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La postulación de Leandro Santoro como vicejefe de gobierno acompañando la fórmula de Mariano Recalde desató una inesperada polémica en el seno del kirchnerismo, escandalizado por la identidad radical alfonsinista de Santoro y por una serie de tuits de contenido burdamente antiK y antiperonista que Santoro había posteado hace unos años.
Quizá el pico de esta controversia puede ubicarse en la virulenta columna que ayer le dedicó Horacio Verbitsky en Página a Santoro, contra la decisión de postularlo a candidato de la fórmula del FPV porteña.
Verbitsky se cree a veces su personaje de Rasputín del kirchnerismo, cree que puede marcarle la cancha a Nestor y Cristina sobre sus decisiones estratégicas y así decirles si se tienen que aliar con Scioli, con el Papa, sostener a Milani o postular a Leandro Santoro. Obviamente Verbitsky como periodista puede opinar lo que quiera, pero el tono de algunas columnas da a entender que se cree consejero del poder. Como se sabe, Néstor y Cristina lo pueden haber escuchado en algunas ocasiones, pero tienen sus propios criterios de construcción política. Y son los que tienen votos.
La nota de ayer llamó la atención porque Verbitsky quizás sea el periodista más importante del país y porque suele dedicar sus entregas dominicales a temas de trascendencia institucional y política, o a figuras muy poderosas. Él supo dirigir sus filosos dardos contra Bergoglio/Francisco, contra el general Milani, contra los manejos irregulares en la Corte o denunciar violaciones a los derechos humanos por parte del servicio penitenciario bonaerense. Por eso llama la atención que le dedique una atención desmesurada y trate con una dureza inusual a la figura de Santoro.
Además, en su columna de ayer, Verbitsky encarna como raras veces una primera persona del singular para mostrarse como un hombre consulta del poder ejecutivo, con el que Néstor y Cristina conversaban sus decisiones sobre las candiaturas de Scioli a vicepresidente o a gobernador de la provincia, por citar un ejemplo. Parece que Verbitsky quiere demostrar que puede cuestionar las decisiones estratégicas de más alto nivel con los propios protagonistas. Lo que se desprende también de sus propias palabras es que, si bien Néstor o Cristina pueden haber accedido a conversar con él algunas decisiones, en el caso de cuestiones importantes de política estratégica (Scioli, Francisco, Milani) no fue tenido en cuenta para nada. Quizá la desmesurada dureza con que trata a Santoro y el espacio inusual que le dedica, por tratarse de un candidato de segunda línea de una elección que se descuenta que está perdida, sean nada más que el pretexto para que Verbitsky exhiba su resentimiento por el hecho de que sus consejos no han sido tenidos en cuenta por Néstor y Cristina. Quizás por no animarse a criticar con dureza a los propios Kirchner es que Verbitsky se ensaña ahora con un dirigente que viene de la Juventud Radical. Señalo esto y no dejo de ver, además, que en el mundo periodístico, las cuestiones de agenda, el tratamiento o la omisión de temas se manejan en función de sus propias estrategias políticas. En eso Verbistky es el rey del manejo de los silencios y los gritos, una práctica que le permite preservar su poder de fuego, atacar o acallar, según un pragmatismo que forma parte de las transacciones políticas de las que a veces Verbitsky pretende mostrarse alejado.
Pero además, la virulencia de Verbitsky replica la que le dedican a Santoro otros militantes, adherentes y simpatizantes del kirchnerismo en su núcleo más cerril, cerrado a las políticas amplias, sectarios que se sienten poseedores de la identidad excluyente del campo popular. Parecen tener un populómetro para decir quién tiene la dicha de ser aceptado como compañero. Curiosamente, estos mismos sectarios no dicen nada contra algunos radicales conservadores de las provincias que el kirchnerismo tiene como aliados desde la época de la concertación plural que puso a ... ¡¡¡Cobos!! en el gobierno, propuesto por el incuestionado (ahora) Néstor.
En esta reacción destemplada del kirchnerismo sectario encuentro un complejo de inferioridad de quienes sienten que "se tragan sapos" con la política de alianzas K (que incluye a figuras cuestionables como Alperovich, Insfrán, Gerardo Martínez, por solo nombrar a algunas joyitas). Y se callan la boca porque saben que esas políticas las fijan los propios Néstor y Cristina. Es obvio que a Santoro la candidatura se la ofreció Cristina, y que la efectivizaron Máximo y el Cuervo Larroque, pero como estos kirchneristas dogmáticos no se atreven a tirarse contra Cristina, se le animan a Santoro. Es más, en las redes sociales estos días se intentó vincular a Santoro con el pobre resultado (18%) de las PASO porteñas, como si el radical tuviera una cuota de responsabilidad por la debacle porteña y no hubiera sido consecuencia de la nula política que el kirchnerismo tuvo por años hacia esta ciudad. Fueron los kirchneristas puros y los peronistas históricos lo que sacaron el 18%, pero ahora quieren endilgarle este problema a Santoro. Cuando se enteraron del 18% del FPV, estos sectarios culparon a los porteños por lls resultados, los trataron de gorilas descerebrados, pero no se animaron a cuestionar a Cristina (última responsable de la política porteña). Autocrítica cero.
