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Rívolo aparte: La vanguardia es así

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por Oscar Cuervo

El fiscal Giselle Rivolo es el que creía que se puede hacer un allanamiento para las cámaras, para obtener pruebas decisvas, como un recibo de expensas. Pruebas que se podían obtener por trámites menos televisivos. ¿Se acuerdan? Bueno, Giselle fue. La vanguardia es así.

Durante meses, La Nación y Clarín nos informaron en detalle sobre los apasionantes pormenores de las expensas, la factura de Cablevisión, el padre de Carozo y la madre de Narizota. Todos temas de una gravedad institucional que queda evidenciada por el elocuente gráfico que engalana esta entrada. Eso cualquier idiota lo sabe. Sobre todo si es rematadamente idiota. La Operación Rímolo del Affaire Rafecas del Caso Ciccone del Expediente Secreto Boudou tiene ribetes escalofriantes: se trataba de rozar a la Presidenta en un hecho que consistía en demostrar si un depto de Puerto Madero tenía un inquilino que había pagado las expensas que... estequé, cof cof. Un espanto. Ahora que la dupla RR (Rafecas Rívolo) se cayó por su propia insustentabilidad, está a punto de reunirse el Estado Mayor del Fariseísmo Moralista Solá, para decidir la canción que van a cantar Porta Fouz, Fernando Bravo y Nelson Castro en el programa cómico de Lanata este domingo.

¡Queremospreguntar! ¡Queremospreguntar!

Un souvenir de la nada

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Morphine, Elliott Smith, Raúl Perrone
Un programa para descargar (14 - 5 - 2012)
Link de descarga




Recuerdo haberte visto, estábamos super low
rodeados de los sonidos de los saxofones
y recuerdo estar tan cerca, pero nunca solos
vos me diste un poco de algo para llevarme a casa
se me cayó en el suelo
se me cayó en el suelo
lo dejé caer en el suelo
se me cayó.

Si tan sólo pudiera recordar el nombre, sería suficiente para mí
porque los nombres son la clave, los nombres son la clave
Si tan sólo pudiera recordar el nombre, sería suficiente para mí
porque los nombres son la clave, los nombres son la clave
un souvenir de la nada.

Traje a casa un souvenir de la nada, cabe en un bolsillo
un souvenir de la nada, de algún lugar en el que nunca estuve
se me cayó en el suelo
se me cayó en el suelo
lo dejé caer en el suelo
se me cayó.

Si tan sólo pudiera recordar el nombre, sería suficiente para mí
porque los nombres son la clave, los nombres son la clave
Si tan sólo pudiera recordar el nombre, sería suficiente para mí
porque los nombres son la clave, los nombres son la clave
un souvenir de la nada.

Recuerdo haberte visto, estábamos super low
rodeados de los sonidos de los saxofones.

En el último programa de La otra.-radio, hablamos de política y violencia en la Argentina reciente, a partir del libro de Pilar Calveyro, Poder y desaparición. La canciones fueron de Morphine y Elliott Smith.. Nos comunicamos con Martín Farina, nuestro corresponsal en el MARFICI. 

Pero tuvimos una sorpresa:  volvimos a hablar con Raúl Perrone, el director del Tríptico que se está proyectando durante los fines de semana de mayo en el cine Cosmos. Esta vez conversamos de Los actos cotidianos (segunda película del Tríptico). Las proyecciones que siguen de esta obra del cineasta de Ituzaingó son las siguientes:


Jueves 17 de Mayo (y durante todo el fin de semana) / 22:00 hs. / Estreno de AL FINAL LA VIDA SIGUE, IGUAL

Jueves 24 de Mayo (y durante todo el fin de semana) / 22:00 hs. / Proyección completa del TRIPTICO

Jueves 31 de Mayo (y durante todo el fin de semana) / 18:00 hs. – 20:00 hs. – 22:00 hs. / Proyección completa de TRIPTICO



Palabras de Raúl Perrone

¿Por qué quiero filmar? ¿Para qué seguir filmando? Son preguntas que me hago a diario y siempre llego a lo mismo: porque si, para seguir contando.

¿Y por qué carajo seguir contando? Si siempre digo ¿esta va a ser la última? Y ya estoy pensando en otra, y mil veces me puteo y mil veces me seguiré puteando.

Nunca pienso en fundaciones, ni el instituto, ni en concursos. En nada, simplemente salir a filmar, pero… ¿para qué? Si no tengo nada que ver con esto, ni siquiera gano guita(al contrario) y tampoco sé cómo se hace (ganar guita, digo).

No tengo nada que ver con este mundo, cada vez me importa menos este circo que rodea al cine, pero quizás quiera dejar un documento, tampoco estoy muy seguro.

Hace bastante que terminé el TRIPTICO (Luján, Los actos cotidianos y Al final la vida sigue, igual). Hoy las puedo mostrar, que las puedan mirar, hablo de MOSTRAR, me gusta mas que estreno.

Igual sigo pensando para qué filmo, para qué sigo haciéndolo y no se por qué carajo no puedo dejar de hacerlo. El otro día me preguntaron que era para mí el cine y dije, no sé.

¿Por qué hacer 3 películas? No es una decisión caprichosa sino que responde a un mismo concepto de obra.

Las 3 películas del tríptico se vinculan visualmente a través de una misma paleta de colores, pero también en su discurso ético, todas hablan de esos habitantes del conurbano quienes, a pesar de la soledad y el desencuentro, logran salir adelante y seguir viviendo.

Como dice el último de los títulos, al final la vida sigue, igual.
Y también está vinculado a mi deseo de abandonar las formas tradicionales de estrenar por eso hablo de mostrar y hacerlo de manera más directa e íntima.
Quiero seguir buscando el riesgo estético como lo vengo haciendo desde hace tiempo.

Es el camino que elegí y es lo único que me hace querer seguir soñando en hacer películas, seguir buscando belleza en las imágenes, seguir reflexionando, seguir siendo honesto y no especular como hacen tanto que se autodenominan INDEPENDIENTES.

Nunca me interesó ser correcto, pedirle permiso a nadie ni ayuda económica a instituciones, fundaciones, concursos y perder años de mi vida buscando quien me banque un proyecto, por eso sigo trabajando con mi pequeña cámara digital y amigos y hago lo que creo que tengo que hacer.

No recuerdo las fechas de las grabaciones, ni los meses, solo sé que fueron 25 martes, 9 meses y medio, y mucho, mucho trabajo.

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Marfici 2012: Hachazos

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por Martín Farina

Esta película tiene un tiempo considerable de vida, y bastante bien se ha escrito ya sobre ella. Para mí al verla hubo como un simulacro que impulsó algunas ideas al respecto.

Son estas: el cine no es una forma más de expresión artística. Es el continuo recuerdo de un origen. Es un no más subsidiarios. Es menor, deudor y un atentado literario. De sus dos expresiones hegemónicas, la ficción y el documental, sucede hoy el camino del desencuentro con alteración voluntaria, y películas, como hachazos, foguean la paradoja: el cineasta que piensa el cine a partir de un cine que piensa al cineasta. Y los cineastas son muchos. Hoy somos todos.

El proceso de confección de la obra y el pensamiento de su motivo hacen brotar, simultáneamente, el documento que se erige como objeto por y para el cine. El medio y el fin son aquí la misma cosa. Porque existe el montaje, ya no hay un momento anterior.

Claudio Caldini y Andrés Di Tella están hoy en el mismo (y único) lugar. Hace tiempo que se instaló esta preocupación en el cineasta: ¿cuál es la evidencia que persigue una prueba? El motivo central de la muestra es un acto de sinceridad, defensor de la autenticidad del momento vivido. Una verdadera subjetividad parece ser una justificación o una calma, una prueba de vida.

Di Tella utiliza el método de la reconstrucción. El cine es el método de la reconstrucción. Es el montaje, es eso y poco más. La vida de Claudio Caldini vista a través del cine permite hoy volver a pensar su obra cinematográfica. Una obra que no casualmente nadie conoce y difícilmente conocerá. Este no es el límite. El límite de esta obra no pone los márgenes de la observación de Di Tella, y la reconstrucción se lleva a cabo en diferentes planos, opuestos y simultáneos. Caldini está vivo, su cine está ausente. Los que vivieron con él, olvidados, muertos, asesinados y presos. Di Tella, consagrado y vigente, acepta los límites del control y los excede haciendo evidente su aceptación. La película es un testimonio de esa búsqueda, y resulta entonces una reconstrucción de un origen. El de Caldini, el de Di Tella y el del cine. El de cualquiera que quiera una verdad. 

Hay un placer en el hacer del cine que se traduce en momentos autorreferenciales, del cine por el cine mismo. Como decir que hay un placer en el hombre por nacer siempre erguido, aunque ni sepamos cómo, y hayamos olvidado el camino que nos trajo hasta este lugar.

¿No es el cine un arte libre? Creo que busca en el origen el ser de su existencia.

Odio tu fingida solicitud

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(Beast, Christoffer Boe, Dinamarca, 2011)


por Gabriela Zubiría

Las relaciones entre las personas son algo complicado, las relaciones de pareja (como un gran subconjunto del anterior) lo son más aún.

