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Estalló el otoño camporista (y el columnismo tóxico)

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26/03/2012 Primera parte

26/03/2012 Segunda parte

26/03/2012 Tercera parte

Fotografía: Ezequiel Solano

por Oscar Cuervo

La gran movilización juvenil y popular del último 24 nos puso contentos y el otoño nos pone introspectivos. Contra la impresión de caos desbordado y crujidos alarmantes que cierto columnismo tóxico de la reacción quiere insuflar, el curso de la política argentina parece encaminado al fortalecimiento de la democracia. Y contra los institucionalismos abstractos, la democracia no crece mediante la oscilación pendular entre dos partidos que algunos llaman alternancia, ni ante la abstracta autonomía de poderes: un ejecutivo con reuniones de gabinete para la foto y conferencias de prensa, de subordinación a los poderes fácticos internos y externos (eso es lo que la reacción entiende por "dialoguismo"), un BCRA vaticanizado, cuidadoso del valor de la moneda, dócil a las presiones del sector financiero, desdeñoso o directamente hostil a las políticas de un ejecutivo que está siempre obligado a someterse al sufragio popular, mientras que la estructura dura del poder económico y financiero nunca va a elecciones, pero conserva y pretende acrecentar su poder de presión.

"Democracia" no es un término neutro. Por eso, el hecho de que el Poder Ejecutivo (unipersonal según nuestra Constitución, mientras no se la reforme) intervenga fuertemente en la marcha de la economía y discuta con los poderes fácticos, con modales que son por lo menos tan duros como los que los lobbys siempre han aplicado para imponer sus intereses, es visto por el republicanismo abstracto como un avance autoritario. Pero para nosotros hay otros indicadores del avance democrático: como por ejemplo la movilización popular (ganar la calle) y la militancia juvenil, una de las emergencias que más deplora la derecha republicana, que desde hace meses está luchando por instalar una imagen demoníaca de la militancia, con desprecio resentido hacia la irrupción juvenil. Esa irrupción juvenil se llama hoy (con un poco de injusticia hacia otros colectivos militantes) la Cámpora. Desde el kirchnerismo se la quiso impulsar desde hace algunos años, pero tomó un empuje decisivo en ese funeral -el de Néstor- que fue el comienzo de algo, más que el final de lo anterior. Pero la Cámpora se vuelve más importante en la medida en que la reacción quiere demonizarla, quiere asustar a los intoxicados de columnas (hay columnas dominicales que son verdaderamente tóxicas) endilgándole rasgos incompatibles, como el ser violentos como los Montoneros y a la vez el no serlo, el ser incautos engañados por adultos manipuladores y a la vez cercar a la Presidenta para dirigir su voluntad, el ser dogmáticos y pragmáticos. El ser alegres cabezas huecas fiesteros y a la vez ambiciosos ocupantes de puestos de gestión. Es obvio que todo eso junto no se puede ser, porque ciertas características excluyen a otras, pero el columnismo tóxico los acusa de todo eso a la vez. Es obvio que este columnismo (Pagni, Pepe, Majul, Fernández Díaz, Morales Solá, Grondona, Neilson, Nelson, Leuco, Van der Kooy, Lanata, Levinas, Raffo, todos diciendo lo mismo en diferentes jergas) detesta la organización, la inserción, la juventud, el empuje, el aprendizaje necesario, la falta de experiencia y el potencial futuro. Esa conjunción les resulta pestilente y se ceban cada domingo en acentuar los trazos gruesos para transformar a los militantes de la Cámpora en un cuco para sus intoxicados lectores: la Cámpora es para ellos la Camorra, la Murga, las Juventudes Hitlerianas, los herederos del Gen Montonero, los Borrachos del Tablón, los Neomarxistas y los Analfabetos. Cuanto más crece la truculencia de los columnistas tóxicos, más centralidad adquiere la Cámpora.

El sábado pasado no eran los únicos movilizados, porque la izquierda trosquista conserva un respetable poder de organización y movilización. Pero para la derecha la juventud roja es hoy un elemento simpático del paisaje (sobre todo cuando critican al gobierno, por motivos opuestos a los que lo critica la derecha), tanto más simpático cuanto prometen renunciar al poder por siempre jamás y mantenerse en su corralito de rebeldes acotados. Pero el gran valor de la izquierda clásica es su coherencia, la instalación de ciertos valores (más éticos que políticos, pero igualmente estimables). Lo que reivindica a la izquierda clásica es estar en la calle haciendo política y conicidir en algunas pocas cosas con sus adversarios del kirchnerismo joven: por ejemplo, al decir Nunca Más a la dictadura, el poner la lucha contra la dictadura en términos de conflicto actual; y esto es también una coincidencia con el kirchnerismo, contra la reacción lanatista que quiere hacer creer que la dictadura es cosa del pasado.

El crecimiento de cada 24 de marzo, contra todos los pronósticos de feriado dominguero que quiso ridiculizar el columnismo tóxico, es una buena noticia de este comienzo del otoño. Es que el otoño también puede ser crecimiento y el entusiasmo no tiene que estar reñido con la introspección.

El programa del domingo pasado lo dedicamos a la llegada del otoño, fresco, íntimo, prometedor.

Así fue la música que escuchamos:



THE DOORS: INDIAN SUMMER
CARLA BRUNI: AUTUMN
YO LA TENGO: AUTUMN SWEATER
NAT KING COLE: AUTUMN LEAVES
MILES DAVIS: AUTUMN LEAVES
BRIGHT EYES: A PERFECT SONNET
NEIL YOUNG: HARVEST MOON
NEIL YOUNG: HARVEST
NEIL YOUNG: OUT ON THE WEEKEND
BJORK: COSMOGONY
ELIS REGINA Y TOM JOBIM: AGUAS DE MARZO
PAOLO NUTTINI: AUTUMN

Otros programas para bajar:
Debate sobre The Wall. Programa 19/03/2012
Programa CocoRosie / Energía nuclear

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