por Gabriel Ferández *
Están extremando sus recursos, a punto de iniciar el ciclo de agotamiento. En esta ofensiva fuerte contra nuestros pueblos, donde los poderes económicos articulan política, medios y jueces, el argumento sentido para el zonzo se distribuye con énfasis.
La “corrupción” de los pocos gobiernos que han beneficiado a los pueblos está a la orden del día propagandístico.
Toda la semana con la simpática “ruta del dinero K” narrada desde Clarín para todos sus satélites; este fin de semana con Lanata redivivo. Grandes cañones comunicacionales orientados a impactar sobre el crecimiento industrial y la justicia social con la simple argucia de denunciar la “deshonestidad” de algunos funcionarios y amigos.
La medida de la sequedad mental de los receptores está dada por el mismo sentido. Los acólitos sometidos a la acción psicológica no se preguntan por qué las imputaciones recaen solo sobre las gestiones que impulsaron políticas económicas y sociales de rasgos populares y productivos. Lula, Evo, Cristina, Maduro, sus dirigentes y corrientes, son los “ladrones” del presente.
Héctor Magnetto, por caso, picana en mano para quedarse con las acciones de Papel Prensa, pone sus medios a disposición de la “Justicia” con el republicano afán de esclarecer la vida pública de nuestras naciones.
Es difícil respetar a los crédulos. A esta altura del partido, el que no sospecha por qué son sometidos a escarnio los que sacaron del infierno de los 90 al continente carece de elementos básicos de raciocinio.
Evidentemente las responsabilidades son distintas. Pero esto no sólo es culpa de los medios. Como periodista uno se ve obligado a afirmar: el público que decide absorber mentiras que lo perjudican directamente, tiene una cuota de influencia en la elaboración del mensaje.
Empero, todos los forzamientos saturan y terminan languideciendo.
* Director del área periodística de Radio Gráfica