo, y en cierto modo lo es. Vivimos en el barro y para nuestro vértigo la historia del cine tiene siempre cinco años. En líneas generales, hasta Contra viento y marea el danés mereció elogios, a partir de Dogville agravios. Los idiotas y -sobre todo– Bailarina en la oscuridad ocupan la zona de pasaje. Lo que hoy es indudable –y debería alegrar a los autoristas más acérrimos– es que Von Trier ha insistido durante todos estos años en demostrar sus rasgos personales: la provocación, la estupidez y el talento. Los tres se repiten en todas sus películas; lamentablemente, solo el último no gobierna en solitario alguna vez. Los dos primeros son en general el mismo.

Conrad –presente en la memoria gracias a Akerman- escribe en Victoria: “Un imbécil es siempre indescifrable”. Y Lars Von Trier resultó ser un imbécil. Los diez primeros minutos de Melancholía confirman rotundamente las razones por las cuales el director merece los acostumbrados denuestos: un prólogo horrible –una obertura en realidad, porque la película sigue un criterio sinfónico– digno del último Malick. Sin embargo, las cosas cambian, y conviene prestar atención. Primero se vuelven rutinarias, con una fiesta de casamiento en la que varios personajes compiten por la medalla al más desagradable; luego se ponen mucho más interesantes, hasta que el fin del mundo llega a caballo del Tristán e Isolda de Wagner.
Qué relación hay entre los dos capítulos –movimientos– de la película es algo que no importa mucho, aunque es muy evidente que el cambio de foco de Justine (Kirsten Dunst) a Claire (Charlotte Gainsbourg) permite la aparición de un segundo carácter femenino y por lo tanto un juego de contrastes (el escenario, aislado de toda dimensión pública, contribuye a la concentración dramática). Justine no es sádica; es prescindente y espera el fin del mundo con desapego. Tampoco el nombre de Claire está motivado; es solo una mujer pusilánime, atormentada por la posibilidad de la muerte. Alternativamente y al mismo tiempo, se quieren y se detestan. Son pasto fácil del desprecio y es lógico esperar que Von Trier las humille.
Pero por una vez, el director tiene piedad de sus criaturas, y es en este cambio –Dunst y Gaisbourg no continúan la serie de Björk y Nicole Kidman- donde hay que buscar parte del interés de Melancholía. Las campanas del final de Contra viento y marea eran la respuesta de Dios a las plegarias de la primera mujer sufrida del cine del danés; ahora que hay apenas un planeta desbocado y nadie para oír, lo que queda es un gesto bueno, un refugio-capilla que, sin creer en él, la cruel Justine construye para su sobrino minutos antes de que la Tierra desaparezca. Melancholía es una película atea, algo que parece ir de la mano con lo mencionado antes, como si ahora que Dios abandonó el mundo la compasión fuera otra vez posible. El último, impresionante plano es por ello irreprochable, y hasta posee una genuina emoción.

Melancholía no es especialmente buena y es muy posible que su interés provenga solo de que no es tan mala como se podía esperar. Pero necesita objeciones distintas, no la simple actualización de vilipendios tan accesibles que para emitirlos con seguridad es innecesario verla. No es mucho, ciertamente. Pero es algo, y de Von Trier no esperábamos nada de nada.

Los días

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El debut de Ciruelo




Pasan las horas y todo al revés
se desdibuja el momento en que yo lo veo
y es feo.

Seguir mirando al costado y buscar
sin desespero pero ya no tiene freno
no creo.

Se pasa el rato de imaginación
con los amigos que espero volverme entero
sin miedo.

Ahora la tarde dibuja otro sol
vienen las horas que abrazan algun recuerdo
sincero.

Alguien vino a golpear esa puerta
Me dio un sol y esperar que amanezca.

Vienen las horas y todo al revés
sigo mirando el momento en que yo no creo
y es feo.

Se desdibujan de imaginación
todas las tardes que espero y me vuelvo entero
sin miedo.