Beast se centra en el final de una relación de pareja, precisamente, en ese momento en el que uno de los protagonistas ha tomado la decisión de terminarla. Siempre escuchamos que en el marco de las relaciones -amorosas, en este caso- las “cosas” que pasan son responsabilidad de ambos participantes, pero es un hecho que terminar siempre es decisión de una de las partes. 

Beast habla de la capacidad, y no solo metafórica, que tiene cada persona para convertirse en una bestia, manifestado desde las reacciones más animales hasta las complicaciones más extrañas de las que somos capaces para lastimar a alguien, en un intento desesperado de aferrarnos a él, al punto tal que Bruno, el protagonista masculino, repite como una letanía: "quiero que estés dentro de mí y quiero estar dentro tuyo". 

"Odio tu fingida solicitud. Tu imagen de buena y entregada. Nunca das nada. No puedes, eres una bestia. Te amo porque eres una bestia", dice Bruno, y parece sugerirnos que es él quien se está volviendo una bestia, pero es también el reclamo que le hace a su mujer a la que, de alguna manera, ya sabe perdida. 

Ambos están concientes de algún modo de ser tan inocentes como culpables, la respuesta es simple y brutal: todos tenemos la capacidad de hacer daño. A partir de esto la película se desarrollará en una trama de engaños y culpas, una extraña -aunque muy leve- escena de canibalismo y un sostenido crescendo hacia locura, como el abismo.

Christoffer Boe, el director de Reconstruction (2005), propone una interesante vuelta de tuerca sobre una historia tantas veces vista, la de la ruptura amorosa con un tono sincero, entre lo cruel y lo tierno, para un tópico sobre el que es fácil caer en el idealismo: el amor en su faceta más desesperada, que se vuelve desoladora cuando Bruno pregunta: ¿por qué no tuvimos la vida que soñamos?

Marfici 2012: Accidentes Gloriosos / La Sensibilidad

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por Martín Farina


Accidentes Gloriosos

Es la última película del director de Iraqui short films, Mauro Andrizzi, esta vez en co-dirección con el sueco Marcus Lindeen. El mediometraje fue premiado en vencía 68, en la sección Orizzonti, por nada menos que Jia Zhang-ke, quien dijo: “interesante collage“.

La película es un corto viaje de larga intensidad. Algo que no sucede en un espacio cinematográfico identificable por el tiempo -a través del cuál las cosas van sucediendo-, sino en el recuento de los casos que pudo suponer la imaginación.

Hay una voz en off (Cristina Banegas) hipnótica, convincente, que atraviesa toda la desconexión onírica del film. La película no respeta el principio de no contradicción, el que organiza  los actos psíquicos de la conciencia de la vida, por ejemplo la mía. El montaje aquí se articula a través de una lógica incomprensible que genera un tipo de placer bien organizado. Quiero decir: no es una orgía de placer. Es algo interesante, un casi sin sentido bien ordenado, pero con espacios débiles también.

Sucesivamente, hay varias historias que atraviesan una duración temporal (acaso no sería una película). La voz en off de la mujer que cuenta las historias permanece inalterable, aunque lo que suponemos sería siempre ella, va mutando en diversas representaciones (cito, creo que es el mejor adjetivo posible a la hora de hacer el recuento). Hay en todo un desacuerdo narrativo, que va subiendo y bajando, hasta lograr momentos de verdadera conmoción. Podría ser algo así: la mujer que habla primero podría haber sido el hombre que recibió el órgano después, el que escribió las cartas, o el que atropelló a la mujer, o inspiró los cuadros, o sacó las fotos, o escribió las cartas, o pintó los cuadros.
Hubo un accidente que desencadenó todo, o hubo casi mil que no tuvieron conexión. Todo suena medio idiota, pero el efecto es dulce, mecedor. Interesante. Inclusive al oír la palabra poronga varias veces seguidas. Una prueba de la emoción del sentido improbable. Si es un hecho, ¿cuál es el verdadero poder del cine? Entonces no hay hechos, solo hay interpretaciones.


La Sensibilidad 

Es una película cordobesa de Germán Scelso que quise ver desde el Bafici y no pude. Relato paralelo de dos abuelas de un mismo nieto, con historias diferentes y algunos finales comunes: sendos hijos desaparecidos durante la última dictadura cívico militar, que endeudó al país como nunca antes se había hecho. Una regresó y el otro no. Esto, que bien podría ser el argumento, es solamente el prólogo de algo más interior, complejo y escurridizo. Es la historia de un origen. El origen de la sensibilidad dentro del retrato familiar.

La abuela 1 es muy sensible, y la abuela 2 no consigue llorar ni una sola lágrima -hasta pensó echarse algo en los ojos para forzar el llanto y que no se le resequen para siempre. La abuela 1 es muy buena y amorosa con hijos y nietos; la abuela 2 casi ni los tocó nunca: uno de sus hijos ya de grande se conmovió al tocarla por primera vez. La abuela 1 familia de carniceros, la abuela 2 inmigrantes españoles que hicieron inmensa fortuna en el país. Y así un montón de cosas simpáticas, tristes o conmovedoras. En este sentido, es una película respetuosa que prioriza el testimonio a cámara de ambas abuelas y posa la mirada en lo inmediato cotidiano, a saber: programas de televisión preferidos, meriendas, heridas, portarretratos, veredeas, anécdotas y pensamientos sepultados.

El director reconstruye así el árbol genealógico del origen de esa falta y ese exceso de sensibilidad en sus abuelas. Por aquí transita el móvil común de estos dos mundos particulares: la mujer que volvió de la muerte puso en palabras de su madre el horror que todavía hoy sigue velado para el hombre que todavía se hace esperar.

Apichatpong no puede creer lo de Wolf, Trerotola y Porta Fouz

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Fotografía: Gabriela Zubiría

por Oscar Cuervo

Antes de su paso por Cannes, Apichatpong Weerasethakul, Joe para nosotros, se dio una vuelta por el MARFICI, paseamos un rato por la Rambla, le di el último número de revista La otra, se río mucho con la nota a Lucas Carrasco.

Después fuimos a ver Tierra de los padres. Quedó muy impresionado, me preguntó cómo había sido recibida la película en el Bafici. Le dije que esta función en el Melany era el estreno nacional, que Wolf, Porta Fouz y Trerotola la habían rechazado. Movió la cabeza. Con su parquedad habitual y su voz suave me susurró: qué alcahuetes estos muchachos macristas.


Después lo acompañé a la terminal y se tomó el micro a Cannes.

Los que quieran seguir la excelente cobertura del Festival de Cannes que está haciendo Roger Koza, clickear acá.

Baladas hiper des cubiertas

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por Cristian Bonomo

Casi todos los músicos empiezan tocando temas de otros. Esta experiencia recorre toda una escala, que va desde la transcripción de una obra de Bach al piano, pasando por los standards de jazz, el repertorio folclórico, hasta llegar finalmente al cover como se lo conoce en la música popular actual. Algo de esto escucharemos hoy en La otra.-radio. FM La Tribu, medianoche.

¿Quién es el denunciante de Boudou?

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Este domingo a la medianoche El Pájaro Salinas en La otra.-radio.
FM La Tribu. 88.7. Online

Además, todo sobre el Marfici, donde ganó Papirosen, la gran película de Gastón Solnicki.


por el Pájaro Salinas

Boudou está inmunizado...

... contra todos los males de este mundo. Porque si su principal denunciante por supuesto enriquecimiento ilícito es Christian Sanz (a) El Mago Cris-Chan-Tan, el mismo que, entre otros dislates aseguró que la Presidenta jamás se recibió de abogada, el fallecido Silo abusaba sexualmente de sus seguidores y Marita Verón ejercía la prostitución antes de que la secuestraran, está salvado.

Yo vengo denunciando a este plagiario compulsivo desde hace muchos años, pero no los quiero abrumar. Simplemente, hojeén esta nota:


mago, refutador de macaneadores y macaneador el mismo. La red está llena de fundamentadas denuncias acerca de su pasión plagiaria, su compulsión por el copy & paste. Sin saberlo, lo conocí hacia fines del menemismo, cuando él tenía redactado un libro sobre Alfredo Yabrán. Me pidió que le hiciera un prólogo y accedí, básicamente porque el tema Yabrán, el resquebrajamiento del menemismo, me había apasionado tanto como las andanzas de Monzer al Kassar. Mucho.

Por entonces, Sanz me admiraba hasta el arrobamiento. En internet hay sobradas pruebas. Y lo que más admiraba era mis investigaciones sobre el atentado a la AMIA.

Pasó De la Rúa, pasó duhalde, pasaron tantos. Advino, como maná del cielo, como inmerecido bonus trak, el kirchnerismo. Y Sanz, gracias a su relación con un ex secretario mío que se había quedado una copia de mis archivos, comenzó a hacer copy & paste a troche y moche. Primero me citaba, y cada tres o cuatro oraciones, insultaba al presidente Kirchner. Como le dije que no me utilizara para eso, dejó de citarme. Sanz se copiaba tan sin pudor, que hasta copiaba los errores.

