por Julieta Eme
A veces los imagino a los dos juntos. La imagino a ella arriba de él, perfectamente erguida, sentada sobre su sexo, con la piel perfectamente blanca que tiene y el pelo rubio suelto. Imagino las manos de él en las caderas de ella, acompañando sus movimientos. Imagino que estoy ahí con ellos. Pero ellos hacen como si yo no estuviera. Imagino que después él la acuesta de espaldas sobre la cama. Y mientras él la penetra, ella me besa apasionadamente. Me agarra la cabeza con sus manos y me besa fuerte. Gime de placer. Y ya no quiero dejarla.
Pero lo mejor es cuando me imagino a mí arriba de ella. Me imagino entre sus piernas y le acaricio la frente y el pelo. La miro con dulzura. Casi con pena. No sé por qué ni por quién. Ella me ve, entre despierta y dormida, hundida en una especie de modorra. Me dice que me quiere y me acaricia los hombros. Yo la beso despacio. Presiono mi sexo contra el suyo y ella empieza a gemir de nuevo.