Fassbinder y la micropolítica de la adaptación
Lola, su antepenúltima película, este sábado a las 18:00 en Uriburu 1345, 1° piso, Fundación Centro Psicoanalítico Argentino. Informes: 4822-4690.
por Oscar Cuervo
Lola (1981) es la antepenúltima película de Rainer Werner Fassbinder, lo cual nos reclama una atención especial, porque se trata de uno de los más grandes autores de toda la historia del cine describiendo su parábola final. Después de Lola vendrán La ansiedad de Veronika Voss (1981), la última película suya que Fassbinder vería estrenarse, la que veremos el sábado siguiente para cerrar este ciclo, y Querelle (1982), que se estrenó cuando Fassbinder ya había muerto.
Es ciertamente emocionante oir el canto de este cisne. En el tramo final de su obra Fassbinder condensa toda su destreza de realizador y su osadía de artista. Lola es en cierta forma una summa: Fassbinder toma una fuente literaria célebre (Professor Unrat, 1905, de Heinrich Mann) que el cine alemán ya había adaptado (El ángel azul, Joseph von Sternberg, 1930, con Marlene Dietrich) para construir otra fábula de alcance popular, pero con una mirada mucho más corrosiva que la que había logrado en Lili Marleen. Ya no hay visos de sentimentalismo: Fassbinder retoma la perspectiva fría y mordaz que le habíamos conocido en sus momentos de mayor dureza. Es un cineasta que sabe narrar con simpleza y plantear la mirada menos complaciente sobre su propia sociedad. Y además inviste a su imagen de un brillo decadentista que la acerca al gran espectáculo. Cine político para las masas.
Lo que Fassbinder filma a través de Lola es la micropolítica de la adaptación a toda costa. Muestra a la generación de sus padres, los que eran muy jóvenes en el desastre final del nazismo y se reponen con brío y astucia cuando el mundo les da la "gran oportunidad" de reivindicarse con el Milagro Económico. La construcción de este significante es por demás curiosa: ¿cómo puede ser económico un milagro, si la economía es algo que por definición excluye toda posibilidad de milagro? La respuesta está en Lola. Lo que Fassbinder piensa de las buenas gentes que atraviesan y se dejan atravesar por la economía de mercado. A comienzos de los años 80 -apoteosis de la economía de mercado- Fassbinder filma los años 50, en los cuales él sitúa la genealogía de la prosperidad alemana, y se encarga de resaltar los vínculos entre aquel pasado cercano y ese presente del que logra distanciarse como ningún otro cineasta de su época. Algo que solo puede hacer un genio.
Dice Harry Baer (actor, asistente, director de arte, amigo y ocasionalmente amante de Fassbinder): "Lola y La ansiedad de Veronika Voss deben contemplarse juntas. En esta historia, situada en la década de los años 50, la sociedad que tiene a su cargo la reconstrucción del país se compone en gran parte de personajes femeninos, como María Braun, no solo porque con los destinos femeninos puede conseguirse una mayor transparencia, sino porque es un hecho histórico que las mujeres desempeñaron un papel importante después de la guerra. Eran superiores en número y, por lo tanto, tenían que arreglárselas solas, pero a pesar de ello la sociedad masculina no tardó en alcanzarlas".
Lola es un melodrama de ribetes farsescos, colorido y amargo. Veronika Voss es otra cosa, de la que hablaremos en pocos días.