Cuando le dije que lo que estaba haciendo se llamaba plagio, se indignó (repito: no sabía entonces que no era el primero ni mucho menos en denunciar su pasión carbónica, una auténtica compulsión) hasta el punto de exhumar un viejo panfleto escrito por unos dicen que santafesinos, parece evidente que al servicio del SIN (Servicio de Información Naval) como el mismo Sanz reconoció, y que sospecho lo pergeñaron más que contra mi, contra quien era entonces mi empleador) y adobarlo con los viscosos susurros de gentes que me odia con absoluta justicia como Carlos Tórtora -hoy editor del emético "El Informador Público"- y Jorge Boimvaser, cuya conversión del ERP a los servicios el ejército describí en El Porteño a fines de los '80.

Así, Sanz, casi sin poner nada de su parte, amasó una albóndiga pútrida: Que yo habría sido secuestrado por el grupo de tareas de la Esma y pactado con mis captores trabajar para ellos en el exilio; que vivía entregado a la lascivia con dos nenas de 14 o 15 a la par que me acostaba con un rico empresario al que extorsionaba, que era dealer de cocaína, mercenario de los sionistas y otras cosas por el estilo. Por supuesto, sin ninguna fuente declarable y en contra de toda evidencia.

Además de en su "Tribuna de periodistas" (hooligans), publicó esas calumnias en otros sitios, particularmente en uno llamado Seprin (originalmente quería decir "servicios privados de inteligencia"... lo que demuestra que, efectivamente, eso es lo que eran y son: servilletas descerebradas).

Quise hacerle juicio a Seprin, pero Pablo Jacoby (que también tenía en sus manos una querella iniciada contra esa fosa séptica por Miguel Bonasso), si bien no me dijo que no, me dijo era era muy pero muy difícil y me sugirió encarará una mediación. Eran los momentos iniciales del diario Crítica y el socio de Jacoby, el ex juez federal Gabriel Cavallo, era el CEO del diario Crítica, dirigido por Lanata.

Observé que si bien Jacoby no me había quitado de su galería de periodistas (tiene a todos sus muchos clientes y amigos del gremio retratados en la pared de su estudio) me había puesto detrás de la puerta, seguramente para no molestar a Lanata y a otros de sus clientes que no me aprecian.

Estábamos en aprontes cuando se desató el conflicto entre el Gobierno y Clarín. A partir de entonces Pablo Llonto y yo dejamos de estar solos. Gabriel Cavallo (dicen las malas lenguas que hay un periodista consagrado que estudia escribir un libro exculpatorio con el título La bestia que yo inventé) se estaba arrimando a Magnetto. Hoy es el abogado de La Apropiadora.

En este contexto, todo quedó en agua de borrajas.

Me consolé pensando que un tipo que no le hace ascos al impresentable Führer local, Alejandro Bionini, no puede causar demasiado daño... aunque no estoy seguro.

Me entero hoy aqui, que Seprín aparecerá como revista de papel. Otra que Activia.

Aunque escrito como la mona, el aviso tiene un párrafo rutilante:

Contamos con un staff de lujo,entre estos Christian Sanz .Con información de fuentes privilegiadas y en este contexto hemos decidido democratizar la información clasificada, aquella que sólo una elite puede acceder.

¡Su periodista-estrella es el mago Cris-Chan-Tan!

Quién por cierto, este año volvió a publicar un nuevo refrito contra mi.

Como siempre, sin una sola fuente.

Hace años que dice estar buscando un sobreviviente de la Esma que diga que yo estuve allí, secuestrado. O aunque sea, a alguno que haya escuchado adentro decir que yo habría estado. Como Sísifo, consumirá su vida buscándolo.

La inmoralidad palmaria de Sanz es tanta que sostiene que soy un fallecido suboficial carpintero homónimo que revistó en el Batallón 601 de Inteligencia del Ejército.

Si él y su editor Héctor Alderete se atreven a publicar esos infundios calumniosos en papel, les haré juicio.

Los mantendré informados.

Erradicación de los gatos

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por Martha Silva

Yo tenía pocos meses cuando un gato que rondaba siempre la casona donde nací me dio un zarpazo y estuve a punto de perder el ojo derecho.

Todos, por entonces, estuvieron pendientes de ese suceso y como medida precautoria los gatos -incluido este, naturalmente– fueron erradicados de mi casa y de mi entorno de ahí en adelante. Como vivíamos en un pueblo del interior del país no era difícil encontrarse con animales de todo tipo, incluso por las calles del mal llamado “centro”. Los chicos del pueblo convivíamos con toda suerte de animales domésticos.

El perro de mi casa denunciaba en forma estentórea toda posible infiltración de un nuevo felino.

La muchacha que ayudaba en las tareas domésticas, mi hermano y el empleado del escritorio de mi padre tenían expresas instrucciones en torno a este tema de evitar los gatos.

No era tarea fácil.

Todas estas precauciones se extendieron durante toda mi infancia, lo que solía acarrear ciertos inconvenientes. Por ejemplo: cuando debí concurrir a la escuela,  mi madre se vio obligada a contratar -por decirlo así- a una chica algo mayor que yo que ya estaba en segundo grado y era denominada “ la chica de la botellita”, porque siempre portaba ese elemento. Su misión con respecto a mí era claramente evitar la cercanía de los gatos –y gatas- que pudiera haber por el patio de la escuela durante el recreo.

En relación a mí, debo confesar que no les tenía miedo a los dichosos gatos, porque ni siquiera recordaba el hecho que me narraran. Solamente imaginaba a veces el zarpazo aquel y me aterraba un poco la posibilidad de haber tenido un agujero donde por fortuna lucía mi ojo derecho, de color castaño y características normales.

Unos años después, mi padre trajo a nuestra casa a unas hermanastras mías, hijas de su primer matrimonio, que tenían una enfermedad infecciosa que contraje inmediatamente, de la que estuve a punto de morir. Pensé que como en este suceso no había de por medio ningún gato a mis padres no se les había ocurrido  adoptar ningún tipo de precaución.

Hoy en día los gatos y yo nos evitamos mutuamente. Esto se puede lograr con facilidad viviendo en la ciudad. Además, siempre me gustaron mucho más los perros.

No son tan inquietantes e imprevisibles.

Ellas

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(Nicolás Villalobos, 2011)
Visuales LIV‏


por Liliana Piñeiro

Ladrón de almas, el fotógrafo sabe dónde encontrarlas. Sigue el rastro de luz y atrapa el punto exacto donde la fragilidad abre los rostros.

Ellas miran quietas, sorprendidas más allá de sí mismas. Vida abismada en sus extremos, y expuesta.

Robada para un instante en la eternidad.

Según la Corte Suprema, la cláusula desmonopolizadora de la Ley de Medios no afecta la libertad de expresión, sino sólo los negocios del Grupo Clarín

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Clarín y las cautelares con fecha de vencimiento


Qué fecha

Fallo del día (unánime y en pleno, con un voto de Petracchi rarísimo, que dice estar de acuerdo pero no compartir "todo" lo que dijo la mayoría) de la Corte Suprema: el día 7 de diciembre de 2012 regirá (también para el grupo Clarín) la cláusula de "desinversión" de la Ley de Medios, que fija un plazo de un año para adecuarse a los límites de licencias que aparecen en el nuevo régimen legal (y que implicarían para el Grupo devolver más de doscientas licencias de medios que actualmente maneja).

(...) La Corte recuerda que la AFSCA reglamentó los mecanismos de transición y el dia D genérico (para todos menos para Clarín) ya sucedió el 7/12/2011, con lo que la desinversión se haría inmediatamente aplicable con el levantamiento de la cautelar.

En uno u otro caso, descontamos que habrá muchas demandas de segunda y tercera generación en el camino de implementación de la ley, lo cual estirará el horizonte de transición bastante más tiempo.

(...) La Corte: analiza el caso y advierte que una vez obtenida la cautelar, Clarín se sentó sobre el no innovar que tenía a su favor: "entre el dictado de la medida precautoria y la notificación de la demanda transcurrió un año, por la sola voluntad de las peticionarias, lo cual resultaría demostrativo de un interés más centrado en lo provisional que en la resolución definitiva del pleito".

Esta doctrina, entonces, vale para Clarín pero también para muchos otros objetos procesales de la galaxia cautelar:

"Es importante senalar que tanto los jueces como los litigantes deben perseguir la resolución definitiva de la controversia y que en ese proceso el instituto de las medidas cautelares aparece como un medio idóneo para asegurar el cumplimiento de un eventual pronunciamiento definitivo. Sin embargo, no es posible tolerar que, a partir de la obtención de tales medidas -que pueden en ocasiones agotar o suplir el contenido de la pretensión principal-, una de las partes pueda desentenderse de la marcha del proceso principal o prolongar artificialmente su duración, ya que ello constituye un supuesto de ejercicio contrario a los fines que la ley tuvo en miras al reconocer este tipo de medidas".

(Sigue la Corte): "...las medidas cautelares deberían ser cuidadosamente limitadas en el tiempo, mediante plazos razonables, adecuados a las características particulares de cada supuesto, atendiendo en especial al gravamen que la medida pueda causar a su sujeto pasivo, a la naturaleza del proceso o acción en que se la impetra, al alcance de la prolongación excesiva del proceso en comparación con la pretensi6n de fondo, etc."

Y en particular asume que la regla "requiere ser ponderada en los casos en que se trata de cuestiones de naturaleza patrimonial" sobre todo "en las que no está en cuestión la solvencia porque el Estado es demandado" (si, lo estudiamos en administrativo y debe ser verdad: "el Estado es siempre solvente" *le hace comillas con los dedos al interlocutor*).

