El estallido social no anduvo, así que la famiglia judicial prepara otro tipo de escenarios
Empieza el verano, termina el año con una extraña tranquilidad social en la Argentina. Extraña porque en los últimos diciembres nos habíamos acostumbrado a todo tipo de sobresaltos, la mayoría de ellos producto de operaciones desestablizadoras. En cambio, esta vez, incluso por la frescura de las noches, ni parece diciembre. Ni hablar de los estallidos sociales que se anunciaban desde los blogs libertarios de Guillermo Cherasny, Edgard Mainhard, Luis Barrionuevo, Héctor Alderete y Lucas Carraso. El menú incluía la disparada del dólar blue, una caída brutal de las reservas del BCRA, hiper-inflación, saqueos en las barriadas populares, cacerolazos en los barrios de clase media, apagones eléctricos, paro general de las centrales obreras conducidas por el Momo Venegas, Pablo Moyano y Néstor Pitrola, vacío de poder, renuncia de Cristina y Boudou y asunción interina de la presidencia por parte del doctor Carlos Fayt.
Nada de eso está pasando: Las reservas están en su punto más alto en más de un año, revirtiéndose la tendencia a la caída que se había registrado desde 2011. La inflación también marca un cambio de tendencia hacia la desaceleración. La corrida cambiaria se detuvo y en estos días los poquísimos que se interesan por el blue son turistas, antes que ahorristas. Hasta bajó el precio de las naftas.
Las únicas hordas desesperadas que se reportan son las de consumidores ávidos de comprarse todo en la Noche de los Shoppings.
El Plan A no anduvo.
El gobierno de Cristina emprende su último año con un manejo cabal de la política y proyecciones alentadoras a futuro.
Eso es preocupante.
Para ellos. Lo que es preocupante para ellos suele ser motivo de tranquilidad para nosotros y viceversa. Los blogs libertarios anteriormente mencionados y los grandes diarios republicanos estarían brindando si hubiera conmoción social y, sobre todo, muertos, muchos muertos. Así es como se han ido los gobiernos salientes y así es como el poder permanente logra condicionar a los gobiernos entrantes.
La derecha acude un Plan B, que habla bastante de su debilidad:
Ante la falta del estallido social, bien vale un estallido procesal. La familia judicial está en pie de guerra. En los últimos días jueces y fiscales procesan, imputan, indagan, intiman a una cantidad de funcionarios de gobierno, como no se ha visto en años. Ya no es Boudou solamente, ahora se complica, según las vibrantes portadas de Clarín y La Nación y las umbrías columnas del también procesado Carlos Pagni, la situación de Cristina, Máximo, Florencia, Alicia, Kicillof, Berni, Milani, Recalde, Abal Medina, Randazzo, Gils Carbó, Gonella, otros que no me acuerdo y otros que se irán agregando en las próximas horas. Este estallido procesal también se debe a que, quizás por primera vez en nuestra historia institucional, en estos años la corporación judicial, el menos democrático de los poderes republicanos, quedó expuesta en su clasismo, su funcionalidad a los intereses de las clases dominantes y sus turbios manejos de privilegios e impunidad. Los tribunales también fueron atravesados por la grieta.
Lo primero que llama la atención es que semejante andanada de denuncias y amenazas de la famiglia judicial no se corresponda con un estado de conmoción social. Digamos: cuando los diarios más vendidos del país sostienen por días titulares donde se anuncian que la presidenta, su familia y casi todos los funcionarios del gobierno ven comprometida su situación procesal y, a pesar de la andanada, la repercusión de las noticias se evapora al instante, eso parece indicar que el grado de credibilidad que la sociedad le asigna a la bambolla es cercana a cero. De hecho, hasta las encuestas de las consultoras declaradas de la derecha asignan un alto grado de aprobación de la figura de Cristina, inusual incluso para mandatarios de cualquier país que entran en el último año de gobierno.
Dos cosas: si Cristina, pese a estos intentos, sigue con las riendas políticas y muestra que no pueden torcerle el codo, eso significa que su autoridad puede incidir en el resultado de las elecciones del año próximo. La hipótesis de mínima de la derecha -que el populismo K abandonaría estrepitosamente el poder para aleccionar a la población de que nunca más apoye a gobiernos así- no estaría andando.
Y la otra: antes se decía que un gobierno no soportaba cuatro tapas de Clarín en contra. Cristina soporta 8 años de tapas de Clarín en contra y sigue siendo aprobada por gran parte del pueblo. Ahora estamos viendo que también soporta muchos escarceos intimidatorios y extorsivos de la corporación judicial, que hasta informa en la prensa cómplice sobre sus reuniones conspirativas para acosar al gobierno. Esas rimbombantes noticias no mueven el amperímetro.
Hay una relación entre la intensidad de aplicación de un procedimiento y el grado de los resultados obtenidos. La casta judicial redobla sus operaciones y esto no incide en el clima social: no se traduce en la debilidad política del gobierno que ellos calculan producir. Esto también se aplica a los anteriormente temidos dictámenes de Griesa: su default selectivo complicó un poco las cosas, pero el gobierno está hoy más fuerte que antes de su fallo. Fallaron.
