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BAFICI: La araña vampiro

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por Oscar Cuervo

Martín Piroyansky hace a un chico con problemas. Su papá (Alejandro Awada) lo lleva a una casa en las afueras de algo, cerca de una zona motañosa. El pibe tiene que serenarse, el padre tiene que estar cerca de él, hablarle. Pero la primera noche se le hace difícil: aparece una enorme, horrenda, repulsiva y terrorífica araña. Le pica el brazo a Piroyansky y desata un estado de pánico que ningún Rivotril puede contener. Asisten a un nosocomio, la médica certifica que realmente lo picó una araña (dada la fragilidad psíquica de Piroyansky podría haberse tratado de una alucinación o una pesadilla, pero no, es cierto). Y la médica dice la mejor frase de la película; también la mejor dicha: "del brazo, olvidate". Es decir: la película hasta ahí promete mucho. Piroyansky está bastante piroyansky, Ailín Salas es una presencia entre erótica y amenazante (una cosa no quita la otra).

Es decir: Medina nos mete en un camino que bordea el cine de horror, con derivaciones hacia la parodia.

Es notorio que después de ese comienzo prometedor, la película se desbarranca, a medida que el pibe primero llega a una especie de hechicero que le dice que lo picó una "Araña Mala" o "Araña Vampiro" y tiene que emprender el viaje hacia una montaña para que lo vuelva a picar, porque si no está frito. A partir de ahí, parece que Medina se hubiera confiado de que si llenaba el trayecto hacia un remate ingenioso ya tenía la película en el bolsillo. Pero hete aquí que el bolsillo lo tiene agujereado y la película se le ve escapa hacia abajo. La cámara y la fotografía se vuelven tan imprecisas como el tempo (lo cual en el género de horror es insubsanable). La película tiene director de fotografía y montajista, pero carece de cinematografía. Hay fácilmente unos 40 minutos inexplicables, filmados y montados con pereza y chapucería. 

Finalmente vuelven las arañas y eso producen algunos momentos de escozor (evidentemente las arañas -varias- son las que mejor están en la película de Medina). Piroyansky es un actor talentoso, pero en un largo tramo parece abandonado por el director, no se filmaron una cantidad suficiente de tomas o se eligieron las incorrectas.

Segundo largometraje de Medina. Parece un tipo con condiciones, pero a la vez no somete sus ocurrencias a un trabajo riguroso. Con los criterios actuales de los programadores del Bafici, lo que él da parece bastar para estar en un lugar destacado: juega de local. Pero cuando esta película juegue de visitante (en las carteleras comerciales, en festivales que no manejen los programadores del Bafici) la película se evapora en el aire.

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