En esta reacción destemplada del kirchnerismo sectario encuentro un complejo de inferioridad de quienes sienten que "se tragan sapos" con la política de alianzas K (que incluye a figuras cuestionables como Alperovich, Insfrán, Gerardo Martínez, por solo nombrar a algunas joyitas). Y se callan la boca porque saben que esas políticas las fijan los propios Néstor y Cristina. Es obvio que a Santoro la candidatura se la ofreció Cristina, y que la efectivizaron Máximo y el Cuervo Larroque, pero como estos kirchneristas dogmáticos no se atreven a tirarse contra Cristina, se le animan a Santoro. Es más, en las redes sociales estos días se intentó vincular a Santoro con el pobre resultado (18%) de las PASO porteñas, como si el radical tuviera una cuota de responsabilidad por la debacle porteña y no hubiera sido consecuencia de la nula política que el kirchnerismo tuvo por años hacia esta ciudad. Fueron los kirchneristas puros y los peronistas históricos lo que sacaron el 18%, pero ahora quieren endilgarle este problema a Santoro. Cuando se enteraron del 18% del FPV, estos sectarios culparon a los porteños por lls resultados, los trataron de gorilas descerebrados, pero no se animaron a cuestionar a Cristina (última responsable de la política porteña). Autocrítica cero.
La figura de Santoro es interesante. Nosotros en La otra.-radio lo entrevistamos hace unos meses, cuando aún no era ni candidato a vicejefe, ni funcionario del ejecutivo, ni se había subido todavía al avión al que Cristina lo invitó para visitar al Papa. Cuando lo entrevistamos, Santoro nos trasmitió la imagen de un alfonsinista sincero, alguien que estuvo muy cerca de Alfonsín en sus últimos años de vida, cuando el líder radical no era demasiado escuchado por sus propios correligionarios. Santoro acompáñó a Alfonsín en sus años en el llano, con Los Irrompibles veló por su vida cuando Alfonsín estuvo al borde de la muerte en el Hospital Italiano, e incluso lo bancó en la época de los escraches a políticos, cuando patoteros desbordados iban a la casa de Alfonsín para agredirlo.
Santoro se hizo alfonsinista en 1989, siendo muy joven. No era un buen año para hacerse alfonsinista, el gobierno de Alfonsín se venía abajo. No parece ser oportunista quien decide acompañar a su líder en la travesía del desierto. Así como no parece una decisión oportunista apoyar al kirchnerismo en 2015, justo en el año en que Crsitina tiene que dejar el sillón presidencial, ni poner la cara, como hace Santoro, para una candidatura que se sabe que será derrotada. ¿De qué panquequismo hablarán los sectarios?
Lo que nos pareció interesante de la figura de Santoro, cuando lo entrevistamos antes de que todos pongan el foco sobre su trayectoria, es su actitud de animarse a ponerse en una línea de fuego muy incómoda de la política, vivir su identidad radical como una contradicción que dejó que lo atravesara en su aspecto menos redituable, hacer pública esa identidad quebrada y hacer política con ese quiebre. Esa misma vocación por poner públicamente en cuestión la solidez que postula toda identidad partidaria lo lleva ahora a apoyar al kirchnerismo y tener que bancarse el desprecio de algunos kirchneristas, así como hasta hace poco se tuvo que bancar el desprecio de los radicales partidarios de entregarle el partido al PRO.
Santoro vive su militancia de modo inusual, como un salmón, a contracorriente. Quizás eso sea lo que moleste más a radicales y kirchneristas dogmáticos. Quizás eso mismo haya atraído a Cristina, que a través suyo les tiende un puente a tantos sectores medios que antes eran representados por el alfonsinismo y ahora tienen un liderazgo vacante.
Escuchen ustedes mismos la entrevista que le habíamos hecho en La otra.-radio a Leandro Santoro y fórmense su propia opinión, clickeando acá.
Este fragmento del programa está musicalizado por Yo La Tengo, Luis Ortega & Daniel Melingo.