El macrismo arma entuertos que luego pretende resolver mediante la represión policial
Esta semana el ministro de educación Esteban Bullrich propuso en la paritaria nacional docente llevar el sueldo mínimo de $ 6060 a $ 7800 a partir de febrero y a $ 8500 desde el 1 de julio. Estos aumentos superaban el 40%. Los gremios que participaban en la negociación quedaron conformes con la propuesta y se disponían a firmar el acuerdo. Pero a pocos días del comienzo de las clases la paritaria nacional docente quedó en un estado de total incertidumbre. El gobierno suspendió la firma del acuerdo al advertir el problema que podría generarse con el resto de los sindicatos que, ante la conquista docente, pretenderían incrementos similares. El propio macri salió a declarar que las paritarias deben tener un tope de 25%, desmintiendo públicamente a funcionarios y a burócratas sindicales que vociferaban que no habría topes.
Luego de haber pactado con los gordos de las diversas CGTs que los aumentos no podían pasar nunca el 30%, la oferta de Bullrich quería lograr que empezaran las clases en tiempo y forma, pero estos objetivos son evidentemente incompatibles.
Bullrich después de la desautorización de Macri intentó aducir que el aumento del 40% no alcanzaría a la mayoría de los docentes. A pesar de esta voltereta, la cifra del 40% quedó instalada y generó alarma entre gobernadores que estaban haciendo ofrecimientos mucho menores.
La alerta que tardíamente detonó en el gobierno fue que el resto de los sindicatos pretendieran aumentos "del 40%, como los docentes". El problema es previsible si tan solo se combinan la necesidad de comenzar las clases en fecha, evitar los paros docentes, cumplir el pacto que macri hizo con Moyano, Barrionuevo y Caló, sostener la pretensión de Prat Gay de que las paritarias se fijen sobre la base de una presunta inflación futura del 20% al 25% (a esta altura, imposible) y mantener buenas relaciones con los gobernadores. Sostener estos objetivos simultáneamente es inconsistente. Resulta asombroso que el macrismo no lo advirtiera antes de que el problema le estallara en las manos. Ahora el 40% está instalado, la paritaria nacional arruinada, el pacto con los gordos quedó en vilo y las provincias tendrán serios problemas para negociar el salario con sus propios docentes. ¿Cómo no se la vieron venir? ¿Una foto con Antonia podrá arreglar algo?
Cuando el macrismo se mete en estos entuertos, propios de su asombrosa incapacidad política, su natural salida, la única que se les ocurre, es un desborde represivo.
Ayer, cuando los gremios docentes estaban dando una conferencia de prensa para anunciar el estado de alerta ante el desaguisado oficial pasó esto:
Mientras se realizaba en la sede de CTERA la conferencia de prensa, dos policías de civil entraron en el edificio e intentaron averiguar los nombres y los cargos de los voceros gremiales. Como resultado de esta insólita irrupción policial, CTERA prepara una denuncia penal junto con el CELS. Los periodistas presentes fueron testigos del atropello. Sonia Alesso, secretaria general de CTERA, declaró que es la primera vez desde el regreso de la democracia que una actividad gremial normal y legítima es interferida por la policía.
El hecho lamentablemente no es aislado: desde que macri asumió la presidencia del país, cada día se produce una nueva vulneración de los derechos ciudadanos y se avanza hacia un estado represivo.