La película de Sergio Leone se proyecta hoy en la Sala Lugones
por Esteban del Valle
El progreso, el avance de la civilización, el capitalismo, el desierto, la busqueda del agua, la fertilidad y la prosperidad, las pulsiones humanas, la supervivencia, la ambición, la nobleza, el trabajo: cómo hacer de eso un "cuento de hadas" suficientemente entretenido para la matinee de un cine de barrio. De la mano de Leone, Bertolucci, Argento. El principal problema que tiene esta película es ser demasiado perfecta. Las simbologías estremecen, Morricone estremece. Metáfora cáustica de las bases donde se asienta la civilización norteamericana, y la vez narrada con un respeto mayor que el de los propios. Henry Fonda, cuya figura hasta ese momento encarnaba una especie de héroe nacional, es devenido en inescrupuloso matón (Frank). Charles Bronson, o la venganza latina (Harmónica) Jason Robards un bandido entrañable y su complejo de edipo (Cheyenne). Y la bellísima, enamorante, deslumbrante, exquisita, puta, trola, excelsa, divina, adorada, Claudia Cardinale (Jill). Adolfo Aristarain asegura haber participado como asistente en esta película, siempre describió a Leone algo así como una "bestia abominable". Para mí forma parte de mi colección de películas "intensas" filmadas durante 1968. Recomiendo no encerrarla en reduccionismos fáciles tipo "una historia más de ambición y venganza", como lo hizo alguien una vez en El Amante. En cualquier lado se puede encontrar siempre alguien que confiese una secreta fascinacion por esa película. Lo he comprobado a lo largo de los años. Yo cada tanto la vuelvo a ver. Quizas sea inexplicable.