Esto es interesante, porque tal como la ve la Corte, el reclamo de Clarín es exclusivamente un tema patrimonial, y al fin y al cabo (sólo) ...

... estamos hablando de plata

La Corte encuadra el caso en los propios términos en que lo plantea Clarín. Visto desde afuera, uno ve un sorprendente error técnico de la estrategia "judicial" de Clarín, que -a diferencia de la estrategia "comunicacional"- no ubicó el reclamo por la cláusula de desinversión como un simultáneo agravio a la "libertad de expresión". Mi hipótesis del error: el sesgo ideológico patrimonialista que nubla el criterio de muchos abogados corporativos.

Dice la Corte que "en la causa no hay mas que una mención al tema" y "ningun elemento probatorio que demuestre de que modo resultaria afectada esa libertad". (No digo que ese encuadre actoral hubiera prosperado, pero sorprende que no se haya intentado al menos una introducción más documentada y robusta del agravio)


Obiter dicta: el derecho comparado regulador de medios y el campo de lo litigable

En una apostilla sugestiva, la Corte da un paso más: dice que las normas de desinversiones son necesarias, recordando que "en todo el derecho comparado existen normas de organización del mercado en el campo de los medios de comunicación, sin que su constitucionalidad haya sido cuestionada de modo genérico".

No de modo genérico, tal vez sí de un modo específico. La frase está redactada para que se evite decir que hay un prejuzgamiento, pero a la vez liquida en una oración varias resmas de artículos que hemos visto escritos desde 2009 y encuadra el asunto como un tema "de mercado".

(...) ¿Esto es una "sorpresa" para un observador de la Corte? No tanto, la Corte había dado señales muy explícitas de que iba para ese lado.

Por empezar, la confirmación de la cautelar en octubre de 2010 había sido -lo dijimos aquí- una libertad bajo palabra: se dio con la advertencia de que las cautelares no pueden durar toda la vida. La despreocupada y poco responsable respuesta de Carbone (que nosotros sintetizamos como un sine die no problem) era muy poco sostenible ante la Corte, que obviamente revoca este fallo y le pone fecha cierta.

Ya más cercano en el tiempo, recuerden cuando revisamos el discurso inaugural de Lorenzetti este año y esas palabras de que la tarea de la justicia como un controlador de "límites al poder" vale tanto para el poder del Estado como al de los "poderes fácticos", y luego la idea de que está mal que siempre (incluso desde la justicia) intentemos resolver las cosas "de modo provisorio" asumiendo que "lo definitivo tardará demasiado".

(Leer completo acá).

Tierra de los padres

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Marfici 2012


por Martín Farina

Tuvimos el honor de asistir al estreno en Argentina de la película Tierra de los padres, junto a su director Nicolás Prividera y su productor Pablo Ratto. También pudimos conversar ampliamente con ambos y, en mi caso, comprendí con mayor claridad algunas ideas del director respecto de la película y la polémica que en torno a ella se generó por estos meses. Hoy la polémica ya no es un tema para destacar, las ideas del director sí.

Tierra de los padres es una película de planos fijos y encuadres muy precisos, con una notable calidad de imagen, resultado de un rodaje con cámara fotográfica de gran calidad y bajisimo costo. Como me contaba Nicolás, esto fue además muy favorable para evitar que la gente prestara atención a la cámara, ya que por ser un instrumento pequeño no incomodaba a los visitantes.

Quisiera contar una sutil confesión que me sugiere Nicolás casi al pasar: “Algo que me llama la atención de esta película es que no se haya hecho antes. Yo pensaba hace un tiempo 'hagámosla ya, a ver si alguien se aviva y la hace antes que nosotros'".

Algo de esta idea pienso que se inserta en el propio transitar de la película que recorre -¿pacíficamente?- el Cementerio de la Recoleta por todos sus rincones. Porque, en cierta forma, un cementerio nos pertenece a todos y a su vez a nadie. El cementerio es de los muertos y, por acto transitivo, de los vivos que recuerdan a esos muertos. ¿Qué hay de los muertos en nosotros? ¿Qué muertos recuerda un país? En este sentido, Prividera desarrolla en los diferentes momentos del film una especie de “tipología de la muerte y el recuerdo“ en un país.

Si bien el cuerpo central del film está ubicado en Recoleta, hay un prólogo y un epílogo que se ubican en otros ámbitos y a partir de imágenes en movimiento. Como si los muertos de la necrópolis estuvieran de algún modo estáticos en rincones oscuros de la memoria colectiva. Y hubiera otros muertos que quedaron retenidos, como fantasmas de un suelo ausente, sin lugar, vacantes.

El prólogo se configura a partir de material de archivo que muestra enfrentamientos sucedidos en espacios abiertos. Y el epílogo es un momento que no describiré aquí, pero propone una visión distinta, a partir de un desplazamiento de cámara memorable. En los tres espacios hay muertos, muertos que se miran desde perspectivas antagónicas, que libran un conflicto por la hegemonía del sentido histórico. Muertos que se visitan, se disimulan, se esconden y se esfuman. Los muertos de un cementerio de la memoria que divide y presiona el pensamiento de los argentinos. ¿A quién le concierne contar la historia? ¿Qué pasado está en el presente? ¿Quién dirige la mirada hacia el patrimonio del recuerdo?

En este punto, la película tiene al menos dos posibilidades para ser pensada que creo no son excluyentes (tomaré algunas palabras prestadas). Tierra de los padres goza de una extraordinaria e inquietante indeterminación, en el sentido de que es mayormente una contemplación erótica de un lugar cuanto menos tenebroso. Existe, a su vez, una politicidad por la cual la inherente interpretación del film afecta a la concepción de sí misma que tiene nuestra sociedad. Tierra de los padres es, en gran medida, una estrategia de producción de nuevas simbolicidades, de nuevos imaginarios que construyen sentidos determinados para las prácticas sociales.

El film invoca palabras violentamente esquivas de la memoria histórica argentina a partir de una estrategia de reinterpretación política. Prividera, a mi parecer, toma por las astas un espacio simbólico en el que se juega el conflicto entre diferentes sistemas de representación que nuestra sociedad construyó sobre sí misma. Y lo hace a partir del espacio público y político donde vive la muerte.

¿Dónde vive la muerte de un pueblo?

Creo que Tierra de los padres desata una lucha por el sentido que busca movilizar los imaginarios colectivos, para redefinir el proceso de producción simbólica por el cual una sociedad y una época se explican a sí mismas el funcionamiento del poder.

El adversario

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Dante Palma el domingo a la medianoche en La otra.-radio. 
FM La Tribu. 88,7. Online



Las líneas que siguen corresponden a un extracto de la introducción de El adversario, el nuevo libro de Dante Palma, que viene a presentar el domingo a la medianoche en La otra.-radio.

Desde su asunción como presidente de la República, Néstor Kirchner se caracterizó por un estilo confrontativo que rápidamente se transformó en un elemento identificatorio de su mandato. En este sentido, buena parte de las medidas trascendentes tanto de su gobierno como del de su esposa, más allá de su incidencia práctica, están cargadas de una épica que tenía bien en claro a su oponente. Esta lógica de la construcción política, que es reconocida por seguidores y detractores, comenzó rápidamente a ser puesta en cuestión por las principales usinas de pensamiento que veían y ven en el kirchnerismo el fantasma del populismo demagogo que, según ellos, es propio de la matriz peronista. Aparecieron, así, los cultores de una democracia del diálogo y el consenso frente a lo que se identificaba como una política de la crispación, y se abusó de comparaciones que flaco favor le hacen a la historia y a las víctimas cuando relacionan el gobierno kirchnerista con el autoritarismo de regímenes genocidas como los de Hitler, Mussolini o Stalin.

En esta línea, especialmente a partir del conflicto con las patronales del campo en 2008 y la consecuente polarización que se dio en la sociedad, ciertos divulgadores comenzaron a identificar al proceso inaugurado en 2003 y su forma de entender la política como parte de una lógica que se nutría esencialmente de la identificación de enemigos. Esta interpretación sesgada suponía que cualquier tipo de construcción política que reivindicara la disputa como elemento vertebrador de la acción política y no abogase por los consensos transversales llevaría necesariamente a una lucha fratricida que no era más que la remake vengativa de aquellos jóvenes imberbes que habían sido expulsados de la plaza y ahora alcanzaban el poder por la vía democrática. Tal interpretación no tomaba en cuenta que identificar la política con un escenario de disputa no lleva necesariamente a considerar al oponente como un enemigo cuyas reivindicaciones son ilegítimas, y menos que menos a la eliminación del otro.

Es aquí donde aparece la noción de “adversario”, categoría deudora de la teórica belga Chantal Mouffe y que puede resumir bien el espíritu que dominó la Argentina en estos últimos años. Se trata de un país atravesado por enormes disputas con un gobierno que, guste o no, ha producido una profunda transformación cultural y ha alterado buena parte de los patrones de un orden que, a todo nivel, parecía consolidado y naturalizado. El adversario es un otro constitutivo. En otras palabras, la determinación de un adversario político permite trazar los límites de una identidad colectiva, un “nosotros” frente a un “ellos”. Pero los adversarios no luchan a muerte sino dentro del juego democrático. En este sentido, el adversario del kirchnerismo no es una dictadura militar, más allá de que todos los sectores colaboracionistas del proceso genocida inaugurado en 1976 sean profundamente antikirchneristas. Asimismo, si bien el kirchnerismo realza las banderas de los ideales de los jóvenes de los 70, conoce bien el límite democrático y renuncia a cualquiera de las formas de la violencia al tiempo que ha hecho de los derechos humanos y de la búsqueda de la verdad sin revanchas una marca identitaria de su gobierno.

