El cine de David Lynch se siente en todo el cuerpo
Pablo Suárez en La otra.-radio para escuchar clickeando acá
NOTA DEL EDITOR: El domingo pasado estuvo en La otra.-radio el crítico y ensayista Pablo Suárez, autor del libro Pesadilla Americana. El cine de David Lynch. Estuvimos hablando del reto que significa el cine de Lynch para el espectador demasiado apegado a las convenciones, el que quiere salir del cine "entendiendo" la película, mediante su reducción a un lenguaje verbal simple que permita "contarla" en pocas palabras. Pero para Lynch (que extrema las posibilidades intransferibles a otros lenguajes del arte cinematográfico, que se resiste con bravura y belleza a su reducción a literatura) las películas no pasan primero por el "entendimiento", sino por una experiencia que integra la tersura de las imágenes y la vibración del sonido y la música, tanto como el peso inquietante de lo invisible e inaudible. Cuando uno acepta que el cine no tiene por qué reducirse a palabras, entonces comprende a Lynch en su propia ley. De esto hablamos en el programa que pueden escucharclickeando acá. Y de esto habla este notable pasaje del libro de Suárez, donde toma la escena del Club Silencio de Mulholland Drive, una de las cumbres del cine de Lynch y uno de los momentos más altos de toda la historia del cine, y despliega algunos de sus innumerables sentidos:
"Yo estaba bien, por un tiempo, volviendo a sonreír. Luego anoche te vi, tu mano me tocó, y el saludo de tu voz. Te hablé muy bien, y tú sin saber que he estado llorando por tu amor. Llorando por tu amor. Luego de tu adiós, sentí mi dolor, sola y llorando. Llorando, llorando, llorando...". Ya los primeros versos de Llorando conmueven a las dos mujeres, espectadoras de un show bastante sombrío y melancólico. Es que Betty no lo sabe (pero sí lo siente), Llorando habla, esencialmente, de la pérdida de Rita, del amor que se le escapó de las manos y de lo sola que se quedó. Bien podría ser Diane/Betty la que le está cantando la canción a Camila. Así, el Club Silencio se puede pensar como el lugar donde se descubre cómo y por qué comenzó el drama. Un lugar donde el dolor está siempre presente en forma de canción. Y un lugar que también funciona como metáfora del arte cinematográfico. Hay imágenes por un lado, sonido por el otro, después imagen y sonido se integran y crean escenas. Hasta que las escenas, las representaciones, se evidencian como tal y aparece el mundo real. Pero nada está dicho, nada está explicado con palabras. Todo está narrado con imágenes, música, ruidos y sonido.
"Es que el surreal Club Silencio sintetiza una serie de significados que cobran sentido desde una apreciación claramente sensorial. Como en momentos claves de Lost Highway y de Blue Vlevet, acá [en esta escena de Mulholland Drive] hay que dejarse llevar para experimentar (y así saber) qué está pasando..."(Fragmento del libro Pesadilla Americana. El cine de David Lynch, de Pablo Suárez)