Alguien vino a golpear esa puerta
Me dió un sol y esperar que amanezca.

"Los días" es el tema que abre el primer disco de Ciruelo: una gran banda y gran disco.

Acá se descarga el disco entero: ciruelo.bandcamp.com
Ciruelo en facebook.

Atenti con ellos: Manuel Eguía (guitarra y voz), Tiago Vega (ajo y coros), Horacio Ciccone (batería) forman Ciruelo, la banda de hinchas de Huracán que va a dar que hablar en los próximos tiempos. Arte del contrapunto, energía juvenil, precisión rítmica, el sonido de un power trío que no pone una nota de más y que las notas que pone rinden su máxima eficacia. El arte de Ciruelo es sorprendentemente maduro para un disco debut; su vínculo con una tradición -que abarca desde Invisible hasta El Príncipe pasando por The Police- les cae con una soltura que hace que su música suene clásica y moderna a la vez. Por eso: préstenle atención a Ciruelo. Después no digan que no les avisamos.

Un amor

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por Martha Silva

Lisa es una mujer que después de treinta años de ausencia ha decidido volver a contactarse con dos amigos que estuvieron enamorados de ella en su adolescencia. Lalo fue su novio pero Bruno fue que la conoció en primer término. Ambos la amaron tanto como para que su partida inesperada del pueblo los afectara intensamente, aunque de manera distinta.

Todos ellos vivieron en ese pueblo de Santa Fe en el que el río no solo forma parte del paisaje, sino que es un personaje más. La narración muestra cómo Lisa vino a radicarse en ese lugar y los conoce a ellos, marchándose luego, por alguna razón secreta de la que no se habla. pero que es fácil imaginarse por la época en la que transcurren los hechos.


Bruno y Lalo, sin embargo, parecen haber vivido esta partida como un abandono personal, ya que luego solo tendrán parejas conflictivas en las que algo no cierra debidamente. El diálogo escaso es un hábil recurso para incentivar la imaginación de los espectadores. Lo que se sabe es que ella no ha formalizado ningún lazo afectivo en todos esos años y no tiene descendencia.

Parece que el silencio de ese triángulo no pudiera violarse por temor a perder el lazo único que subsiste y que obtura todo, impidiendo que toda otra relación perdure.

Algo tendría que ocurrir...

La directora Paula Hernández (Herencia) maneja con sutileza estos elementos y dirige con acierto a estos actores tan fogueados. Luis Ziembrowski hace el papel de Lalo adulto, mientras Diego Peretti hace el de Bruno. Es una sorpresa para quienes no transitan con frecuencia el teatro la presencia experta e inquietante de Elena Roger en el rol de Lisa, conocida internacionalmente por sus roles en musicales como Evita y Piaff .

El guión de Un amor está basado en un cuento de Sergio Bizzio.

Querida mamá o guiando la hiedra

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por Martha Silva

La escritora Hebe Uhart, profunda y desopilante a la vez, con una modalidad que evoca por momentos a Felisberto Hernández, despliega un modo de mirar su entorno que se traduce en un estilo singular. Se la ha comparado asimismo a Clarice Lispector en esa suerte de extrañamiento que emplea para designar las cosas y las personas que la rodean.

Ya el notable escritor Haroldo Conti decía de Uhart que aparentaba una ingenuidad, una simpleza y un dejo pueril que iba derivando paulatinamente en un mundo mágico. “Su escritura es tan sencilla que por momentos parece infantil -decía-. Pero de simpleza en simpleza uno penetra en honduras y laberintos, donde solo se puede avanzar si se participa de la magia de ese nuevo mundo. Es una suerte de mirada marciana”. Conferencistas, directores de escuela, funcionarios y poetas de pueblo caen bajo su observación minuciosa y el todo resulta desopilante y a la vez emotivo, porque logra amar aquello de lo cual se ríe.

