por Oscar Cuervo
Suele pasar cuando una película viene precedida de un consenso apabullante: la expectativa es tan alta que toda experiencia que sea un poco menos que un éxtasis se vive como una decepción. Como se trata de un asunto que es totalmente exterior a la película, es bastante hinchapelotas decir que Tabú de Miguel Gomes sea una decepción, pero sí queda como pregunta referida a los quienes como la maravilla excluyente de este año: ¿era para tanto?
Gomes es un cineasta de un talento y una originalidad infrecuentes: La cara que mereces y -sobre todo- Aquel querido mes de agosto lo dejaron claro. Es capaz de avanzar por caminos que al cine no se la ha ocurrido explorar. Tabú lo muestra una vez más. Solo que quizá se trate en este caso de una voluntad de seducción bastante calculada. Una estructura partida en 3, que empieza en el territorio legendario de la ficción clásica (la historia de un intrépido explorador devorado por un cocodrilo), salta abruptamente hasta la actualidad para mostrarnos dos damas dignas de vidas algo opacas, y vuelve a retroceder hacia una zona que no queda claro si es la del recuerdo o de la fábula, en el que una de las damas aparece en su juventud en la dècada del 60 y en territorio africano viviendo un romace prohibido. Estos zigzagueos forman parte del manual del cine "radical" que los festivales nos han acostumbrado a ver. Pero el motivo por el cual me resisto a inclinarme ante la supuesta majestad de Tabú es su falta de auténtico riesgo artìstico, un arrojo que hace para mí la diferencia entre lo bonito y la auténtica belleza. Tabú es un fim bonito,
Gomes apela a algunos recursos facilitadores y lo hace con una pericia excepcional: la hermosa fragilidad del blanco y negro fílmico (la textura fìlmica es una de las cosas que más estoy echando de menos en esta etapa del BAFICI, dado que el predominio casi absoluto del digital me da cada vez ás la sensación de estar viendo televisión HD en una pantalla enorme); el tono suave y la tersura de la voz masculina que relata en off impregna a la película de un delicado misterio; y un oído musical infalible para insertar las canciones (Insensatez, Los Ramones, Be my baby) que puntúan los momentos dramáticos con una emoción irónica. En todo eso Gomes es muy bueno. Pero ¿estamos realmente ante una de las mejores pelìculas de los últimos años? (Acá al lado mío tengo a Gustavo Castagna conversando con otro y volviendo a decir la frase que ya tantas veces escuché esta semana: "la mejor es Tabú, lejos").
Y bueno, para mí la mejor no es Tabú, me quedo con The day he arrives, con As canções, incluso con Nana (Valérie Massadian), que quizá no tengan un encanto tan evidente pero proponen planteos más complejos.
Y de la obra de Gomes, prefiero Aquel querido mes de agosto, que me parece que respira una libertad menos calculada.
El Bafici se està terminando y quiero señalar algunas perlas que no deberìan dejarse pasar: La chica del sur (José Luis García) y El espacio entre los dos (Nadir Medina) son mis dos favoritas entre las nacionales, junto con la ya mencionada Las pibas de Perrone. Y Nana me parece de lo mejor de la competencia internacional. Espero poder ampliar algo sobre cada una de ellas en las próximas horas.