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¿Qué tienen que hacer los presos en la cárcel? ¿Qué tenemos que ver nosotros con las cárceles?

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13 puertas: la cárcel, el cuerpo, el alma
Una unidad universitaria en la cárcel, compartida por presos y guardias. Hoy a medianoche en La otra.-radio. FM La Tribu 88,7. Online




La historia de la película 13 Puertas comenzó cuando la Universidad Nacional de San Martín invitó a cineasta David Rubio, para dar un taller de cine en el CUSAM, la unidad académica que esta universidad tiene en el Penal Nº 48 de máxima seguridad de José León Suárez.

En el CUSAM se dictan carreras como Licenciatura en Sociología, Tecnicatura en Informática y Formación Profesional en Pastelería. Esta experiencia se había iniciado en 2008. En la cárcel también se crearon  el Centro de Estudiantes Azucena Villaflor y una serie de talleres de complementación curricular, entre ellos el de cine, dado por David Rubio.

La experiencia derivó en la idea de filmar un documental que mostrara el funcionamiento del CUSAM. No se trata de la primera unidad académica que funciona en una cárcel, pero hay una característica que quizá la vuelva única en el mundo: en las aulas universitarias ubicadas en la cárcel, la población carcelaria y los guardiacárceles comparten las aulas y el estudio en absoluta igualdad de condiciones. La férrea separación entre presos y guardias, quizás la más dura e infranqueable que instituye nuestra sociedad, es puesta en suspenso en el tiempo en que guardias y presos estudian Filosofía o Sociología.

Lo que la película muestra es extraordinario no solo porque la experiencia pedagógica-carcelaria es inusual, sino porque hace visible una zona de nuestra organización social en la que todos estamos implicados. 13 puertas nos hace visibles y audibles a los presos, esas personas que suelen formar parte del lado oscuro de nuestra conciencia cívica, a menudo de nuestras pesadillas persecutorias y nuestras fantasías más sádicas. Cárcel, universidad y cine: tres dispositivos que se cruzan en esta apasionante película.

En los últimos tiempos se ha instalado un discurso impulsado por los sectores más reactivos de la sociedad, que alimenta la demonización de las personas que delinquen y propicia incluso su linchamiento. Los que no llegan tan lejos en su barbarie manifiestan a viva voz que los "delincuentes" tienen que "pudrirse en la cárcel". ¿Qué tipo de sociedad es esta que renuncia con tanta violencia a revisar su propia responsabilidad para con los sectores empujados a la marginación y las salidas desesperadas? ¿Qué tipo de ciudadanía niega el derecho a la rehabilitación de quienes cometieron delitos y admite degradarlos a una condición subhumana? ¿Qué ética sostiene a una sociedad que acepta que las cárceles sean destructoras de humanidad y promotoras de delitos peores?

Es notable ver en 13 puertas que muchas de las personas que pueblan las cárceles provienen de un solo sector social: pobres, morochos, sin acceso a la escuela o al trabajo. La cárcel está llena de pobres. ¿Todos los delincuentes son pobres? Y es asombroso ver que en las aulas del CUSAM los guardias que comparten las clases con los presos pertenecen a ese mismo sector social. Pobres y pobres. La zona más dura de la lucha de clases se ubica lejos del cómodo lugar donde burgueses y pequeño-burgueses reclaman castigos y muerte. 

La película, sin embargo, no habla solo, aunque también, de la dureza de la lucha de clases. Muestra una concepción distinta de la función carcelaria. Muestra a presos y guardiacárceles que en las clases de Filosofía se ponen en contacto con el pensamiento platónico de la separación del alma y el cuerpo, del cuerpo como cárcel del alma; pero también analizan a Nietzsche cuando dice que esa separación no es real, porque el alma del humano está en el estómago. En la clase de Sociología los estudiantes tienen la posibilidad de investigar y pensar sobre los sistemas de intercambio que rigen en las mismas cárceles, entre presos y personal carcelario, es decir: lo que ellos mismos tienen que hacer, en un contexto donde la circulación de dinero está prohibida. No hacen teoría: desencubren la práctica en la que están capturados.

Estas cosas hacen a la película de visión indispensable. Existen otras posibilidades de pensar el problema de la "seguridad", del delito y la pena, que no son las que nos repiquetean los medios que solo quieren consolidar el estado de paranoia y punición que nos altera. 13 puertas nos hace pensar en estas otras posibilidades. ¿Qué tienen que hacer los presos en la cárcel? ¿Qué tenemos que ver nosotros con las cárceles? Ojalá pronto muchas personas puedan ver esta película.

Mientras tanto, hoy a medianoche en La otra.-radio hablamos con Santiago González Casares, el profesor de Filosofía del CUSAM, David Rubio y Vanesa Parziale (director y guionista de la película).

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