Las madres son incluidas en forma preferencial, como ocurre en este relato transformado en este caso en obra teatral.Como contrapartida está la hija, que es tan despistada como para intentar hacer un bizcochuelo en un calentador Primus, u ordenar su ropa sin el menor acierto. No hace mas que rezar para no parecerse a las madres drásticas y despreciativas: “Dios mío, que no me vuelva como la madre de Las de Barranco. La vida de esta madre era un perpetuo aquelarre. Invadía los asuntos de los que la rodeaban, vivía su vida a través de ella, de modo que no se sabía cuáles eran sus verdaderos deseos, no tenía otro placer que no fuera la astucia”.

Este año pudo verse esta obra en el Patio de Actores de la calle Lerma 568 en 6 únicas funciones, con dramaturgia y dirección de Laura Yusem, quien fue galardonada por esta puesta.

Julieta Alfonso en la hija y Martha Rodríguez en el papel de la madre se envían cartas en el original literario, mientras que en la obra diálogan personalmente, lo que quizas le da un tono más emotivo, sin desvirtuar en absoluto su esencia en este notable trasvasamiento.

Es de esperar que sea repuesta el año entrante.

El chico de la bicicleta

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A la espera de la llegada de Luc y Jean-Pierre Dardenne a Buenos Aires, donde muy pronto vendrán a presentar ésta, su nueva película, La otra publica este texto de Liliana Piñeiro que es el primero pero no será el último que le dediquemos a esta obra maestra.


por Liliana Piñeiro

¿Cuántas veces se repite el abandono en una vida? Mendigos del otro, ¿cuántas veces quedamos anclados en el oscuro mar de sus ojos, sin ningún reflejo posible que confirme nuestra presencia? ¿Y cuántas otras nos quedamos del otro lado de la puerta, ésa que él cerró con un golpe seco y brutal?

En la película de los cineastas belgas hay un padre para el chico de la bicicleta, pero es la historia de su dilución en tanto tal. Como siempre, razones no faltan: desempleo y miseria se dan la mano y acentúan su componente trágico. Expulsado del único vínculo que podía sostenerlo, la furia gana a Cyril, y sólo parecen calmarlo las proezas gimnásticas que realiza sobre dos ruedas, así como la velocidad que desarrolla su cuerpo desesperado hacia ninguna parte.

Pero Cyril es obcecado e insiste en evitar la caída, aunque más no sea arañando al mundo algún lugar valorizado. Y como el que busca encuentra, aparecen pliegues del erotismo en su vida plana: hay un deseo del niño de ser mirado como condición de existencia y hay otros que lo miran, aunque por diferentes razones. ¿Cuál elegir? Entre las opciones anida la equivocación…

Por suerte, en el universo de los Dardenne sus criaturas respiran hasta la última bocanada de aire: no se dejan vencer. La cámara filma, en corte longitudinal, un fragmento de vida cuya intensidad parece determinar las grandes líneas posteriores, que se abren al espectador como desenlaces posibles, aunque nunca conclusivos. El mérito de estos directores es haber aprendido la gran lección del arte: preferir la sugerencia a la explicación, y el valor de la pregunta en un mundo de asfixiantes respuestas.

Los abrazos rotos

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por Oscar Cuervo

Pedro Almodóvar está pasando por un período especialmente fértil de su carrera, según puede apreciarse en sus dos últimas grandes películas: La piel que habito (ahora en cartel) y Los abrazos rotos (que el sábado a las 19:30 pasamos en La Tribu, Lambaré 873). Ha logrado la difícil hazaña de ir consolidando sus rasgos autorales sin agotar su inspiración, mostrando que su poética puede aguzarse y su oficio volverse más diestro, mientras produce cada vez mejores películas. Esta es una contrariedad para un sector de la crítica que quisera dar por terminada la gravitación de los autores en sentido fuerte, para dar lugar a una restauración neo-conservadora de los géneros.

¿Hace Almodóvar cine de género? No. Sobre el particular voy a extenderme en el próximo número de revista La otra, que llegará a las calles en el verano de 2012. Por ahora quiero dejar sentado que los géneros cinematográficos constituyen un problema que Almodóvar piensa por medio de sus películas, pero lo que él hace con los géneros no es reproducirlos, sino tomarlos como material a partir del cual crea un cine metagenérico (algo que de diversas maneras también hacen Tarantino, Lynch o Wong Kar-wai, por ejemplo; ampliaremos).