Ahora bien, a pesar de que Kirchner asumió en 2003 y que, como se decía en un principio, el estilo confrontativo parece una característica de su personalidad y de su gobierno, una de la hipótesis de este libro es que el kirchnerismo como tal comenzó a tomar forma recién en 2008, en el contexto de la disputa entre el gobierno y las patronales de campo. Fue recién allí cuando apareció con claridad el adversario, ese otro que permitió configurar un “quiénes somos”.

Y es ahí donde se observa con claridad que lo que tal conflicto escondía es, desde mi punto de vista, algo que va mucho más allá de lo estrictamente económico. Se trataba de una disputa cultural profunda que enfrentaba a los medios de posición dominante que extorsionaban a los poderes de turno amparados en la libertad de expresión y en la construcción de la figura del periodista como aquella entidad heroica y neutral, con un gobierno cuya identidad se fue constituyendo mientras se encontraba ejerciendo el poder pero que en líneas generales intentaba hacer una reivindicación del Estado y la política.

Fue aquel 2008, entonces, en el peor momento del kirchnerismo, cuando, fiel al estilo de sus conductores, el gobierno decide escapar del callejón volteando la pared en una estrategia que la gran mayoría de los analistas juzgaron suicida. Sin embargo fueron una serie de medidas que tuvieron gran acogida popular las que generaron un repunte significativo en los sondeos de opinión que llegó a manifestarse en los resultados aplastantes de las elecciones de octubre de 2011. No obstante, a pesar del 54% obtenido, la disputa dista mucho de haberse terminado y promete varios capítulos más.

Retomando lo dicho anteriormente, desde 2008 y, especialmente, a lo largo de la discusión en torno a la Ley de Medios, lo que quedó de manifiesto fue el modo en que particularmente el grupo Clarín operaba como un partido político que disputaba a la política la representación de la sociedad civil, al tiempo que utilizaba su fenomenal cadena de medios para generar una hegemonía constitutiva de un sentido común a merced de los intereses económicos del grupo. Este giro del gobierno, por el cual entiende que la gran batalla debe darse contra aquel grupo y contra aquellos medios que habían sido claramente cómplices y principales azuzadores del clima que los intelectuales de Carta Abierta calificaron como “destituyente”, tiene como símbolo un programa emitido por la televisión pública y que fue central para el cambio de la, hasta ese momento, pobrísima estrategia comunicacional del gobierno. Me refiero a 6, 7, 8, un programa de archivo y análisis de medios con sesgo oficialista que generó una verdadera divisoria entre seguidores y detractores pero que logró su cometido de desnudar las conexiones pornográficas entre los referentes mediáticos tradicionales y los intereses de las empresas para las que trabajan, además de ayudar a generar simpatía hacia el gobierno entre cierta clase media ilustrada, progresista y no peronista.

Ahora bien, aun cuando la desconfianza hacia el periodismo ya aparecía en aquel clásico de 1941 de Orson Wells, Ciudadano Kane, y se asiste a una crisis del periodismo a lo largo del mundo vinculado al auge de nuevas tecnologías, en la Argentina en particular el socavamiento al espacio de legitimidad del que gozaba el periodista salió del ámbito pequeño de las facultades de comunicación para ser parte de un debate público que promete continuar. Tal debate es justamente el que arroja uno de los quiebres teóricos más interesantes para pensar la problemática del poder y la soberanía. Me refiero a la claridad con que se puso de manifiesto que el poder ya no residía ni en el Estado ni en los gobiernos elegidos por el voto ciudadano sino en las corporaciones económicas cuyos representantes ante la sociedad eran los principales periodistas de los medios más importantes.

Hecha esta presentación, el objetivo de este libro es reflexionar acerca de las transformaciones y los principales debates que la era kirchnerista ha traído y que se profundizan desde 2008, momento clave en la constitución del adversario. Para ello me introduciré no sólo en la disputa ya mencionada sino en el modo en que ésta se fue diseminando rápidamente para atravesar distintos campos de la cosmovisión de la Argentina, entre ellos, la historia, los derechos, el rol del Estado, la militancia y las propias tensiones en el interior del movimiento kirchnerista, las cuales plantean, sin dudas, preguntas hacia el futuro. El mencionado quiebre cultural que supuso el kirchnerismo es el marco del conjunto de textos que el lector tiene en sus manos y que giran en torno a diversas temáticas por las que fue atravesando la Argentina en estos últimos años.

En cuanto a su estructura, el libro está dividido en seis capítulos con varias subdivisiones que, por su mayor especificidad, pueden darle una mejor orientación al lector. El primer capítulo tematiza una de las hipótesis centrales de este libro, esto es, el divorcio entre periodismo y sociedad civil y la tensión entre multimedios y gobierno como una disputa en torno a la representación.

En el segundo capítulo, “La política en el medio”, se dedica la primera parte a algunas reflexiones de lo que llamo “la razón mediática”, esto es, elementos, lógicas y funcionamientos que van muchos más allá de la disputa Clarín versus gobierno y que parecen inherentes al periodismo independientemente de su perfil ideológico. Aún dentro del mismo capítulo, dedico la segunda parte a la relación entre medios y militancia juvenil especialmente a partir de la discusión de uno de los fenómenos más controvertidos de los últimos años: el ya mencionado 6, 7, 8.

En el tercer capítulo, se intenta reflexionar acerca del modo en que el kirchnerismo arremetió contra buena parte de los naturalizados principios de cierta hegemonía liberal economicista y las formas consensualistas de la democracia. En este capítulo, entonces, hay referencias a la problemática del diálogo, término que se ha transformado en el latiguillo preferido de la militancia opositora al kirchnerismo y que tiene una riquísima historia que puede rastrearse hasta el mismísimo Sócrates. Otro tema será, a su vez, indagar en ciertos puntos de vista acerca de la política. Por un lado está el caso Cobos, que lleva a un replanteo de lo que se entiende por representación independiente de estar o no de acuerdo con su inolvidable decisión de votar “no positivo”. Por el otro, la particular visión de la política que a través de cierto denuncialismo indignado considera que los problemas de la política argentina tienen que ver con la falta de moralidad de la dirigencia. Por último, apuntaré a las diferentes formas de la ilegalidad que pueden comprenderse por la pertenencia a determinadas clases sociales y el cambio cultural que supone la caída de la idea de los mercados como aquellos espacios donde debe medirse la idoneidad y la legitimidad de los gobiernos. Esto dejará el camino abierto para algunas paradojas de la democracia y ciertos desafíos que el capitalismo financiero parece imponerle.

En el cuarto capítulo habrá espacio, por un lado, para una serie de problemáticas vinculadas a la noción de propiedad, especialmente a partir de algunos episodios ocurridos en la ciudad de Buenos Aires a lo largo del gobierno de Mauricio Macri; y, por otro lado, algunas reflexiones en torno a la idea de soberanía para lo cual retomaré, por ejemplo, las consecuencias sorprendentes que se pueden seguir de una lectura profunda de Las bases de Juan Bautista Alberdi y las principales posiciones en torno al reclamo argentino sobre Malvinas. Para concluir, este capítulo enfocará algunas paradojas de la democracia indagando en las nociones de demagogia, populismo y biopolítica.

El quinto capítulo, por su parte, cuyo título remite a esa maravillosa e irónica frase del cantautor cubano Silvio Rodríguez, “Si saber no es un derecho, seguro será un izquierdo”, puede sistematizarse en dos grandes bloques. El primero se relaciona con las consecuencias que trajo aparejada, hasta el día de hoy, la decisión del gobierno de Kirchner de impulsar la derogación de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida a la par de la realización de ese inolvidable gesto de exigir al general Roberto Bendini que descuelgue el cuadro de Jorge R. Videla en la ESMA.

El segundo bloque encara las transformaciones jurídicas que se vienen desarrollando desde 2003 y que estuvieron en el centro de los debates de la opinión pública. En este sentido, quizá como parte de la tradición peronista, el gobierno kirchnerista ha hecho suya la idea de ampliación de ciudadanía pero, a diferencia del peronismo clásico, la ha extendido a colectivos minoritarios como los grupos de gays y lesbianas. Dedico varios pasajes a elucidar el vínculo novedoso y el rol de las minorías en las sociedades modernas al tiempo que intento una aproximación a debates que la Argentina merece, especialmente aquellos vinculados con problemáticas bioéticas como el aborto o la eutanasia.

El último capítulo, “El rompecabezas kirchnerista”, lleva tal título justamente porque creo que lo que se sigue de manera más interesante de esas líneas es la idea del kirchnerismo como un proyecto inacabado, una identidad en plena formación con piezas que buscan encajar, y no siempre pueden hacerlo, detrás de un único relato.

