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Las mujeres y el maratón

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por Julieta Eme

En el Día Internacional de Lucha por la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres

La primera mujer que corrió oficialmente un maratón (la carrera de 42 kilómetros y 195 metros) se llama Kathrine Virginia Switzer y actualmente tiene 66 años. Cuando lo corrió tenía 20. En esa época, hace 46 años, a las mujeres no se nos permitía correr maratones, ya que existía la creencia (científicamente comprobada, por supuesto) de que si corríamos distancias muy largas, se nos podía caer el útero.

En 1967, Kathrine Virginia Switzer se inscribió en el maratón de Boston con sus iniciales: “K. V. Switzer”. Y nadie sospechó que no se trataba de un hombre.

En el documental El espíritu del maratón (Spirit of the Marathon, 2007), del director Jon Dunham, Switzer cuenta lo que pasó esa mañana.

Poco después de comenzada la carrera, los periodistas que iban en el camión de prensa notaron que había una chica corriendo y se acercaron para sacarle fotos. Al lado del camión, iba el autobús con los oficiales de la competencia. Uno de esos oficiales era también el codirector de la carrera. Al ver a Switzer, el codirector se bajó enseguida del autobús y trató de alcanzarla. Ella se dio cuenta de que algo pasaba y se dio vuelta para mirar. Él la agarró, la tiró hacia atrás y le gritó: “¡Andate de mi carrera y dame esos números!”. Al mismo tiempo, intentó arrancarle el dorsal, en el que estaba anotado el número 261. El novio de Switzer, que corría con el número de dorsal 390, empujó al codirector, que aterrizó en el suelo, y liberó a su novia. Ambos siguieron corriendo, pero el acto de brutalidad y violencia que había sufrido la dejó muy mal. Ella cuenta que pensó: “Debería abandonar. No soy bienvenida”. Pero luego reflexionó y se dijo: “No. Entrené muy duro. Si me voy, van a decir que las mujeres no podemos hacerlo”. Así que siguió corriendo y terminó la carrera.


Ese día, Switzer corrió el maratón en 4 horas y 20 minutos. Junto con otras corredoras, luchó para que la Asociación Atlética de Boston aceptara la participación de mujeres, lo cual finalmente sucedió en 1972. En 1975, 8 años después de su primer maratón, y nuevamente en el maratón de Boston, Switzer logró su mejor marca: 2 horas 51 minutos y 37 segundos (aunque quedó segunda).

Actualmente, el record mundial femenino lo tiene la británica Paula Radcliffe, con una marca de 2 horas 15 minutos y 25 segundos, en el maratón de Londres, en 2003.

Los 42 kilómetros y 195 metros que actualmente tiene el maratón se fijaron en 1908, en los Juegos Olímpicos de Londres, aunque la categoría olímpica femenina del maratón se agregó recién en 1984 (76 años después), en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles. Allí ganó la medalla de oro la atleta estadounidense Joan Benoit, con un tiempo de 2 horas 24 minutos y 52 segundos. Cuando ella entró al estadio, ya para correr el tramo final hasta la meta, todo el público se puso de pie para ovacionarla.

Sin embargo, aún hoy las mujeres deportistas luchan por ser incluidas. Cuatro mujeres ciclistas hicieron una petición para que se agregue una categoría femenina en el Tour de Francia. Ellas dicen:

“Tener una competición de mujeres profesionales en el Tour de Francia […] creará una oportunidad para demostrar que los mitos sobre las ‘limitaciones’ físicas impuestos a las mujeres son falsos. A fines de los 60, la gente asumía que las mujeres no podían correr un maratón. [Ahora] podemos ver cuán equivocado era aquello”.

Si desean firmar la petición de estas ciclistas, pueden hacerlo acá:


Me considero una maratonista. Ya corrí tres veces el maratón de la Ciudad de Buenos Aires. Este año fue la tercera. De un total de 7.275 competidores, solo 1.502 éramos mujeres. Muy pocas todavía.

Me encanta correr. Amo correr. Adoro correr. Afortunadamente, mi novio también. Así que no nos cuesta irnos temprano de alguna reunión, un sábado a la noche, o directamente decir que no podemos ir, porque al otro día tenemos que correr 28 kilómetros en la Reserva Ecológica, o porque tenemos que levantarnos a las 5:00 para estar en la línea de largada de alguna carrera a las 7:30.

Creo que, para las mujeres, correr tiene un efecto de empoderamiento (del inglés empowerment). Correr me hace sentir fuerte, no solo físicamente, sino sobre todo mentalmente. Me mantiene estable. O, al menos, un poco más estable. Me hace feliz, aunque cuando estoy corriendo lo que siento la mayor parte del tiempo es sufrimiento.

Si alguien me preguntara en qué actividad de mi vida me siento más yo, la respuesta sería: corriendo. Corriendo distancias largas. Corriendo más de una hora a un ritmo sostenido. Eso me encanta. Todo lo otro que hago es solo una excusa para hacer lo que realmente me gusta: correr. Concentrarme en el camino y correr, pensando un poco en todo. Y en nada.

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