Un amigo me pregunta: "Me da la impresión de que la jefa arregló con Scioli, que el candidato a presi será él. ¿Me equivoco? ¿Que hacemos?".
Le contesto:
Me parece que sí. No puedo asegurar que ya haya elegido a Scioli ni que, si lo eligió, lo vaya a comunicar este año. Pero hay indicios. Y me parece que esta podría ser la única forma de que el FPV se mantenga como la primera minoría con chances de seguir gobernando. Es decir: Cristina tiene que decidir si prefiere que gane el FPV en 2015 (aun con Scioli), o si prefiere que el kirchnerismo más puro sea oposición de un gobierno de derecha neta (Massa o Macri). Creo que hay kirchneristas que preferirían perder con candidatos puros antes que formar parte de una coalición ganadora con Scioli. Eso en principio dejaría bien parado al narcisismo kirchnerista. El K puro se estira hasta Randazzo (aunque prefiere a otros candidatos incluso más definidamente K pero imposibles, como Taiana, Uribarri o Rossi). ¿Lo mejor para el kirchnerismo es lo mejor para el país? No necesariamente. O depende. Cristina también es peronista. Creo que en esta doble condición hay una clave. De acuerdo con los diversos momentos de este período, Néstor y Cristina han sido más peronistas o más kirchneristas. Estas dos cosas son distintas pero no opuestas sino complementarias. Quizás Cristina esté llegando a la conclusión de que en 2015 entramos en una fase en la que es necesario consolidar el lado peronista de la coalición. Y Scioli sería el más apto para sintetizar esa opción. No porque sea un peronista propiamente dicho, sino porque puede abrir la coalición hacia otros sectores sociales y propiciar otras alianzas: este es el movimientismo típicamente P.
Conciencia de que en 2015 el kirchnerismo solo no alcanza: hay que hacer un frente. Y probablemente Scioli sepa también que sin el kirchnerismo a él tampoco le alcanza. La necesidad nos hace frentistas.
Esa lógica me parece sostenible.
Pero con eso no está todo dicho.
Uno: ante todo hay que ver si Cristina conserva en estos 9 meses que quedan hasta las PASO su carácter de gran electora. Eso depende no tanto de la política pura y dura, sino de la marcha de la Economía.
2014 fue en ese sentido un año difícil, pero la perspectiva no es catastrófica, como la derecha quisiera. De hecho, el tándem Kicillof- Vanoli parecen venir domando al potro del dolar blue: Por controles, el blue se derrumbó a $ 13,60 y cayó el "contado con liqui".
La agenda pendiente tiene en los próximos días un cacerolazo (veremos si logran mejorar el penoso resultado de la última convocatoria); en diciembre flotan los fantasmas de cada fin de año (policías sediciosas, intentos de saqueos, cortes de luz); y en enero se vence la RUFO y se va a ver más clara la estrategia del gobierno sobre esta cuestión. Estos son tres test de los cuales puede emerger una Cristina fortalecida o una Cristina debilitada. Si sale fortalecida, como espero, entonces su apoyo puede ser gravitante en agosto y octubre próximos. Pero si sale magullada, no tendría margen para ayudar a que alguien gane. Con esto quiero remarcar algo importante que los kirchneristas más cerrados a veces olvidan: puede fallar, la vaca no la tenemos atada.
Dos: si todo sale más o menos bien, tampoco veo mucho margen para un candidato kirchnerista puro, sino para una coalición que pueda aspirar a contener al grueso del peronismo, los sindicatos incluidos. Es decir: reconstruir la unidad sindical que se fue rompiendo en los últimos años. La década kirchnerista no logró promover ninguna renovación en el campo gremial. Seguimos lidiando con la misma burocracia. Con sus puntos oscuros y sus virtudes también. Porque estos sindicalistas, por no perder su base de sustentación, es decir, por el sector social en que se sostienen, necesitan oponerse a un ajuste salvaje como el que podrían llevar a cabo Macri o Massa. Estos dos están apostando a ganarse el favor de un electorado no peronista, coqueteando con la estructura territorial del radicalismo y con el apoyo del establishment financiero y ruralista y de los medios de derecha. Si ganan Macri o Massa, su base de sustentación va a responder a esa coalición y van a quedar comprometidos con esos sectores y tendrán que gobernar para ellos. Creo que Scioli para ganar necesita apoyarse en el krichnerismo, en los gobernadores e intendentes peronistas y en el sindicalismo. Eso implica que no podría después gobernar contra esa base de sustentación.
Tres: cualquier alquimia electoral tiene que pensarse en términos de ganar entre las PASO y la primera vuelta. Si se llega a una segunda vuelta, un frente anti-peronista/ anti-kirchnerista tiene muchas chances de ganar, ungiendo como vehículo de su voluntad a Macri o Massa, el que quede en la segunda vuelta.
Cuatro: el kirchnerismo tendría que pensarse ahora como parte de un movimiento nacional que no empezó en 2003 ni termina en 2015. A menos que tenga vocación de convertirse en una centro-izquierda testimonial, con candidatos propios y perdedores. En esta coalición, dependiendo de cómo sean estos últimos meses de la presidencia de Cristina, ella puede proyectarse como la líder política de una primera minoría que siga integrando una coalición gobernante. En este sentido, parece que el kirchnerismo es esa primera minoría, muy articulada y homogénea, pero que, repito, sola no alcanza. ¿Cristina puede aspirar en el futuro a nuevos cargos electivos? Eso depende de muchas variables, una de ellas es su propia voluntad.
Cinco: si es el turno de un frente de este estilo, entonces no hay que agotar todas las especulaciones en el candidato a presidente, sino pensar también en un combo más amplio: vicepresidente (un cargo no demasiado gravitante pero sí expresivo de una coalición), gobernador de la provincia de Buenos Aires, cabeza de lista de diputados bonaerenses y senadores o senadoras para 2017.
Seis: si estamos debatiendo en estos términos es porque en estos 11 años el kirchnerismo no acertó a construir una sucesión superadora. El vaso medio vacío o medio lleno: es notable que después de tanto tiempo Cristina conserve una imagen positiva tan alta, una centralidad de la iniciativa política indisputada y un liderazgo incomparable; es lamentable que con ese haber político tan significativo, no se haya sabido proyectar una sucesión más satisfactoria.