Decíamos ayer, recapitulando lo que hablamos el domingo pasado con el Escriba:
"Esta seguidilla de noticias negativas podrían haber hecho tambalear a cualquier gobierno menos firme que el de Cristina, es decir: a cualquier otro gobierno de la normalidad argentina post dictatorial. Pero con Cristina no están pudiendo. Contra todos los que apostaron al colapso político y a los mecanismos de "aceleración" (de la deuda reestructurada, de la inflación, del desempleo, del síndrome del pato rengo y del alineamiento con algún liderazgo derechista emergente, que no termina de cuajar), la imagen de Cristina y la fortaleza del gobierno estuvieron creciendo en las últimas semanas.
"El kirchnersimo, contra todos los deseos de la derecha local e internacional, se la banca".
Esta idea se condice perfectamente con el anuncio de Cristina de anoche. Quizás se de una de las medidas más importantes de esta década larga, en tanto establece nuevas bases sobre la negociación de la deuda externa que el país arrastra desde hace décadas. Si los canjes de 2005 y 2010 sentaron un precedente inédito acá y en el mundo en la historia del desendeudamiento, ahora, al reemplazar al Banco de Nueva York por el Banco Nación Fideicomisos como agente de pago, ofrecer un canje voluntario a los bonistas y depositarle a los buitres, que cobrarán si entran al canje, Argentina termina de redondear una posición soberana que se paró con firmeza ante los aprietes del ala más dura del poder financiero internacional, encarnado por Griesa y Singer.
No es imaginable que un gobierno de otro signo pudiera encarar semejante presión del establishment mundial con esta firmeza. No ha sucedido y no resulta concebible que Scioli, Massa, Macri o Binner pudieran hacer algo así. La decisión de Cristina es políticamente auudaz y económicamente sensata. Por este motivo, Cristina, contra las previsiones y los deseos de la derecha local y extranjera, sigue en el centro del escenario y los "líderes emergentes" se ven obligados a seguir girando como satélites irrelevantes. Massa seguirá promoviendo la junta de firmas contra el narcotráfico o el garrochazo de concejales del ARI, mientras Lilita, Cobos y Pino se tiran las mechas con Macri Sí o Macri No.
Dentro de un rato nos van a empezar a correr con la reacción epidérmica de los mercados, la cotización del blue o de los bonos en tiempo real. Inmediatamente la derecha estará augurando los síntomas inequívocos de una debacle anhelada. Pero esta medida no está dirigida a esa histeria reactiva momentánea, sino a reafirmar una línea hostórica por la que el kirchnerismo será recordado en las próximas décadas.