En este sentido comienzo con una interpretación acerca de lo que sería cierta novedad progresista del kirchnerismo respecto del peronismo tradicional y el modo en que en la actualidad están confluyendo no sólo la tradición colectivista más vinculada a lo nacional y popular sino, también, la línea de cierto liberalismo político (no económico) más institucionalista y con fuerte énfasis en la protección de derechos individuales.

Por último, intento algunas reflexiones sobre el caso Kirchner, los debates que vienen y los conflictos que pueden llegar a sucederse en los próximos años.

El Pájaro Salinas y todo lo demás

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Un programa para bajar. 21/05/2012
Programa del 6° aniversario de La otra.-radio
Clickeá acá para descargarlo.

(El Pájaro Salinas le caía simpático a Spinetta porque le hacía acordar al fotógrafo que hizo
 la portada de Alma de diamante, desaparecido durante la dictadura)



por Willy Villalobos

El domingo pasado vino a nuestro programa el Pájaro J.J. Salinas, periodista, escritor y gran amigo. La idea era que nos contara historias sobre Christian Sanz -el Pájaro lo llama Chris Chantán-, el tipo que denunció a Boudou por enriquecimiento ilícito. El Pájaro lo conoce, trabajó con el y sabe que es un chanta, un denunciador profesional, un alcahuete de los poderosos. Arrancamos hablando de este mamerto que tuvo prensa por unos días, y luego, como siempre sucede cuando nos visita este personaje, la charla siguió por donde él quiso.

Ayer a la tarde estaba subiendo a nuestro canal de Youtube, (Tallerlaotramirada) los videos con la conversación con J.J. y me sorprendí nuevamente al darme cuenta de la cantidad de temas que puede proponer este parlanchín. Ojo, que de todos habla con la misma pasión e interés, logrando que el auditorio, en este caso  los que estábamos en el programa, lo escuche atentamente y sin muchas posibilidades de interrumpirlo.

Voy a tratar de recordar los temas y personajes de los que fue hablando: Cristian Sanz, Yabrán, Alberto Ferrari, Lanata, Bonasso, los periodistas en general, la Cámpora, Verbitsky, San Lorenzo de Almagro, las canciones que aprendió en la iglesia, su relación con Manzano, su experiencia como director de un diario rosarino en conflicto con sus trabajadores, los bronca de su mujer cuando él grita desaforadamente los (pocos) goles que hace San Lorenzo, la vergüenza que tiene por haber dado en uno de sus libros por muerto a un compañero al que cada tanto se cruza, su amistad con Luis Alberto Spinetta y el dia que Spinetta le dijo que, si volvían los milicos, vendía la guitarra y se compraba una ametralladora... y qué sé yo cuántas cosas mas. 



El Pájaro Salinas cuenta cuentos con la misma pasión con la que labura. Es un periodista de los de antes, de la escuela de Rodolfo Walsh, de esos que siguen la pista hasta el final, aunque se trate de un personaje sin trascendencia. Salinas no es uno de esos periodistas de entretenimiento a los que solo les interesa impactar con una noticia berreta. Es obsesivo, inquieto y transmite un inmenso amor por su profesión. Es por eso que le agradecemos cada una de sus visitas.

A continuación, para los que no lo conocen, un pequeño listado de sus laburos mas importantes:
- Diario Tele Exprés y revista El Viejo Topo, de Barcelona.
- Ambito Financiero, Diario Sur, Revista Humor, Caras y Caretas, Claves, El Periodista, El Porteño (donde llegó a ser editor de la sección Política), y Zoom de Argentina.
- Brecha, Temas, 20/21 y Mate Amargo de Uruguay.
- Dirigió El Libertino, mensuario de relátos eróticos cuyo slogan era: "Una revista para leer con una sola mano".
- Investigó durante 4 años el asalto al cuartel de La Tablada y publicó luego Gorriaran Merlo, La Tablada y las guerras de inteligencia en América Latina, en colaboración con Julio Villalonga.
- Investigó durante años para El Porteño al turco Alfredo Yabrán.
- Se entrevistó con el juez Baltazar Garzón en Madrid y declaró en la causa abierta contra los milicos de la última dictadura militar.
- En el 2007 colaboró en la producción de "Triple A: la legión de Cain", un documental aún inédito producido por Cuatro Cabezas.
- Dió varias conferencias sobre la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina).
- Otros libros: Conversaciones con Nestor Vicente, Bs. As., Contrapunto.
- Amia. El Atentado. Quiénes son los autores y por qué no están presos, Bs.As, Planeta, 1997
- Ultramar Sur. La última operación secreta del Tercer Reich, en coautoría con Carlos Nápoli, Bs. As. Belacqua, 2002.
- Narcos, Banqueros y Criminales, Bs. As. Punto de Encuentro, 2006.

NOTA: durante el transcurso del programa, nuestro columnista Cristian Bonomo nos hizo escuchar estos temas:
Whitley: Hyperballad [de Björk]
Peter Gabriel: Après moi [de Regina Spektor]
Corinne Bailey Ra: Is this love? [de Bob Marley]
Hanne Hukkelberg: Break my body [de Pixies]
Brad Mehldau: Exit music (for a film) [de Radiohead]
The Postal Service: Grow old with me [de John Lennon]

Link de descarga del programa: Acá.

El puerto

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por Martha Silva

En esta nueva película de Aki Kaurismaki, que es parte de una trilogía que planea filmar en la próxima década, encontramos por primera vez- teniendo en cuenta la casi totalidad de su filmografía- una solución cercana al optimismo, en la que casi todo se va resolviendo favorablemente.

No se sabe si esto tiene algo que ver con la geografía, ya que por primera vez- salvo en su versión de Hamlet- Aki ha dejado ese territorio de gente parca, de un humor más bien negro y hasta hostil, para internarse en un barrio de la ciudad normanda de Le Havre donde la gente es cordial y solidaria, ante el tema de los inmigrantes sin papeles que provienen de los países pobres.



Porque de eso se trata: Marcel (André Wilms) es un escritor que trabaja lustrando zapatos –anticuada tarea- y es un ser solidario como pocos. A una edad madura, le cuesta ganarse el sustento para él y su esposa gravemente enferma (Kati Outinen), pero se empecinará en proteger a un joven inmigrante ilegal proveniente de Gabon. La historia se basa en un episodio real que narra el documental ganador de la edición 2011 del Bafici: Qu’ils reposent en révolté de George Silvain.

Este es un Aki más esperanzado ante las vicisitudes de sus personajes marginados. La gente es más solidaria que lo que estamos acostumbrados a ver en sus películas, o bien a esta altura de su vida y lejos de su país, Aki nos muestra una realidad más esperanzadora, un tanto más tierna que aquella a que nos tiene acostumbrados.

Todo esto condimentado con una música -infaltable en este cineasta- que nos sorprende en el momento más inesperado con un giro gardeliano: nada menos que el mítico Cuesta Abajo, que nuestro máximo cantante popular le dedicara a la inolvidable Mona Maris.

Y el concierto de rock solidario del increíble Little Bob.


Huevadas en el diario de los Mitre

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Perdieron



por Oscar Cuervo

"La Nación es el mejor diario del país, hoy" decía hace poco Lucas Carrasco. Una de las notas de tapa de este domingo en el diario de los Mitre permite poner en duda esta afirmación.

Habitualmente los diarios reservan para la edición dominical las notas de fondo, asumiendo que ese día los lectores le dedican más tiempo a la lectura reflexiva. La sección principal de La Nación del domingo consta de 24 páginas. Si excluimos la tapa, los editoriales, los avisos fúnebres y los anuncios publicitarios, quedan 13 páginas para configurar la agenda semanal de la Tribuna de Doctrina.

La nota a la que me refiero -que ocupa una de esas 13 páginas- se titula "La ideología, presente en el código genético" y está firmada por Hernán Iglesias Illa. La volanta dice "Psicología / Una teoría que gana fuerza" y la bajada "Expertos y politólogos consideran que hasta el 50% de los factores que inciden en nuestras ideas políticas se vinculan con el ADN". Ya la conjunción de "expertos y politólogos" no anuncia nada bueno. ¿Los expertos y los politólogos serían dos conjuntos distintos?  ¿Será que los politólogos no son expertos o que los expertos no son politólogos? ¿Multiplicará el autor las palabras porque cobra por cantidad de caracteres? La imprecisión de decir que nuestras ideas políticas "se vinculan" con el ADN no requiere contrastación empírica: también la botánica se vincula con la industria editorial y la avicultura se vincula con la poesía épica. El dato de que este vínculo se cuantifique "hasta el 50%" no significa absolutamente nada, pero adopta la apariencia de matematización, un  truco retórico característico de la vulgata pseudocientífica. Illa volverá a apelar a este yeite varias veces a lo largo de su artículo.

