Quantcast
Channel: La otra
Viewing all articles
Browse latest Browse all 4312

La Alianza PRO - UCR es una buena noticia para el kirchnerismo

$
0
0
La otra .-radio para escuchar clickeando acá 



Hay un reflejo condicionado en la prensa de derecha argentina en todos estos años de kirchnerismo: tienden a interpretar cualquier cambio de escenario como un hito que "complica más al gobierno". El "default selectivo" de Griesa supo ser usado de esta manera: se iba a venir el país abajo y el gobierno de Cristina no llegaría a fines de 2014. Ni que hablar con el "caso Nisman". El 18M iba a ser una fecha bisagra, dado que el republicanismo parecía haber conseguido su nuevo Padre de la Patria en la figura del fiscal fiestero. Se aspiraba a una movilización que tuviera el volumen que ayer tuvo la que se hizo contra Dilma en Brasil, con millones de personas en la calle contra el gobierno, cosa que no ocurrió. Con el correr de los días se vio que el 18F no fue bisagra de nada, y el caso Nisman se va pareciendo más al caso Coppola. Lo de la Cocucchi al Bailando parecía un chiste de Barcelona pero es una noticia seria. Y en lugar de desencadenar un fantástico escándalo internacional, el caso se encamina hacia un escandalete donde los familiares y favorit@s del malogrado fiscal terminan disputándose las cuentas bancarias con malos modales. Imposible hacer de Nisman un prócer. Incluso la credibilidad de la ex de Nisman (espejismo en el que yo mismo caí), viene bajando abruptamente: no será tampoco un ejemplo de la lucha de familiares que exijen Justicia y Verdad, sino que opera en función de intereses bastante oscuros. La cosa es que los analistas de la derecha interpretaron que el caso Nisman provocaría una debacle en la gobernabilidad y haría mella en el liderazgo político de Cristina. Algunos lo sostienen todavía, pero cada vez con menos eficacia.

Lo gracioso es ver que hoy Carlos Pagni en La Nación ("Un golpe al plan de supervivencia del kirchnerismo") y Pablo Ibañez en Ambito ("Macri-Sanz, un pacto que incomoda al peronismo K", pésimamente escrito) coinciden en interpretar el triunfo de Sanz en la convención radical y el consiguiente acuerdo PRO-UCR como un suceso que "preocupa" o "compromete" al gobierno. 

Esto demuestra varias cosas: una, que la manía predictiva de estos analistas no se inhibe ante la acumulación de refutaciones que la experiencia les propinó. No importa cuántas veces Pagni dijo que la autoridad de Cristina entraba en una fase terminal. Lo seguirá escribiendo cada lunes en su columna de La Nación, porque parece que eso es lo que sus editores y lectores esperan que escriba. Nadie parece reclamarle sus fracasos como profeta. En segundo lugar, el triunfo de Sanz (que propicia un acuerdo con el PRO) sobre Morales y Cobos (que querían aliarse a Massa) en la convención radical solo parece motivar a estos escribas en la medida en que puedan atribuirle un efecto nocivo sobre Cristina y su gobierno, lo que evidencia la centralidad que aún tiene Cristina en sus últimos meses de mandato. Estos antiK son gente que no puede relajarse a disfrutar un triunfo político como propio (la constitución de un frente de derecha pura), sino que necesitan excitarse pensando en la escena de la presidenta "cada vez más complicada". Es raro que no se les ocurra pensar que Macri como gran ordenador de la derecha opositora es una opción que el propio kirchnerismo eligió como preferible. 

Tampoco reparan en que este acuerdo ha dejado damnificados severos, tanto en la interna radical como en el espacio socialdemócrata que graciosamente se denominaba "centroizquierda": Binner, Stolbizer, Solanas deben tratar de ganarse un lugar bajo el sol ahora que ya estorban en los planes del Círculo Rojo. Es muy temprano todavía para evaluar hacia dónde van a confluir esos sectores a los que el frente macrista expulsa. 