Una lectura desapasionada del cuadro indica que tanto aspaviento para resultados tan magros denota debilidad política. ¿Qué tramará ahora la corporación ofuscada? ¿Allanarán la quinta de Olivos? ¿Ordenarán la captura de Máximo? ¿Le harán pasar el verano a Cristina en una celda en Comodoro Py? ¿Amedrentada por las maniobras de Bonadío y Campagnoli Cristina se retractará de todo lo dicho y hecho en estos 11 años? ¿O nos terminaremos percatando de que la indiferencia popular ante la sobreactuacón de los jueces solo revela su escaso reconocimiento? ¿Y si la derecha estuviera quemando muchos cartuchos sin resultados? ¿Cómo es que Pagni, Fernández Díaz, Leuco y Nelson no logran trasmitir el dramatismo de sus columnas al clima social? ¿No los lee nadie, o los que los leen no les creen?
Un caso paradigmático de esta histeria procesal lo protagoniza el mismo juez Bonadío al pedir el desafuero del fiscal de la PROCELAC, Carlos Gonella. La acusación hacia el fiscal significa una severa sanción que la famiglia judicial le impone a alguien que se atrevió a difundir que una de sus integrantes está ligada al narcotráfico. La jueza de instrucción María Gabriela Lanz, actualmente en funciones, es novia y salió como garante del narco Valentín Temes Coto, quien está detenido por el tráfico de 3300 kilos de cocaína, la "Operación Manzanita".
La Jueza Gabriela Lanz atestiguó en favor de su novio narcotraficante. Para ella fue "heroico" que Temes Coto (foto) se presentara sabiendo que iría preso. "Lo hizo por mí", expresó emocionada.
La jueza Lanz puede ser citada a indagatoria por el caso de tráfico de cocaína de su novio. Esto es lo que Gonella tuvo la osadía de difundir en mayo pasado en la página web de los fiscales: www.fiscales.gob.ar:
También se solicitó que sean llamados a declarar otros 30 imputados
Pidieron la indagatoria de una jueza en una causa por presunto lavado de activos
El fiscal en lo Penal Económico Emilio Guerberoff solicitó la indagatoria de la titular del Juzgado Criminal de Instrucción N°42, María Gabriela Lanz, en una causa donde se investiga el presunto lavado de activos que habría cometido su pareja, Valentín Temes Coto, condenado a 20 años de prisión por traficar tres toneladas de cocaína en cajones de manzanas. Además, el representante del Ministerio Público pidió que se llame a declarar a otros 30 imputados, entre los que se encuentra el mismo Temes Coto, Nelson Hinriksen y Claudio Maidana (los otros dos condenados en la causa Manzanas Blancas) y varios de sus allegados: Valentín, Lorenzo y Cristina Temes Chao (hijos de Temes Coto) y su ex mujer Flora Chao Durán.
La causa tiene 60 imputados, entre allegados de los condenados y empresas vinculadas a diversas firmas que habrían servido como pantalla para blanquear el dinero proveniente del tráfico de cocaína. En su requerimiento, Guerberoff solicitó al Juzgado en lo Penal Económico N°1, a cargo de Ezequiel Berón de Astrada, diversas medidas para "asegurar una efectiva dilucidación del hecho producido".
(...)La causa "Manzanas Blancas"
En diciembre del año pasado, el Tribunal Oral en lo Penal Económico Nº 3 de la Capital Federal condenó a Valentín Temes Coto,Nelson Hinriksen y Claudio Maidana a penas de 20, 15 y 13 años de prisión, por encontrarlos responsables del contrabando de más de 3300 kilos de cocaína en cajones de manzana a España.
La investigación se inició cuando en un procedimiento realizado por personal de la Dirección General de Aduanas el 16 de junio de 2010 se incautaron 1650 kilogramos de ladrillos de cocaína disimulados en cajas que provenían del alto valle de Río Negro. Además, la AFIP dio aviso al agente recaudador en Brasil para que intercepte un segundo contenedor, donde se secuestraron 1720 kilogramos de cocaína.
(...) Durante su alegato, Funes explicó que los tres acusados no eran los propietarios de la droga sino que se encargaban de la logística y el transporte. "Fueron dos operaciones que requirieron del establecimiento de una fachada legal que involucraba, de buena fe, a decenas de empleados, proveedores y clientes", dijo.
El fiscal detalló las inversiones que tuvieron que realizar los acusados para desenvolverse en el mercado comercial y laboral y cómo se establecían los contactos entre la banda y las organizaciones del exterior involucradas. "Encarnaron dos roles fundamentales de la cadena del narcotráfico (acondicionamiento y transporte) permitiendo la ejecución de una maniobra, con ribetes transnacionales, de características gigantescas". (Completo acá)
La jueza Lanz es novia del narco y se ofreció como fiadora de su amorcito. Difundir esta noticia en la página de los fiscales le vale a Gonella que Bonadío lo procese, lo cite a indagatoria, lo declare en rebeldía, le impida salir del país y pida su desafuero. Bonadío esta desaforado. Le adjudica a Gonella el delito de violación de secretos judiciales. Es curioso, porque lo que se imputa como crimen es que se difunda públicamente que una jueza está vinculada a un peligroso narcotraficante. Bonadío, en cambio, anticipa todos sus movimientos a través de la prensa cómplice: le informa a Clarín y La Nación cuáles son sus intenciones y presunciones y usa esa cordialidad con la trenza opositora para chantajear al gobierno, castigar a los fiscales que no son funcionales al sistema corporativo y, de paso, tratar de zafar de su propio juicio político.
Estos relatos siempre tienen una moraleja: el gobierno kirchnerista hace rato tendría que haber emprendido una depuración del poder judicial, no solo de la Corte Suprema. Está visto que ese poder es un nido de víboras y uno de los principales escollos para la democratizacón de nuestro país.