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Los mejores discos de la historia del rock argentino: esta es mi lista

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Pero esta noche en Antojo se empieza a conocer el top 30 del rock argentino de la gran encuesta realizada entre 300 personalidades por el blog La música es de aire. 0:00, FM La Tribu.

Kamikaze (Spinetta, 1982)



La esencia spinettiana más pura, crudo y despojado, sin afeites ni solos interminables. La estructura de la canción desnuda, casi en estado de demo: lo que hace más evidente su genialidad irrepetible.



Pequeñas anécdotas sobre las instituciones (Sui Generis, 1974)

Charly logró, a sus 23 años (¿milagro? ¿evidencia de que hay generaciones más resueltas y dotadas que otras?) un disco que es foto de época, estado de la mente y clásico perenne. Los colchones de sintetizadores podrían haber fechado el sonido de manera irreparable, pero la estructura de las canciones es tan lograda y la producción artística tan precisa que sigue sonando fresco, inquietante, misterioso. Sus letras (intervenidas por la autocensura que no permitía decir las cosas de manera más directa, en la época de la triple A) logran un balance inmejorable entre la lírica y el testimonio. Un disco al que no se puede dejar de volver. Y volver.



Artaud (Pescado Rabioso, 1973)

El Citizen Kane del rock argentino. Citizen Luis. Podría estar en primero o segundo lugar. Lo que no puede es no estar: o mejor dicho, si el disco no hubiera sido grabado, nosotros no estaríamos aquí. Hay que contenerse para no usar un superlativo detrás de otro. Si Spinetta hubiera grabado este solo disco, igual se habría ganado la gloria eterna.



Manal (Manal, 19710)

"Si consiguen el primer disco de Manal, recomiendo escuchen esos blues. No se volvió a hacer algo igual" dijo el Indio Solari a su público en 2010, y esa vez tuvo razón. Son contados los casos en que una obra funda un género y a la vez encarna su culminación. Esto pasa con Manal (1970) el disco debut de Manal. Hay que poner el vinilo en la bandeja como si se escuchara por primera vez, hay que olvidarse de todo lo que vino después, o hay que hacer todo lo contrario: situarse en el contexto de mediados de 1969 (¡Onganía!), en Buenos Aires, Argentina, cuando todo era nada y era nada el principio... (sigue acá).



Yo soy Ramsés (Tanguito, 1967/2009)

Acá estoy reparando una injusticia flagrante: estoy casi seguro de que ningún otro encuestado votó este disco entre sus 15 preferidos (si alguno otro lo votó, es mi alma gemela). Hay algunas explicaciones para esta omisión tan escandalosa: el disco se compone de grabaciones caseras registradas... ¡en 1967!, cuando nada parecido existía. Una serie de contingencias hicieron que se hicieran públicas 35 años después. Tanguito ha sido subestimado por la mayoría de sus camaradas de entonces, la película que pretende inspirarse en su vida no hace sino perpetuar el malentendido y todo lo considera aquel zarpadito que andaba dando vueltas por ahí. Pero en estas grabaciones seminales (realizadas mucho antes del único disco póstumo suyo que se conoció por décadas) están sentadas las bases de la parte más original y audaz del rock argentino. Quizás sea Spinetta el único que le ha rendido el tributo merecido: es que Luis le debe mucho a este pibe raro y extraviado.



Pescado 2 (Pescado rabioso, 1973)

Otra vez Spinetta, inevitablemente. Este disco lo hizo a los 23, en el mismo año que Artaud. Believe or not, it´s all true. Acá sí hay una banda, una de las más libres que hayan existido: David Lebón, Carlos Cutaia, Black Amaya y Luis. Hicieron juntos esta anomalía absoluta y no pudieron más. Es comprensible. "Como el viento voy a ver", "Viajero naciendo", "Hola dulce viento", "Credulidad", "Hola, pequeño ser", "La cereza del zar": nombro solo algunas piezas maestras, para no nombrarlas todas. Quien no las escuche, no habrá conocido el mundo cabalmente.



Almendra (Almendra, 1969)

¿Ya hablé de Spinetta? Bueno, antes que nada estuvo en Almendra y puede decirse que nunca abandonó este temple. Tenía 18 años y unos compañeros formidables cuando hizo "Laura va", "Figuración", "Fermín", "Muchacha" y "A estos hombres tristes". Ya sé: no es posible que alguien de 18 años haga algo así. Pero es real.



La hija de la lágrima (Charly García, 1994)

Ecce Homo: hubo un tiempo en que Charly llegó a ser el que era. La Hija de la Lágrima tiene un argumento que nunca se entenderá, como una película de Lynch, con un oscuro pasadizo que conduce a una caverna. Las grandes canciones, las que Charly sabía hacer, emergen de un fondo ominoso y se van desmembrando. Un sonido espeso, un acorde de frecuencias ultra bajas atraviesa la noche. (Completo acá).



