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El gorilismo, una ideología rancia

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A propósito del grupo de facebook “Resistiendo con aguante”


por Lidia Ferrari

El problema del kirchnerismo es que ha puesto a la sociedad a pensarse. Pensarse como sociedad no es algo que se hace colectivamente sin más, sino que requiere un compromiso subjetivo de cada uno. Por eso esta campaña “uno a uno”, en la que cada uno trata de “concientizar” (esta palabra no es ingenua) a alguien acerca de la votación. El campo de la ideología que se despliega en estas elecciones es lo más cercano a la construcción de pueblo que se puede conjeturar. Hay una creación de colectividad que está profundamente enraizada en el pensamiento y la acción de cada sujeto. Así entiendo que cada uno comparta su propia experiencia, porque cada una es única y diferente, al tiempo que al transmitirla construye una experiencia colectiva.

Cuando se intenta orientar una elección política, como en este caso en la pelea por el balotaje del 22 de noviembre, todos se encuentran en la necesidad de atraer electores para su propio campo. De acuerdo a qué campo se pertenezca, la estrategia será diferente. Y aquí entra la cuestión de la ideología, cuando ella está arraigada en el sujeto. Habrá que tener muy en cuenta a qué tipo de sujeto se dirige y cuidar a ese al que se quiere modificar. En estos últimos días los que han comenzado a ‘militar’ para que otros ciudadanos voten a Scioli y no a Macri muestra claramente en qué vereda se encuentra cada quien y a qué herramientas debe recurrir.

Para que alguien vote a Scioli se ha visto que es necesario argumentar, demostrar, hacer reflexionar, tomarse con calma la idea de pensar en la historia argentina, en la historia de cada uno, lo que te pasó antes, lo que te puede pasar después. Es decir, tratar de llevar a la reflexión para que ese sea un voto “consciente”. Y las historias son bellísimas. En el ‘uno a uno’ pasan cosas que suceden en el intercambio estrecho entre las personas: emociones, encuentros, descubrimientos. Si bien la tarea puede ser infructuosa, no necesariamente se debe a un errado proselitismo o a una necedad del potencial elector. Se debe a que existe una frontera, que puede ser más o menos laxa, pero que una vez franqueada uno queda de la otra orilla. Esta frontera amplia se puede confundir con un territorio propiamente dicho, pero es una frontera. Algo así como un limbo en el cual se encuentran tantos, en los que la ideología heredada, la ideología construida en la vida debido a intereses o a urgencias psíquicas no ocupa un lugar claro y distinto. Los que están en ese limbo serán los candidatos al proselitismo de los dos bandos. Cada ‘militante del uno a uno’ intentará conmover la “consciencia” de ese otro sujeto psíquico, para cuestionar sus creencias y sus opiniones.

El campo de los macristas apuesta a una revolución de la alegría para convencer a sus votantes que son Disneylandia. Abonarán el terreno de la ideología cimentada en base a fantasmas, promesas vacías y temores ancestrales, y con mentiras bien pensadas. No pueden confesar sus propósitos y si lo hacen, apelan a eufemismos. Como dice Alejandro Dolina, no argumentan, porque los argumentos deben esconderlos.

¿Pero quiénes son los que se embanderan con esa ideología neoliberal, a pesar de que les juega en contra? No los que se disfrazan de corderos y son zorros; o directamente aves de rapiña. Hay muchos trabajadores humildes o de clase media que abrazan una causa que los perjudicará. Conozco algunos. Personas de bien, gente solidaria, gente que, como ellos dicen, se han r... el c... trabajando toda su vida. Algunos de ellos son nietos de inmigrantes y se convencieron de que sólo ellos trabajaban y los ‘negros’ no querían trabajar. Se sienten del lado de los buenos, de los trabajadores, de los honestos. ¿Por qué votan a Macri? Porque está del lado de los rubios, de los lindos, de los ganadores. Es la película que vieron siempre, la del Far West donde los rubios son los buenos y los indios son los malos. ¿Un poco demodé la imagen? Es esa la ideología, ha sido cavada a sangre y fuego y no hay indicios de que ella no esté operando en ese ámbito psíquico al que no tenemos acceso fácilmente. 

Hay mucha gente a la que proponerle identificarse con aquellos que durante décadas les vendieron que eran los males de la patria les resulta imposible. La idea de la inclusión de los más vulnerables supone quererlos, estimarlos. "La Patria es el Otro" es una consigna que, junto con las prácticas políticas kirchneristas, propone un cambio de 180 grados respecto de las ideologías imperantes en el país y en el mundo. Se les propone algo que los obligaría no sólo a modificar sus ideas acerca del mundo y de sí mismos, sino que también deberían cuestionar a sus padres, a aquellos que les enseñaron que hay otros que no quieren trabajar. El gorilismo que no necesariamente está protagonizado por cínicos y pitucos. También está nutrido por estas potenciales víctimas de sus propias creencias. Escuchándolos uno puede llegar a entender cuáles de ellos no están en esa frontera en la que pueden ser ganados con mayor o menor dificultad por cualquiera de los dos bandos. Muchos de ellos están sosteniendo sus creencias, su ideología construida a fuerza de sostenerse y sostener a sus ancestrales ideólogos, léase: sus propios padres. Cambiar el voto sería para ellos algo así como pasarse al bando enemigo, cuando de la mayoría de ellos podemos decir que son soldados de su propio verdugo. Con ellos, sólo una historia labrada en tantas décadas como las que tejieron su ideología podrá cambiar las cosas. Mientras tanto, la tarea de concientizar es con aquellos que están en la frontera amplia que agradecen una charla cordial y reflexiva que puede llegar a modificar sus ideas.


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