Aurora Venturini venía escribiendo y editando libros desde hace décadas, pero el reconocimiento le llegó a los 85 años de edad cuando ganó el premio Nueva Novela de Página/12 por su libro Las Primas. Se presentó al concurso bajo el seudónimo de Beatriz Portinari, evocando a la musa que inspiró al Dante en la Divina Comedia. Dos jóvenes cineastas, Fernando Krapp y Agustina Massa, se propusieron hacer una película centrada en Venturini, en su mundo artístico y en su persona. Quizás esperaban encontrarse con un ser difícil. El retrato de un artista siempre supone una dificultad, porque hay una magia que la obra produce y que no necesariamente es reconocible en la persona que la creó. Los libros de Aurora Venturini podrían ser fascinantes y, sin embargo, en una entrevista personal podría no pasar nada. Pero Aurora fue más difícil de lo esperable.
Venturini parece encarnar la pesadilla de todo entrevistador: porque una entrevista tiene algo de cortejo, de seducción, uno quiere hurtar por las buenas algo del entrevistado, y para eso hay que vencer la resistencia que el personaje opone, con la mayor suavidad que se pueda. Pero eso no va con Aurora: algo, un gesto, un tono, una palabra de más, una pregunta indebida o una dilación de los cineastas: algo no le habrá gustado en los pocos días que duró el rodaje, porque de pronto, sin que mediara ninguna explicación, dio por terminada su participación en la película que la tenía (la tiene) como protagonista: Beatriz Portinari. Un documental sobre Aurora Venturini.
Los directores tenían lo suficiente como para disimular la falta: ella había hablado unos cuantos minutos, de modo que con material de archivo y entrevistas a terceros podrían completar el metraje necesario y zafar. Podría ser que nadie se hubiera dado cuenta. Pero ellos eligieron un camino más arriesgado e interesante: mantuvieron visible el hueco que ella dejó al irse de la película, convirtiéndolo en el punto de inflexión del relato. Si la película algo relata no es la vida de Aurora Venturini, su historia familiar, sus matrimonios, las décadas en las que no obtenía reconocimiento a pesar de su escritura prolífica, su peronismo, su amistad con Evita, su exilio, su vínculo con Jean Paul Sartre y Simone de Beauvoir, todo lo cual la convertirían en un personaje colorido. La película de Krapp y Massa se ciñe a una unidad temporal y dramática mucho más acotada: el fugaz tiempo en el que ellos la encontraron, en el que ella los recibió, hasta que decidió dar por terminada la experiencia. Hay de parte de ellos una confianza muy grande en que, concentrándose en ese punto, en las escasas pero precisas señales que ella les dejó, se revelaría toda ella, sin necesidad de ponerse a contar lo que ella fue ni explicar cómo son sus libros.
Con esta decisión artística muy inteligente, los cineastas nos presentan una performance única e irrepetible de Aurora, algo que hizo solo para ellos: recibirlos, mostrarse un poco y después desalojarlos.
Pero ese poco que ella deja ver de sí misma... ay,ay,ay...
El mundo de Venturini parece bordear continuamente el abismo de la demencia sin terminar de caerse. Hay un momento irónico, una vacilación invisible que pone en suspenso el delirio, un desfasaje altamente controlado, una gambeta. Quizá ella tuvo el timming preciso para saber cuándo había mostrado lo suficiente, con un criterio similar al que aplica para dar por concluido un relato. ¿Vemos a una anciana pacata y clerical con una imaginación florida? ¿a una astuta manipuladora que se ríe del mundo entero? ¿a una artista tan absorbida por su creación que vive en estado de alucinación y mantiene no obstante el control total de la situación?
¿Se adueñó Aurora Venturini de la película que la retrataba y terminó imponiéndole su ley? ¿Es ella la autora de ese personaje de ficción que nos deja en vilo? El mérito de la película, al haber aceptado mostrar el hueco producido por su ida es lograr que esas posibilidades queden abiertas e indecidibles.
Lo mejor que puedo decir de esta película es que su forma incacabada me dio ganas de ir a leer los libros de esta mujer tan rara de la que no sabía nada, y hoy sé un poco menos que nada.
NOTA: otro punto de vista sobre la película y un interesante debate de los lectores del blog puede leerse acá.
Beatriz Portinari. Un documental sobre Aurora Venturini está en cartel por unos pocos días más en el Gaumont, en dos funciones diarias, a las 12:30 y 19:20 hs. Esta medianoche vienen Fernando Krapp y Agustina Massa a contarnos un poco más sobre Aurora Venturini. Además, junto a Lilián Camera recordamos al poeta Lepoldo María Panero. A las 0:00 en FM La Tribu, 88.7, online.