Durazno Sangrando (Invisible, 1975)

Ok: soy terco e insistente, pero no se puede ser justo y no elegir este disco entre los mejores. Se tiene el derecho de desconocerlo, pero una vez escuchado ya no hay excusas. Este es el Spinetta más deforme, el imposible de emular. Y algo más. el trío con Pomo y Machi es la formación más ajustada y severa que haya conocido el rock de cualquier parte del mundo. Sus extensos temas tienen una estructura inconcebible. Y junto a ellos, dos gemas del folk de una belleza diáfana: "Durazno sangrando" y "Dios de adolescencia". Este es el aguante: este es mi lugar.



Invisible (Invisible, 1974)

Ja. Spinetta. ¿Piensan que exagero? "Invisible es el nombre apropiado para una música que emerge de las sombras como una ciudad que se percibe con los ojos cerrados y juega todas sus chances a la arquitectónica auditiva. Spinetta logra con Invisible radicalizar y destilar los principios estéticos del rock porteño y los de su propia obra: un estilismo feroz y sofisticado que no descansa en la busca de un sonido urbano contemporáneo, que no cede a modas coyunturales y por eso alcanza instantáneamente la estatura de clásico. “Suspensión” y “El diluvio y la pasajera” permanecen como cimas inigualables..." (completo acá).



Piano bar (Charly García, 1983)

Después del neoyorquino y, para mi gusto, algo sobreproducido Clics modernos (canciones apabullantes que fundaron la década del 80 y descolocaron una vez más a sus fans), Charly hace otra movida inexplicable y a la postre sabia. Piano bar es un gesto radical, un disco urgente, de canciones desnudas, tan confiadas de su estructura inexpugnable que no necesitaba de ningún cortinado sonoro. Paredes peladas, actitud y contundencia.



Ciudad de las guitarras callejeras (Moris, 1973)

Podría haber elegido 30 minutos de vida, porque es un disco que tiene todo lo que a mí me rinde incondicionalmente, pero en realidad los dos primeros discos de Moris son igualmente buenos (tanto como el primero que hizo en España, Fiebre de vivir: Moris durante una década larga estuvo tocado por Dios). Elegí este porque están "Mi querido amigo Pipo" y "Muchacho del taller y la oficina", y si le quisiera explicar a alguien qué es el rock nacional, con estos dos temas sería suficiente.



Beat n° 1 (Los Gatos, 1969)

La otra omisión imperdonable de todas las encuestas realizadas hasta el presente. Litto Nebbia logró con este álbum de Los Gatos (para colmo el ingreso de Pappo al grupo) la psicodelia más refinada que se haya conocido en idioma castellano. Hay un programa estético que podría desprenderse de este disco y aún no ha sido explorado. Por si no se ha entendido: este disco pertenece aún al futuro de la música.



El salmón (Andrés Calamaro, 2000)

A principios del siglo XXI Calamaro se encerró a hacer el disco más reciente de mi top 15. Es un desborde de canciones como jamás se conoció, una película de horror en el interior de Camboya profundo. Un disco oscuro y adorable, desprolijo, antojadizo y genial. El propio Andrés lo supo explicar mejor que nadie: "Quiero arreglar todo lo que hice mal/ todo lo que escondí hasta de mí/ debo contar lo que yo solo sé/ uh perdón, Victor Sueiro también". Quien es tan consciente de su propia misión está millas adelante del resto.



El amor después del amor (Fito Páez, 1992)

Una seguidilla de hits perfectos, el pop más dramático y ameno. Desde que suena el acorde inicial de teclados en el tema que da nombre al disco hasta que "A rodar mi vida" va apagándose en fade, no hay un solo segundo desperdiciado ni en rimas ni en ritmos. Si viviera una eternidad, yo lo escucharía siempre.


Esta lista, que hice en respuesta al pedido de Santiago Segura para su blog, la confeccioné el 4 de julio del año pasado: como es bien sabido para todos los que hacen listas, las posiciones cambian de tiempo en tiempo; de todos modos, aunque alguno podría estar ahora más arriba o abajo, y otro que no entró antes podría entrar ahora, la lista me sigue representando. A partir de esta noche en Antojo iremos revelando los treinta primeros lugares de la gran encuesta realizada por el blog La música es del aire entre más de 300 personas vinculadas a la música o a la crítica musical (solo ocasionalmente el top 30 coincide con estos discos que yo elegí. El resultado final lo empezarán a saber hoy a la medianoche en FM La Tribu..

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