Almodóvar se basa en la plataforma de los géneros cinematográficos (y en su prodigiosa memoria cinéfila) para otra cosa: para llevar hasta el límite la tensión entre el Modelo Representativo Institucional y su propia autoría. Se indroduce en el interior de los mecanismos genéricos hasta hacerlos implotar. En una época en que el cine narrativo parece que sólo puede darnos disgustos, Almodóvar se da el gusto de hacer proliferar tramas, subtramas, conflictos paralelos y cruzados, bifurcaciones, variaciones y perversiones temáticas y temporales, con un enorme goce por el juego de narrar y reflexionar sobre los límites de la narración cinematográfica. Para ello, exhibe un dominio cada vez mayor de la imagen, los diálogos, la eficacia dramática, la música y las canciones, la dirección de actores. La imaginación fabuladora, que en su primera etapa le jugaba malas pasadas (porque no podía integrar tantas ideas en un solo mecanismo) ahora parece estar bajo su completo dominio, para hacer con el suspenso (como función estructural del cine y no como género) lo que se le cante. Sus películas terminan siendo una fiesta de dispendio cinematográfico incomparable.

En los últimos Almodóvar se espejan dos pasiones igualmente furibundas: la loca pasión enamorada (que no amorosa, no confundir) y la loca compulsión narrativa. Un director de cine ciego y un cirujano psicópata son figuras del narrador cinematográfico. Montaje, lectura, audición, espía, conversación, canción, se articulan en una máquina perfecta.

En La piel que habito, la figura del narrador desbocado está trasvestida en la del cirujano psiópata, el que puede recrear una mujer-obsesión con la perfección de su oficio de cortador. Igual que su protagonista, Almodóvar puede forzar a su obra a cruzar de género (en los dos sentidos de la palabra) en medio de la película.

En Los abrazos rotos, las figuras del narrador cinematográfico, el montajista y el puestista en escena, el creador de ficciones y el documentalista están explícitamente planteadas como actores de la disputa. Es una hazaña admirable que Almodóvar pueda poner en obra su interrogación sobre el cine, su vínculo con el espectador y, al mismo tiempo. hacer películas tan excitantes y divertidas.

El sábado vemos Los abrazos rotos en La Tribu. Con extraordinarias actuaciones de Penélope Cruz, Angela Molina, Lluís Homar,Blanca Portillo, José Luis Gómez, Rubén Ochandiano y Tamar Novas, todos perfectos, igual que la música de Alberto Iglesias, los diseños del argentino Juan Orestes Gatti y la fotografía de Rodrigo Prieto

Noticias de ayer: ajuste, dólar, interna sangrienta

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por Oscar Cuervo

Un día después del tremendo triunfo de Cristina del 23/10, que le otorgó una legitimidad política inédita en las últimas décadas, la prensa de derecha, sin tener siquiera un candidato "vicecampeón moral" al que levantarle la mano, intentó iniciar una primera fase de desgaste del gobierno reelecto, mediante el mito "los mismos que la votaron ahora compran dólares porque desconfían de Ella". A falta de un líder opositor, el dólar. La operación dólar se basaba en algunos factores convergentes, como el giro de capitales desde las filiales locales de las empresas multinacionales hacia las centrales, un fenómeno que es global, ya que procesos similares están viviéndose en varios países emergentes; también hubo maniobras especulativas típicas de los procesos electorales; por último es notorio que hay en Argentina un lobby devaluador, que tradicionalmente aprovecha los momentos de transición (la caída de Alfonsín, los primeros meses de Menem, la caída de De La Rúa, el interinato de Duhalde, la asunción de Néstor, la de Cristina, la muerte de Néstor) para imponer condiciones más ventajosas para los sectores exportadores. 

