Después de que la administración macrista la mantuvo injustificadamente cerrada durante 15 meses, el intento de reapertura fue otra burla del PRO a la cultura
La inauguración oficial de la Sala Leopoldo Lugones fue al mediodía de ayer. A esa hora, sin aire acondicionado, los ascensores anduvieron para Hernán Lombardi, Rodríguez Larreta, Gabriela Michetti y otros caretas que nunca van a la Lugones y que la tuvieron cerrada por un año y medio. En un día de calor aplastante no andaba el aire acondicionado. Pasaron unos cortos de Gardel (no sea cosa que Lombardi y Larreta se tuvieran que bancar una película entera).
De pronto, los ascensores que andaban al mediodía para mostrar una fachada a los medios presentes dejaron de funcionar, a pesar de que la luz no estaba cortada.
Finalmente, una vez que los figurones partieron, sin que nadie diera la cara, se suspendieron las funciones de las 19:30 y 22:00.
A pesar de la onda que le ponen los programadores y el apoyo de la Cinemateca, quedó en evidencia el desprecio macrista por el cine y por la cultura en general. Además quedaron de manifiesto las tensiones gremiales en medio de las cuales funciona el Teatro San Martín.
Después de un año y medio de cierre injustificado, el amago de apertura de la Lugones fue un nuevo agravio a una de las salas más queridas de la Ciudad, a la que ni la dictadura videlista se había atrevido a maltratar tanto.