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Jubilaciones en Europa y Argentina: el mundo al revés

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«Dovete crepare prima»



por Lidia Ferrari

Un periodista italiano que encuentro muy interesante, Gennaro Carotenuto, escribe una nota que titula: “FMI: tienen que morir antes” («dovete crepare prima») [ver acá]. Se trata de unas declaraciones de Christine Lagarde, ex ministra de Sarkozy y directora del Fondo Monetario Internacional. Parece que en el FMI están preocupados porque se está viviendo demasiado, hay un alargamiento de la expectativa de vida media y esto ya no viene bien. El envejecimiento es un riesgo por el cual el FMI está tomando cartas en el asunto. Dice la nota: “Es un costo para el FMI, el mismo que mató a miles de niños en Argentina con el 'Ajuste inducido' de la crisis de la deuda, para satisfacer el derecho de los fondos especulativos”. No creo que la imagen sea muy acertada, pero lo cierto es que pone a la Argentina de ejemplo, para decir que es el mismo FMI que piensa que hay que tomar precauciones con los que tienen más de 25 años, quienes en los países desarrollados pretenderán una pensión a mitad del siglo XXI.

Lagarde lo dice con todas las palabras. Si se vive tres años más que ahora, para las finanzas públicas será insoportable. Para evitar esto, el FMI está dispuesto a todo; por lo tanto, dice la nota, van a tomar medidas con un solo objetivo: que la gente se muera antes. Por ejemplo, aumentar fuertemente las contribuciones sustrayéndolas al rédito. También aumentar la edad de pensión. En Italia en este momento la edad de jubilación para las mujeres es de 65 años y para los hombres de 67. Además quieren reducir las pensiones para que la gente deba contratar seguros privados y tomar pensiones privadas (toda similitud con una realidad argentina pasada es pura coincidencia). Aconsejan vivamente incentivar el sistema de “hipoteca inversa”, que consiste en que si no tienen una pensión digna pero tienen una casa, en vez de dejarla a sus herederos, serán obligados a venderla a los bancos para recibir una renta y pagar a una “badante” (así se llama las empleadas que cuidan a ancianos).

Carotenuto ironiza diciendo que no se debe pensar que estas medidas son otra forma más de concentrar aún más la riqueza en pocas manos, sino que es sólo malignidad de quien la escribe. Finaliza: el FMI está apurado con las reformas porque el “riesgo de longevidad” no espera. Y le pregunta a los lectores: ¿ustedes, cuántos años de contribución ya han juntado?

Esta nota se inscribe en una realidad europea que en pocos años aumentó la edad de jubilación en todos los países. La mayoría aumentó de 65 años a 67 o 68 años. En Francia también han aumentado los años de contribución. En Italia uno se puede jubilar después de tener 40 años de aporte. Muchos de los planes de ajuste europeos tocan el sistema de pensiones. Francia se presentaba como ejemplo de sistema ejemplar, con una jubilación de baja edad: 60 años. Sarkozy la llevó a 65 años, luego de muchas batallas. Luchas que no se dieron en Italia, que la  llevó a 67 años como si nada. Los italianos no se mueven sino para ir a comprar pasta, parece. En Italia no hace demasiado tiempo la gente se podía jubilar con 57 años o menos. El estado de bienestar permitió un “viva la pepa” durante mucho tiempo. Se llegó a jubilar gente con menos de 40 años y con escaso tiempo de aportes. Obviamente, los italianos tiraron manteca al techo. Pero ahora se fueron para el otro lado y exigen 40 años de aporte y 67 años para jubilarse. La cuestión que se plantea es que, dado que existe una alta desocupación juvenil, ¿cómo se hará para incorporar a los jóvenes que tienen que hacer los aportes necesarios para pagarle a los viejos, si los viejos no se jubilan? Invocando la sacrosanta austeridad no se pone en debate ninguna de estas cuestiones, sino que se siguen recetas prescriptas en algún lugar. Parece que el FMI es uno de esos lugares.

La diferencia con Argentina es enorme. Parece que ellos ahora entran en nuestra década del 90, así de golpe. En cambio, en Argentina, Cristina acaba de dar lugar a una nueva etapa con la Ley de Inclusión Previsional, por la cual se incluye a casi 500.000 personas que estaban fuera del sistema.

Voy a contar algo que me atañe. En 2010, durante el primer gobierno de Cristina, la jubilación de los docentes universitarios se benefició con el 82% móvil, algo que antes no existía. Un docente universitario lo puede obtener con 25 años de aportes. Yo, al irme a vivir a Italia, me quedé afuera, por tener sólo 24 años de aporte. Pero sé lo que significa para los que pueden disfrutar del beneficio. Antes, los docentes universitarios tenían una jubilación que casi era simbólica. Ahora recordamos el pasado en que tuvimos congelados salarios y jubilaciones durante 10 años. No hace tanto tiempo de eso. La jubilación del docente universitario no sólo es buena porque representa el 82% de lo que cobran los activos, sino porque además los salarios crecieron mucho. Parece increíble que alguna gente no registre que este cambio no sólo supone una gran diferencia con nuestras épocas pasadas, muy próximas, sino también con lo que se está viviendo ahora en Europa.

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