por Lidia Ferrari, desde Treviso, Italia
Se publicó en estos días en un diario italiano, de los más leídos del país, supuestamente de izquierda -al menos lo fue en alguna época-, una nota muy amarillamente titulada: “El último tango de la Argentina que espanta al mundo”. No lo puedo transcribir, porque me resisto a leerlo dos veces. Es repugnante, alevoso, inescrupuloso, infame. No sólo es mentiroso sino que quiere provocar el terror. Habla de la Argentina en bancarrota como en el 2001, bla, bla, bla…
No pongo el link, no sólo para ahorrarles la náusea, sino para evitar difundirlo. Según un amigo esta nota alcanza la perfección en la calumnia y la mentira. Yo creo que todavía se puede llegar a esperar algo peor de estos sicarios mediáticos.
Para mí este artículo fue la confirmación de varias cosas que no conciernen sólo a la Argentina.
Es evidente que hay un acuerdo internacional mediático que decide lo que se publica sobre ciertos países en otros países.
Pienso que la batalla mediática es el tema político por excelencia. De estos textos me informé a través de FCB. Vi que hasta Cristina en su página nos alerta sobre las mentiras. También amigos que se desgañitan por desenmascarar a los crápulas. Para mí esa es una batalla perdida. Los crápulas, los canallas ganan porque son inescrupulosos y mentirosos por definición. Las emociones que me asaltaron después de leer tantas frases oprobiosas y malintencionadas, me llevaron a pensar en cómo hacer una campaña donde se digan las cosas que se hacen y que se hicieron bien en Argentina, para contrarrestar esa batalla que se da en lo mediático.
Aún me cuesta creer que personas que tuvieron a su madre o a su padre jubilados con Cavallo, puedan haberse olvidado lo que eso significa. Que docentes con el sueldo congelado durante 10 años se hayan olvidado y sean promotores del odio a un gobierno que les devolvió salarios decentes. No puedo creer que haya tantos olvidos. Si hay tantos olvidos, ¿por qué no hacer algo para devolverles el recuerdo? Veo que los zonzos/canallas de esta nueva época difunden panfletos con cifras que dicen que la deuda externa creció 300% respecto del 2001, etc. etc. Todo un material deleznable y aterrorizante ¿Por qué no hacer una campaña donde se pongan los números, las acciones, lo que se hace y lo que se hizo? Pero no al modo de una carta de tono intelectual para intelectuales. Textos simples, claro. Fáciles de leer y comprender. Porque los números y los hechos están, sólo hay que decirlos para que no los olvidemos.
Si ellos se agarran del 2001 para decir que estamos como en el 2001, significa que el 2001 posee una significación simbólica fuerte. ¿Por qué no usarlo precisamente ya que este gobierno pudo sacar al país de esa sombra?
Al ver a todos los jefes de Estado de Latinoamérica reunidos en Cuba, y escuchando lo que dijeron -me tomé el hermoso trabajo de escucharlos-, parece increíble para los que vivimos los setenta, los ochenta, los noventa, que ellos estuvieran ahí. Asistimos a un momento de cambio político en América Latina sin parangón. ¡Chapeau para Latinoamérica y sus dirigentes!
Es asombroso estar viviendo una época donde los jefes de estado latinoamericanos son los perseguidos, los hostigados, los maltratados por los dueños del mundo. Es exactamente al revés de tantos años en que los pueblos eran los hostigados y los perseguidos por sus propios jefes de estado, pues querían el cambio.
Ahora las “fuerzas oscuras” tratan de combatir a estos gobernantes que están identificados con la causa de sus pueblos. Como los golpes y dictaduras no tienen buena prensa, la estrategia es poner a los propios pueblos que estos jefes de Estado defienden. en contra. La batalla se juega allí, en socavar la opinión pública para producir golpes que ya no son diseñados sólo por los enemigos del cambio en América Latina, sino que pueden terminar siendo producidos por una parte de sus propios pueblos.
En este sentido, me encuentro en una situación contradictoria: vivo asombrada y feliz por el hecho inédito y maravilloso de ver estas personas que han llegado al gobierno en América Latina, con esta voluntad de transformación de una realidad de siglos de postergación. Y me impresiona horrorosamente ver cómo tanta gente del pueblo, bombardeada por los sicarios mediáticos, pueden patear en contra no sólo de sus gobiernos, sino contra sí misma. Si no se puede cambiar la mentalidad de estos zonzos (con los canallas la batalla está perdida) estamos fritos.