Apenas horas pasaron del apabullante 54% cuando desde las tapas de Clarín, La Nación y Perfil se intentó hacer el viejo truco de la profecía autorrealizada de la "corrida bancaria". El gobierno reaccionó como lo hace usualmente: de manera rápida y algo improvisada, equivocándose algo, sin renunciar a las líneas maestras de sus políticas permanentes, jugando al tanteo y error, hasta afinar los instrumentos que desalentaran la corrida y la devaluación buscada por algunos. El kirchnerismo hace eso: reacciona rápido, la pifia, afina la puntería, pone en juego la muñeca política que aprendió a emplear para enfrentar tantísimas operaciones. En estos días el dólar se está aplacando, el gobierno tonificó sus reflejos, se sacudió la modorra triunfal, cambió lo cambiable y preservó lo innegociable: no hay corrida, no habrá devaluación que signifique una abrupta transferencia de ingresos contra los que menos tienen. 


Es decir: el kirchnerismo hizo una vez más lo contrario de lo que hicieron todos los gobiernos civiles desde la vuelta de la democracia: no aceptó la imposición de políticas por la presión de los mercados. Este es un estado fuerte y eso es lo que la derecha acostumbrada a hacer y deshacer en el país deplora como "autoritarismo". Es simple poder político. La simplificación grosera de esa eficaz operatoria se puede leer en la prensa: "Ahora el dólar se mantiene estable por miedo a las amenazas de Moreno". ¿Y si era tan fácil por qué los gobiernos de Alfonsín, Menem, De La Rúa, Duhalde, no hicieron en su momento lo mismo: poner un tipo que amenace a los especuladores para desbaratar los numerosos golpes económicos a los que estos gobiernos claudicantes cedieron?

El globo del dólar va desinflándose día a día. Junto con esto, la prensa de derecha (de la oposición no hablemos, porque no se sabe bien qué es eso) escribe cada mañana un capítulo del melodrama "Ella, más sola que nunca [solamente acompañada por 11.500.000 votantes], no da ningún indicio de lo que va a hacer en su segundo mandato, mientras tanto se desata una feroz interna entre los candidatos a integrar el próximo gabinete". La feroz interna te la debo, pero los titulares no escatiman adjetivos feroces, sangrientos, violentos y duros para insuflarle ketchup a sus tapas, a falta de verdadera sangre. Cristina no tiene por qué anticipar sus decisiones políticas, más aun cuando está en un momento de máxima acumulación de legítimo poder y no tiene ninguna necesidad de que el adversario le fije ni la agenda ni los tiempos. 


En vista de la crisis económica global, parece que este es el momento de adecuar los instrumentos económicos que están al servicio del proyecto político que venimos conociendo desde 2003 (refrendado en las urnas en forma categórica hace apenas un mes). El poder político decide los rumbos del país sin ceder a los aprietes de la derecha. ¿Acaso Cristina ganaría las elecciones para aplicar el plan de los sectores que perdieron? ¿Acumularía 54% de los votos para hacer lo que quiere la minoría derrotada? No. Eso no significa que no se puedan o no se quieran hacer las modificaciones necesarias para que el proyecto siga afirmándose. Algunos instrumentos que durante los últimos años tuvieron cierta legitimidad y eficacia parece que deberían adecuarse a la nueva realidad, tanto local como internacional. Entre ellos, economistas de derecha y de izquierda han coincidido en marcar la necesidad de hacer un recorte y reorientación de los subsidios que mantuvieron planchadas por largo tiempo las tarifas de los servicios públicos. ¿Por qué ahora y no antes? Hay una respuesta pragmática: los cambios hay que hacerlos cuando se vuelven imprescindibles, pero además -el kirchnerismo lo fue aprendiendo muy bien- los cambios se hacen cuando se acumula el poder para hacerlos. En años de emergencia económica los subsidios fueron eficaces reaseguros de la reactivación y de la protección del salario real y el empleo. Hoy, seguir con semejante nivel de subsidios podría afectar la solidez que se supo conquistar. Hay una clase media bastante desahogada, que en muchos casos recibe subsidios que son tremendamente injustos en comparación con otros sectores sociales más vulnerables. El recorte de subsidios puede leerse como una medida re-distributiva, así como antes lo fueron los mismos subsisdios. El momento de hacerlo es ahora, no antes ni después, porque se tiene más poder que nunca para hacerlo: hay sectores que van a patalear porque se les cortan los privilegios, entre ellos seguramente las clase media y media-alta porteña. El recorte tiene que hacerse de manera discriminada y gradual; y seguramente el kirchnerismo va ha hacerlo una vez más con el método del tanteo y error, sin dejarse marcar la cancha por la derecha. 