Ni que hablar de la principal víctima que se cobró la convención radical: Sergio Massa. Este fin de semana fue aciago para el ex jefe de gabinete de Cristina. Hoy estará preguntándose si manejó bien los tiempos al dejar su intendencia de Tigre para desdibujarse en un espacio tan poco propicio para él como la Cámara de Diputados. La candidatura a la presidencia de Massa es ahora un obstáculo a derribar por la derecha, porque hay que acumular votos detrás de Macri. Los mismos que en algún momento lo ungieron como el heredero ahora tienen que convencer a de Massa que baje a la provincia de Buenos Aires. Todas las alternativas que le esperan a Massa son feas: si no se baja, lo suyo será una travesía por el desierto que terminará beneficiando al Frente para la Victoria; si se baja a la provincia, deja en banda a todos los que se embarcaron con él en su aventura incierta, quienes a su vez deberán optar por volver con la frente marchita al peronismo conducido por Cristina o conformarse con un rol de tercer orden en la repartija de cargos electivos con los radicales y el PRO. Horas dramáticas en Nordelta. No se descarta que a través de Duhalde el Círculo Rojo pretenda forzar una ruptura de Scioli con el kirchnerismo para terminar uniéndolo a Massa: lo que sería un verdadero suicidio político de Scioli del que difícilmente podría reponerse.

Lo curioso es que analistas como Pagni o Ibañez no detectan o prefieren disimular que Massa es el gran derrotado del acuerdo Sanz/Macri/Carrió. Y quieren hacernos creer que este acuerdo preocupa a "los K", cuando en realidad el acuerdo despeja el campo de disputa político: se acentúa el carácter antiperonista de la oposición, lo que no solo expresa una fusión de identidades partidarias sino un corte de clase. A diferencia de lo que fue la coalición menemista de los 90, la Alianza PRO/UCR no va a interpelar a los sectores más pobres y seguramente también repela a los trabajadores sindicalizados, que quedarán disponibles para la coalición peronista/kirchnerista y en menor medida pueden hacer crecer a la izquierda trosquista. En este sentido, el frente PRO/UCR complica también al moyanismo. 

El menemismo tuvo su potencia (y su daño) en el hecho de que su componente peronista daba lugar a una inédita coalición entre sectores populares (una base electoral que finalmente resultó muy perjudicada) con la oligarquía y el sector financiero. En 2015, Massa hubiera representado un riesgo de que esta coalición se restaurara. Ahora que el poder económico se inclinó por un frente antiperonista/antikirchnerista, se acentúa la necesidad de que las clases populares se aferren a su identidad peronista, en defensa del empleo, la preservación del poder de negociación en la puja distributiva y el funcionamiento de las paritarias libres, para impedir una contraofensiva neoliberal como la que se prepara alrededor de Macri y los radicales. El massismo no tiene una base social ni un discurso claro acerca de esta puja. El kirchnerismo, en los meses de gobierno que restan, necesita peronizarse y a la vez tiene que tratar de retener y/o conquistar a los sectores medios, que al fin y al cabo terminarían siendo el pato de boda de una restauración conservadora.

La derecha ya movió. Ahora es el turno de Cristina, que llega al fin de su gobierno con un liderazgo fuerte y está en condiciones de hacerlo pesar en el futuro inmediato y mediato, cualquiera sea el resultado electoral. Lo más sensato es que la interna del Frente para la Victoria se desarrolle con el mayor cuidado por preservar la unidad de la coalición popular que, frente a la opción de la derecha dura, tiene serias posibilidades de ganar las elecciones por cuarto período consecutivo.

En La otra.-radio de anoche analizamos este tema. Además escuhamos una extraordinaria selección de música argentina y uruguaya (Liliana Herrero, Dino Saluzzi, Florencia Ruiz, Charly García, Eduardo Mateo, Juanito el Cantor, Luciana Jury, Surales, Juana Molina). El programa se puede escuchar acá.

Viewing all articles
Browse latest Browse all 4312

Trending Articles