La frase inicial -"Todos estamos convencidos de que nuestras ideas políticas son correctas y que nuestra opinión sobre el Gobierno es la más acertada"-, escrita en primera persona del plural para conquistar la empatía del lector, es tautológica, porque se limita a decir que nuestras opiniones son lo que nosotros opinamos. Pero el resto de la nota está dedicado a relativizar el fundamento de "nuestras" convicciones, atribuyéndoselo a la dotación genética. Unos renglones más abajo Illa adopta un tono cercano a la filosofía cartesiana: "¿De dónde vienen estas certezas? ¿Por qué una persona puede opinar una cosa, y otra, con la misma información, lo opuesto?". El arsenal teórico con el que el autor encara este arduo problema gnoseológico remite a un clásico de la sanata periodística, el de apelar a la autoridad de  académicos de universidades norteamericanas: "un psicólogo llamado David Pizarro" de "la Universidad de Cornell"; John Jost, "psicólogo de la Universidad de Nueva York que se ha convertido en una especie de símbolo de los estudios sobre las diferencias psicológicas entre las personas de espíritu conservador y las de espíritu liberal o progresista"; "el psicólogo argentino Ezequiel Galarce, investigador del Instituto de Salud Pública de la Universidad de Harvard"; y Jonathan Haidt "un psicólogo muy conocido en Estados Unidos que este año publicó un libro llamado The Righteous Mind". El recurso es tan viejo como el estilo de las Selecciones de Reader's Digest, pero el colaborador de La Nación y del blog Los Trabajos Prácticos le pincela una mano de contemporaneidad: quienes sostienen la sanata son "una nueva generación de psicólogos y politólogos, especialmente en Estados Unidos". Y la tontería propuesta es presentada como una tesis"controvertida":

...una parte importante de nuestras opiniones políticas -el consenso oscila entre el 33 y el 50%- está influida por intuiciones muy arraigadas en nuestra psicología. No sólo eso: una parte de estas intuiciones, según decenas de estudios, provienen no de nuestro entorno, sino que lo traemos de fábrica, en nuestro código genético.

Es notable esta precisión: el consenso oscila entre el 33 y el 50%. No llega advertirse el verdadero significado de la oscilación del consenso ni se sabe cuántas decenas de estudios construyeron este consenso oscilante. Pero el autor nos previene contra simplificaciones apresuradas que pudieran hacerse de la pavada que nos plantea: "Esto no quiere decir [ojo, ¿eh?] que la simpatía por el peronismo o la pasión por el antiperonismo están escritas en el ADN, pero sí que tenemos actitudes que, combinadas con el entorno, pueden expresarse de una manera u otra". De una manera u otra, ¿se entiende?

Las decenas de estudios que Illa relevó para hacer la nota contienen algunas revelaciones sorprendentes: "los progresistas son más abiertos a la experimentación y a la diversidad, mientras que los conservadores buscan vidas más convencionales o mejor organizadas". Nunca se me huberia ocurrido.

Pero el académico que, según Illa, se adentra en una verdadera terra incognita es el bizarro David Pizarro: "lleva varios años mostrando fotos desagradables y anotando la respuesta de sus voluntarios (...) un estudio de miles de casos en 121 países". Después de años de dormir en hoteles de los cinco continentes, Pizarro llegó a una conclusión interesantísima: "...las personas más asqueadas por estas imágenes tendían a ser conservadoras. Las que reportaban niveles de asco más bajos tendían a ser liberales o progresistas". Imaginemos la satisfacción de los organismos que financiaron una investigación tan exhaustiva.

Illa es conciente de que los lectores de La Nación esperan que 
estas reveladoras investigaciones se vinculen  con la realidad local, por lo cual no se priva de aludir a la aborrecible discordia que el kirchnerismo ha instalado en las familias argentinas:


"En los últimos años, muchas mesas familiares argentinas se vieron arruinadas por ardientes discusiones políticas: ¿por qué discuten tanto -por ejemplo- estos dos cuñados, uno kirchnerista rabioso y el otro antikirchnerista cabezadura, si son tan parecidos en todo lo demás y fueron educados en establecimientos equivalentes? Ambos presumen de tener la lógica y la racionalidad de su lado. Y, sin embargo, no logran ponerse de acuerdo en nada. ¿Por qué?"



El periodista Hernán Iglesias Illa se presenta en Twitter de este modo: "Freelance writer. Autor de 'Golden Boys' (2008) y 'Miami' (2010). Brooklyn, NY".

En el libro Holy Fuck! (editado en Buenos Aires la pasada primavera), que recopila textos aparecidos originalmente en el blog Los Trabajos Prácticos, Illa hace en 2011 un acto de contrición desde NY:

"Siento nostalgia de 2005 porque aquellos ensayos se me escribían fáciles, y este me ha costado más. En parte porque ya no tengo con  Argentina aquella cercanía de 2005 o 2006. (Me siento menos parte de sus tradiciones.) Y en parte, también, porque aquella guerra cultural de 2004-2008, en la que discutíamos las manías y las taras y los prejuicios del kirchnerismo, ha dejado de existir y tiene un ganador. Su ganador es Daniel Tognetti. O Víctor Laplace. O Nicolás Tereschuk. Voy a repetirlo en un párrafo aparte para que tenga el énfasis gráfico que se merece:

"Perdimos".

Perdió, @HernaniiNY.

Por alguna razón, quizá genética, siente que tenía mayores méritos para ganar que Tognetti, Laplace o Tereschuk. Pero a la vez cree que él y otros como él perdieron. Una manera de elaborar la derrota y mantener un delgado lazo con las tradiciones argentinas es escribir artículos como este para La Nación de los domingos.

Seis años de La otra.-radio

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Los domingos a la medianoche, La otra no quiere ser una más: quiere ser La otra.

Seis años condensados en 12 minutos, dándole Play acá:


Lisandro Alonso, Raúl Perrone, Esther Díaz, Andrés Di Tella, Gonzalo Aloras, Pablo Dacal, Los Beach Boys, Luca Prodan, Alejandro Ricagno, Pablo Llonto, Dante Palma, los elefantes, el gusanito, la pelicana y el androide, Pipo Lernoud, Perlongher, Gelman, The Last DJ, Montoneros, una historia, Sergio Pángaro, las Seis Enfermeras Locas del Pickapoon Hospital de Carolina, Magnetic Fields, Willy Villalobos...

El horror

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Un poema



Fue una señal de debilidad
Debió resignarse
Le marcan la agenda
Lanata la humilló ante todo el mundo
La imitación impactó en su entorno
Teme seguir los pasos de De La Rúa
Siente fobia a los imitadores
Su ideal es Venezuela
Su proyecto cercena las libertades
No respeta el principio de legalidad
Estrangula la iniciativa privada
Restringe la libertad de prensa
¿Aplicará la ley antiterrorista a la prensa libre?
Se está agotando
El era mejor
Ella atrasa y se deteriora
Déficit, dificultades, no puede pagar, crisis, la abandonan
Hace agua
La gente tiene miedo, corre
Ella se agota, disminuye
Es la reina de la confusión, se desboca

El futuro se aclara con Daniel y Karina.

Willy Villalobos
(Laborda Cut-up)

El campo

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Dos miradas sobre la película de Hernán Belón


1

por Martha Silva

El matrimonio joven llega de noche al campo. Localidad de Mercedes, en un Peugeot.

La caso amueblada que han comprado sin verla es más vieja y más fría de lo que esperaban. Al entrar -sin luz- a ella la recibe un pájaro que aletea violentamente sobre su cabeza, al mejor estilo de Hitchcock en Los pájaros.

Pero el terror vendrá por otro lado, más cotidiano.

Esa noche la pareja tiene relaciones sexuales, con la nena de un año y medio durmiendo en la misma cama. Luego él intenta prender fuego mientras ella vigila ansiosamente la respiración de la nena. No está cómoda con su condición de madre primeriza.

Lo mismo le pasa con cada cosa de la casona.

En cambio, él se ocupa con entusiasmo de las reparaciones elementales.

Al día siguiente conocen a los vecinos -un matrimonio maduro.

Él sale a cazar con el hombre, mientras en ella nace un rechazo rotundo. Hacia todo lo que ve y oye. Los cerdos enormes, el frío y la humedad de la casona, la aterran.

“No es nada, es el campo” -dice la campesina con sencillez.

Es un mundo reducido, simple, quizás más primitivo- dice él- y sigue tratando de hacer más habitable la casa, con la mejor disposición.

La vecina es atenta, trae comidas que ella recibe de mal modo y toma por intromisiones. La solicitud, el comedimiento natural de la gente de campo, le resultan invasivos.

Van al pueblo, a una especie de feria, ella bebe demasiado y está a punto de accidentarse. Estos hechos son supuestamente amenazantes para ella. De vuelta, hay reproches.

Él se va y se propone averiguar si la operación inmobiliaria puede quedar sin efecto.

En su ausencia, ella acude a hablar con la vecina, depone su soberbia y llora: "no entiendo cómo es”. A lo que la mujer contesta con sencillez: “hay que vivir, nada más que eso”. Se acepta la vida y también la muerte -que acaecen con la mayor naturalidad.

Chau cielo, chau campo y él solloza.

Sbaraglia consigue una labor encomiable en este film. Dolores Fonzi tiene un rol duro y oposicionista.

El campo es el primer largometraje ficcional, muy digno, de Hernán Belón. Hasta ahora había estrenado varios documentales, entre ellos El tango de mi vida y Tierra de Refugio, historias del exilio. Este film se presento en un Festival de la Habana. Dirigió además el famoso corto Aluap, sobre el cumpleaños de una niña en el momento de emprender el exilio.



2

por Salvador Savarese


Elisa y Santiago son dos jóvenes profesionales de clase media que viven en Buenos Aires. Se quieren, pero están en crisis. Su estadía junto a su pequeña hija en una vieja y aislada casa de campo trae a la luz sus conflictos y dudas sobre el futuro de la pareja y de sí mismos.