La derecha, claro, necesita ahora, una vez que se cayó la Operación Dólar y las otras que hubo antes, instalar el fantasma del ajuste. Las tarifas van a aumentar muchas más veces en las tapas de los diarios que en las boletas que se reciban en las casas. Algunos se asustarán por aumentos que les llegarán en forma más atenuada que la que temen, algunos otros se asustarán por un aumento que no les llegará (así como no llegó la devaluación); a los más pudientes les llegará y se enojarán más aún, porque siempre están enojados con este gobierno. Hace días se quejaban porque la AFIP no les permitía comprar todos los dólares que querían; ponían el grito en el cielo porque decían tener la capacidad de compra que la AFIP les negaba. Ahora esos mismos ponen el grito en el cielo porque dicen no poder pagar las tarifas sin subsidios: dicen no tener la plata que ayer tenían para comprar dólares. 

Es algo gracioso y un poco patético ver la tapa de Prensa Obrera, en consonancia con la de Clarín y La Nación, denunciando el Tarifazo que todavía no llegó y que no llegará a todos por igual.


Peter Gabriel & the New Blood Orchestra en Buenos Aires

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Otra vez Peter Gabriel en Argentina,  ya es su cuarta visita. Yo lo había visto en aquel Amnesty de los 80 y fue una experiencia inolvidable, hasta ese entonces nunca había visto a un músico de rock con semejante despliegue escénico. Y no hablo de tecnología, sino al concepto con el que Gabriel ponía en escena su música, lo cual incluía también a la tecnología. El estaba aquella vez (¿año 88?) en el pináculo de su creatividad, se había desmarcado de la carga que implicaba haber sido el frontman de una de las más grandes bandas de rock sinfónico, Genesis, y se había re-inventado como solista, con una música más básica y primal, contundente y bailable, sin perder sofisticación. También por aquellos años innovaba en el terreno del videoclip; de hecho, creo que hasta hoy algunos de sus videos de los 80 siguen estando entre los mejores jamás realizados.

Con aquella experiencia en mi memoria, no sé bien por qué se me escaparon las siguientes visitas de Gabriel a Buenos Aires. Pero esta semana me enteré de que volvía y, como yo tenía la noche de ayer libre, me dije: "es ahora". Y así fue. Se presentó en el club Geba, acompañado por la New Blood Orchestra, un ensamble orquestal de más de 50 músicos, la mitad proveniente de Londres y la otra mitad músicos locales (esa misma mixtura hace Gabriel en cada ciudad que va). Y tengo que decir que mi reencuentro con su música fue fascinante. Gabriel retoma sus viejos temas de diversas épocas, pero sobre todo de los años 80, a los que le agrega un par de versiones de temas ajenos (ayer hizo Heroes de Bowie y Apres Moi de Regina Spektor), y los recrea con un tratamiento orquestal excepcional. No hay en el escenario instrumentos de rock, de hecho creo que todo lo que allí suena es analógico, pero cada uno de los 50 miembros de la orquesta le aporta un color a las canciones, creando tramas sonoras arrebatadoras, a veces oscuras, a veces brillantes. Por momentos suenan sinfónicos, con ritmos irregulares y melodías de intervalos inusuales, pero en otros logran una potencia rockera impresionante. Verdaderamente las canciones parecen estar provistas de una nueva sangre y, en una época donde el sonido digital domina sin excepciones, escuchar la pureza tímbrica de las cuerdas, los timbales, los vientos y el piano de cola sonando a todo vapor resulta muy emocionante. La voz de Gabriel está perfecta, con esa mezcla de expresividad y potencia que ya le conocemos. No se mueve tanto arriba del escenario como en los 80, pero despliega algunas coreografías discretas y sugestivas. Hay concepto también: un dispositivo de pantallas bastante sobrio pero usado con un criterio cinematográfico le agrega emoción a cada tema. Los arreglos orquestales, de hecho, tienen un aire cinematográfico. Gabriel reconoce haberse inspirado, para remozar algunas viejas canciones, en las bandas de sonido de Alfred Hitchcock y Bernard Herrmann.

