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La pregunta del millón: ¿Scioli sabía de la opereta contra Aníbal?

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Si Scioli no lo sabía, la tiene adentro. Si lo sabía, la tenemos adentro.


Leemos en Letra P:

La tarde del martes, Wado De Pedro, convocó a una reunión en sus oficinas de la Casa Rosada. El encuentro fue acotado a unos pocos, entre ellos, Oscar Parrilli, y surgió a partir de la necesidad de medir los daños políticos, tras la denuncia periodística de Jorge Lanata.
El último domingo, el periodista había puesto al aire, en su programa de TV PPT, la declaración de Martín Lanatta, condenado por el triple crimen de General Rodríguez, quien acusó a Aníbal Fernández, de tener participación en el caso y en el negocio ilegal de la efedrina.

Del encuentro, surgieron varias conclusiones, que involucran a figuras de la interna oficialista en la provincia.

Previo a este cónclave, Fernández había mantenido dos charlas trascendentes. Una, con la presidenta, Cristina Fernández, y otra más corta, con Daniel Scioli.
De la primera, la definición trascendió un día después, cuando CFK denostó por cadena nacional, la aparente operación del grupo Clarín, y casi obligó al precandidato, a enorgullecerse por la denuncia.

Respecto a  la llamada del gobernador, cuentan que el precandidato a la presidencia manifestó un fuerte enojo.

Daniel está enloquecido, muy caliente y claro, el sabe por dónde viene la mano” cuentan que dijo Fernández, al cortar la comunicación.
Hay dos hombres que por estas horas están en la mira, en una posición más incomoda que la del precandidato a la gobernación,  Julián Domínguez. (a quien Aníbal había señalado en principio como aliado del grupo Clarín).  
Uno es su vice, Fernando Espinoza a quien le endilgan una reunión en la tarde del pasado viernes con dos integrantes de la producción de Jorge Lanata. El otros es el ministro de Seguridad de la provincia, Alejandro Granados. Un parte de inteligencia  habría informado al Gobierno que desde esa cartera se hicieron gestiones para mejorar la situación carcelaria de Martín Lanatta.
También, esta en discusión hasta donde fue inocente la autorización del Servicio Penitenciario Bonaerense, que depende de la cartera de Justicia, a cargo de Ricardo Casal, para permitir el ingreso al penal de General Alvear, donde se encuentra alojado Lanatta, del equipo periodístico de PPT. (Completo acá)

No hace falta tomar al pie de la letra estas versiones, pero sí tenerlas muy en cuenta. Otra versión en un sentido similar puede leerse en la columna de ayer de Pagni en La Nación. Pero si no le creemos a estos medios opositores, podemos remitirnos a la sospecha que instala el propio Aníbal en sus incursiones periodísticas: ayer en A24 y anoche en 678 habló de que la operación de Lanata se hizo con la complicidad necesaria de algún sector del Servicio Penitenciario bonaerense; se refirió también al "fuego amigo". Cuando Cynthia García le preguntó a quiénes se refería con esta expresión, Aníbal dijo: "ya vendrán tiempos mejores". Se guarda entonces una carta para jugarla después de las elecciones.

Que algún sector de la dirigencia pejotista bonaerense estaba al tanto de la operación parece casi inevitable. ¿Casal? ¿Granados? ¿Espinoza? Todos o algunos de ellos.

Pero la pregunta del millón es si Scioli lo sabía. Por sí o por no, la respuesta a esta pregunta abre dos escenarios políticamente posibles y delicados. Los dos tienen su grado de verosimilitud y de inverosimilitud: ¿sería capaz de hacer algo así? ¿podría no saberlo? 

Si Scioli sabía de antemano que esta operación iba a hacerse o lo supo cuando estaba en marcha, ¿por qué no hizo algo para impedirla o neutralizarla? Si lo sabía, ¿la operación contó con su aprobación? Esta posibilidad es por varios motivos MUY preocupante. En primer lugar, Scioli aparecería así pactando con Clarín en perjuicio de uno de los candidatos del FPV; este escenario es el peor imaginable. Si lo hiciera, además, jugaría con fuego: la operación no perjudica solamente a Aníbal sino posiblemente sus propias aspiraciones. ¿Sería capaz de hacer una jugada que puede salirle muy mal? Sería una mezcla de traición, audacia y torpeza alarmantes.

Por eso mismo, puede conjeturarse que es improbable que Scioli lo supiera de antemano. En ese caso, se le escapó la tortuga: algún sector muy cercano a él, Casal o Granados, por ejemplo, tienen que estar implicados por acción u omisión en la opereta. Si así fuera, Scioli no está controlando resortes muy sensibles de su administración. ¿Puede seguir contando a partir del lunes con Casal y Granados sin volverse cómplice de los quintacolumnistas?

Si Scioli no lo sabía, la tiene adentro. Si lo sabía, la tenemos adentro.

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