Si uno tuviera que dar una prueba de la calidad de la película, la más contundente podría ser que la sinopsis arriba detallada está solo muy levemente enunciada en la misma. Vemos que son una pareja en crisis y vemos que están en una casa de campo, pero nunca se especifica el porqué de sus actitudes. No se ve por qué a Santiago le gusta tanto esa casa y ese ambiente, y por qué Elisa se siente tan fuera de lugar, tan irritada. Pero se presienten las causas.

A partir de su llegada a la casa de campo, se asiste a un recorrido sinuoso de la pareja que se separa, se vuelve a unir y se vuelve a separar. Todo es inestable y -en ultima instancia- ilusorio en esa relación. Solo hay dos puntos fijos de referencia: La casa de campo y la hija. Es entre estos dos polos que Santiago y Elisa pivotean: peleándose, reconciliándose, huyendo, retornando.

Todo puede desembocar en el desastre, la separación: un leve golpe en la cabeza de la hija, la ida a una fiesta campestre, una borrachera de Elisa, la relación con unos lugareños, aceptada por Santiago pero rechazada con cada vez mayor furia por su mujer…

Y como moneda de cambio, la hija. A pesar de que la niña comienza a caminar, pocas veces se la ve hacerlo. Siempre es llevada en brazos o en su cochecito por los padres. Los vecinos del lugar le dicen que la dejen caminar, pero ellos se resisten. A veces la lleva él y a veces ella. No son muchos los momentos en que caminan los tres juntos. En uno de esos pocos instantes, después de cierta reconciliación (¿con la vida? ¿con ella misma?) de Elisa, tres generaciones de mujeres podrán finalmente caminar por un bosque que momentos antes era sinónimo de peligro.

Finalmente llega el momento del retorno y una tranquera cerrada, con las diferentes texturas de las maderas, podrá metaforizar la relación de los protagonistas. En el viaje se verá uno de los pocos primeros planos de la hija, y Elisa y Santiago se confundirán en un abrazo, conmocionados. Su estadía en el campo habrá sido una experiencia fructífera o desastrosa, la pareja se habrá consolidado o la disolución ya no tiene retorno, vivirán una mejor vida o no…

El campo es abierta pero no vaga. La ambigüedad esencial que imprime en cada escena no surge, como en muchas películas, de su falta de compromiso con los personajes, sino al revés, por el respeto de sus particularidades: en el fondo esa ambigüedad puede ser resuelta, pero solamente en la cabeza de cada uno de los espectadores, después de encendidas las luces de la sala.

Matanza y cine

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El Elefante blanco de Trapero


por Oscar Cuervo

Matanza Cine es un dispositivo artístico-industrial cuya lógica excede lo que vale Elefante blanco como película. Es una emblema del siglo xxi, equivalente al que en los años 70 fue Aries Cinematográfica. La productora de Pablo Trapero ha llegado a ser, desde que en 2002 debutó con El bonaerense (segundo largo de Trapero) hasta hoy, con Elefante Blanco, un modelo de producción cinematográfica muy ambicioso y ciertamente eficaz. Mundo grúa, la primera y mejor película de Trapero, quedó muy lejos, en todo sentido. Una de las películas claves del nuevo cine argentino, todo lo que queda de ella en el Trapero actual es el significante Matanza, aunque el sentido inicial se haya trastocado.

Elefante blanco es, desde el punto de vista industrial, la jugada más ambiciosa de Matanza Cine. No es solo la película más cara que haya producido hasta el momento, sino también la que arma el mejor paquete: temas de alto impacto, la miseria, los narcos, los curas villeros, la transgresión del celibato, un despliegue visual espectacular, un elenco internacional, con el actor argentino infalible en las taquillas (Darín), más un joven y talentoso star del cine europeo (Jérémie Renier), más la mujer del director (Martina Gusman), un lanzamiento internacional en Cannes (Trapero es el cineasta argentino predilecto de Thierry Frémaux, director artístico del festival): nada parece haber quedado librado al azar. Darín es el cura villero veterano que por estar enfermo piensa en un sucesor; Renier es el joven cura europeo cuya sed de aventuras lo trae hacia destinos exóticos; Guzmán es la asistente social de clase media que va a la villa a trabajar por los pobres y de paso cañazo consigue un amante belga. El grado de eficacia de la fórmula es por lo visto muy alto: 350.000 espectadores en apenas 11 días preanuncian un gran éxito. En Cannes no logró seducir a ningún jurado, ni oficial ni extraoficial. Pero Elefante blanco puede todavía conquistar a no poco público europeo con su receta de miseria tercermundista de factura lustrosa.

Trapero viene buscándole la vuelta, en su década como productor, a una fórmula que concilie espectáculo para las masas, prestigio autoral y compromiso social (esta búsqueda incluye también globos de ensayo como El estudiante y Los salvajes, cuyos directores, Mitre y Fadel, son guionistas de las películas de Trapero). Es evidente que algunos de los componentes de esta fórmula prevalecen en detrimento de otros. No se puede servir a Dios y al dinero, porque se amará a uno y se odiará al otro. La dimensión artística de Elefante blanco, así como su sentido político, merecen una atención más cuidadosa.

La película está dedicada al cura tercermundista Carlos Mujica, incluye referencias explícitas y homenajes a su figura en un par de escenas y al final propone, en la suerte que corre Darín, una analogía entre el personaje real y el ficticio. De esta manera, Trapero promueve un delicado equívoco: Mujica no era un cura villero y sus héroes de ficción no son curas tercermundistas. La figura de Mujica puede ser admirada o discutida (lo segundo es más provechoso que lo primero); pero es jodido tergiversarla en función del espectáculo. La tarea que desempeñan los curas diseñados por Trapero, Mitre y Fadel es la de una reducción de los daños: siempre están exhortando a los diversos actores del conflicto (los villeros, los narcos, la policía, los sindicalistas, el obispo, el poder político) a que concilien, a que bajen la intensidad del enfrentamiento; en muchas escenas, del principio al fin, se los ve luchar denodadamente para evitar el estallido de violencia. La fría decisión de los guionistas es que los personajes fracasen en el momento decisivo. El pesimismo garpa. También se ve a los curas rezando y llorando compungidos por su impotencia ante la injusticia del mundo. Curiosamente, no se los ve predicando el Evangelio. De hacerlo, los personajes deberían haber optado entre una interpretación conciliadora y otra liberadora de la palabra de Cristo: ese dilema se le planteó a Mujica, a quien el film homenajea, pero los guionistas no se lo permiten a sus criaturas. 

Los tres personajes principales dialogan profusamente -pedagógicamente, en relación con los espectadores- sobre su tarea en la villa, explican sus problemas psicológicos y sus dificultades logísticas. Pero en ningún momento sus conciencias rozan la dimensión política del conflicto. Más bien todos parecen naturalizar la relación de fuerzas vigente: los pobres siguen pobres, los curas siguen curas, los narcos y la policía hacen lo que se espera de ellos, el obispo intima a los curas a encuadrarse, los políticos prometen y los sindicalistas protestan. Trapero los filma a todos como si la historia no existiera, como si sus personajes respondieran a arquetipos intemporales y la estructura del mundo fuera inmodificable, lo cual no es una opción política neutra, sino reaccionaria. Incluso si nos remitiéramos a la dimensión puramente ética de los personajes, Trapero los filma sin posibilidades, lo cual los priva de libertad. El epílogo es tramposo: Renier, tras el fracaso de su proyecto pastoral, se queda pensando en silencio y solo. Ese silencio podría preanunciar un salto en la conciencia del personaje (¿estará a punto de decir "NO", como el protagonista de El estudiante?), pero esta lectura parece forzada en una película que hasta el momento lo explicó todo mediante diálogos abundantes. 

Los temas "controversiales", como la droga, el narcotráfico, la violencia policial y el celibato sacerdotal, se reducen a condimentar el drama principal. Los narcos parecen brotar del seno profundo de la villa, sin conexión con el exterior; la institución del celibato le otorga un sabor prohibido al romance entre Renier y Guzmán, pero no abre un frente de conflicto con la normativa eclesiástca; la violencia policial queda impune porque sirve a los fines narrativos, para "sacrificar" al protagonista. Se puede hablar de tantas cosas sin decir nada.

¿Por qué un cineasta como Trapero elige hacer una película sobre la villa, después de haber hecho otras sobre la policía, el sistema carcelario o la industria del juicio por mala praxis médica? Esta pregunta puede extenderse a las películas que sus guionistas hicieron sobre la militancia universitaria y la fuga de la reclusión de un grupo de delincuentes juveniles. Hay un tenaz ejercicio de profesionalismo en esa versatilidad para saltar de mundo en mundo. Pero en todos los casos es imposible ocultar la posición desde la cual este sistema narrativo enuncia sus fábulas, el punto de vista desde el que se observa el mundo. En Elefante Blanco los villeros aparecen invariablemente como una masa indiferenciada, objetos sin voz dramática propia, una fuerza natural destinada a hundirse en su fango de miseria, droga y violencia autodestructiva, incapaces de conquistar una conciencia propia, reducidos a su función de marco para que los protagonistas, burgueses o pequeñoburgueses, como los autores, desplieguen sus conflictos existenciales y elaboren sus deseos. ¿Para quién filma Trapero?
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