Creo que este es mi recital del año.

Manos en la radio

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Los discos 1
Hoy a la medianoche en La otra.-radio


Hands on the Radio by Chris Garneau on Grooveshark

Las manos en la radio.
partimos demasiado rápido
te dejamos al anochecer.

Lastimo a alguien
yo también te amo
te amo debajo de la luna
te amo debajo de la luna.

Esta ciudad es mi favorita
te prometo que volveré
chicas, se los prometo
chicos, se los prometo también.

Con las manos en la radio
volveremos pronto
volveremos este anochecer
los fans en el estadio
se van muy rápido
siempre se van al anochecer
siempre se van al anochecer.

Esta ciudad es mi favorita
les prometo que volveré
chicas, se los prometo
chicos, se los prometo también.

Esta ciudad es mi favorita
les prometo que volveré
chicas, se los prometo
y chicos, se los prometo también.

A la medianoche en La otra.-radio, los nuevos discos de Lou Reed & Metallica (Lulu), Tom Waits (Bad as me), Peter Gabriel (New Blood) y Chris Garneau (El Radio) Y también Achtung Baby (Deluxe Edition) de U2, con temas inéditos. FM 88,7. Online.

De vuelta en el montón

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Los discos 2
Hoy a la medianoche en La otra.-radio


Back In The Crowd by Tom Waits on Grooveshark

Si no quieres que estos brazos te sostengan
si no quieres que estos labios te besen
si has conocido a alguien nuevo
ponme de vuelta en el montón
pon el sol detrás de las nubes
ponme de vuelta en el montón.

Está librándose una batalla
entre el azul y el gris
y si no quieres mi amor
no hagas que me quede.

Llévate tu nombre
llévate estas alas
saca mi foto del marco
ponme de vuelta en el montón
pon el sol detrás de las nubes
ponme de vuelta en el montón.

A la medianoche en La otra.-radio, los nuevos discos de Lou Reed & Metallica (Lulu), Tom Waits (Bad as me), Peter Gabriel (New Blood) y Chris Garneau (El Radio) Y también Achtung Baby (Deluxe Edition) de U2, con temas inéditos. FM 88,7. Online.

Peperiodismo puro

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Ea Ea Pepé (Eliaschev)



por Oscar Cuervo

Pepe Eliaschev pertenece a la línea de comunicadores desorbitados que, después del triunfo aplastante de Cristina del 23/10 sólo atinan a exhibir obscenamente la impotencia de su furia. Con total incapacidad autocrítica acerca de la porción de la derrota que le cabe, después de años de tremendismo editorial, las columnas de Eliaschev son magníficos ejemplos de sermones dominicales sin feligreses, arrinconado en un suplemento de páginas amarrillentas de la empresa de Fontevecchia. Eliaschev no encuentra nunca ocasión de indagar alguna explicación racional de la derrota tan abrumadora de las ideas que ha venido defendiendo con pasión fanática. En cambio, proyecta esa incapacidad de analizar la realidad que él exhibe a la dirigente que acaba de revalidar su autoridad en elecciones democráticas de legitimidad irreprochable.

