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La paradoja de los buitres: Cristina sigue ocupando el centro del escenario

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Los liderazgos políticos se afianzan también con ese componente de racionalidad que nos lleva a comprender quién es capaz de conducir una sociedad tan compleja y contenciosa como la nuestra, en el contexto de un mundo en el que una experiencia como la kirchnerista es una anomalía dentro del paradigma neoliberal (no la única anomalía, pero sí de las más notorias, dado el carácter central que tiene la quita de deuda y el "Juicio del Siglo" -según una denominación que no inventamos nosotros sino los propios yanquis-- en un mundo donde la razón del capital financiero es la norma). Que se trata de un proceso difícil en un mundo adverso se demuestra por la dureza que muestran los buitres aún hoy para entablar una salida negociada. La actitud de Cristina (no tener miedo a negociar, pero no negociar con miedo) refuta algunos lugares comunes del relato antiK, como que los enemigos elegidos por el kirchnerismo son imaginarios o que estamos aislados del mundo. El conflicto con los acreedores buitres no está aún claramente resuelto, pero creo que muchos se dan cuenta de que nadie puede conducir mejor la defensa de los intereses del pueblo argentino. De ahí que pienso que al final la figura de Cristina puede salir fortalecida.

Es decir: por mera comparación es inimaginable que otro argentino pudiera conducir un proceso tan difícil con la solvencia de Cristina, y eso creo que es evidente para los que simpatizan con ella y para quienes no también, excepto los casos perdidos, que no responden a una raíz racional, sino a un extravío anímico que los lleva  a esperar con ansias que su desastre psíquico se traslade al conjunto de la sociedad.

Si el liderazgo de Cristina crece (y esto es por ahora una hipótesis), ese componente de razonabilidad no es desdeñable (en criollo: la gente no come vidrio). Aunque también es cierto que por su características personales Cristina también concita el afecto de un importante sector de la población, el núcleo duro K, que permanece aún en los contextos más adversos. Y dentro de ese núcleo un porcentaje de militancia como no tiene ningún otro referente político, ni siquiera los que según las encuestas telefónicas tienen un "alto grado de imagen positiva". Las Plazas repletas son un indicio de esto, ningún otro llena Plazas con personas que van a escucharla y a encontrarse con otros que están en la misma.

Un último indicio del liderazgo de Cristina es la atención odiosa que despierta en los antiK, que te diría son tan liderados por Cristina como los K, ya que su vida política también gira en función de lo que ella hace o deja de hacer, los cacerolos K-dependientes, un Quintín; o el caso más escabroso de Judas Carrasco, quien primero quiso depender del kircherismo mediante la obtención de contratos. Y cuando los contratos no salieron, depende del kirchnerismo porque Cristina y su familia se transformaron en su monótona obsesión morbosa.

Por racionalidad, por amor y por odio, Cristina parece ser, todavía, en el séptimo año de su mandato, la única líder política argentina; y este embate de los buitres podrían terminar fortaleciéndola.

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