Pepe dice cosas como estas:

"¿Puede creer Cristina Kirchner que lo que le dicen, le escriben y le muestran es la realidad? ¿Puede tomar como el mejor de los caminos este recetario de torpezas infantiles y manotazos autoritarios con los que se pretende ofrecer una semblanza de gobernabilidad?"

"Enamorada de sí misma y de todo lo que dice, hace, omite y destruye, Cristina Kirchner experimenta ahora los corcoveos feos de la turbulencia. (...) Ese malambo siembra pánico".

"La Presidenta no tiene dudas. No sabe lo que es una perplejidad. Así, reparte mazazos".

"Atornillada más que nunca a un mesianismo caprichoso que impide admitir equivocaciones...".

"Montaña rusa política y cinismo ideológico...".

"Brilla la ausencia de explicaciones o de argumentaciones razonadas...".

"Es un liderazgo sostenido sobre el empacho autocomplaciente...".

"Todo sistema radial es un esquema imperial...".

"Las equivocaciones quedan impunes. La permisividad es absoluta y la despenalización completa...".

"Desapareció la conciencia de que el mundo es complejo y que los países no pueden ser conducidos arrastrándolos desde el hocico....".

"Tanta concentración del poder, tanta jactancia para ejercerlo en solitario, llevan irremisiblemente a un trauma fuerte. Puede tardar, pero –así las cosas– resulta poco menos que un pronóstico certero. La guerrilla contra el dólar, la debacle de Aerolíneas Argentinas y el ruidoso final del festival de subsidios son apenas incidentes menores que revelan profunda fatiga del material. Si el curso no cambia de manera profunda, las fisuras se ensancharán".

Así termina Pepe profetizando el desastre que se avecina en un futuro indeterminado, que más que conocer con certeza, parece anhelar. Su tonalidad y su (ausencia de) argumentación sacaron el 23/10/11 un 1,8% en la figura de Lilita. Lo más llamativo es que Pepe reproche desconexión con la realidad, falta de dudas y nula autocrítica a alguien, cuando su propio texto es un magnífico ejemplo de esos extravíos que, por otra parte, él atribuye a la líder política que una amplísima mayoría eligió para que siga gobernando el país.

¿Qué será para Pepe estar conectado con la realidad? ¿Qué significará para él ser autocrítico?

Yocasta

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por Martha Silva

Se trata de una versión de Edipo, la tragedia de Sófocles, narrada desde el punto de vista de Yocasta, la heroína. Bella y digna, de pie, sin el coro, sólo con lo que ella narra, para dar a conocer al pueblo cómo fueron los hechos. La acción se reduce a los principales personajes de la tragedia, que aún hoy nos siguen hablando.

Edipo es el hombre del poder y por ahí pasan las coordenadas de la pieza. Es además el culpable principal de las calamidades que bajo su gobierno acaecen en el reino de Tebas.

Todos y cada uno de los actores cumplen a la perfección el rol asignado; es difícil establecer prioridades, aunque Carlos Kaspar (Creonte), junto con Jessica Schultz (Yocasta), llevan adelante una labor admirable.

La tragedia es el género de lo no común; en ella acaece lo no acostumbrado, lo insólito, lo que transgrede la prohibición magna. En Yocasta se habla no sólo del crimen (el parricidio) sino del incesto, por más que el protagonista lo cometa sin tener cabal conciencia del hecho.

Freud ha hablado del Tótem, el antepasado del clan, el pariente de sangre: ”Los miembros de un único y mismo Tótem no deben entrar en relaciones sexuales y, por tanto, no deben casarse entre sí con miembros del sistema totémico" -dice describiendo este sistema en Tótem y Tabú. Si se violaba esta prohibición, devenía la venganza de la tribu entera y sucedían calamidades enviadas por los Dioses. Esta ley no escrita, a+un hoy, a 2500 años, mueve a la piedad.

Una versión digna, de Héctor Levy-Daniel, que nos sigue conmoviendo.

Teatro Anfitrión, Venezuela 3340. La última función se llevará a cabo el próximo viernes 25 de Noviembre.
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