Plaza de Mayo a 40 años del golpe cívico militar clerical. CC BY-NC-ND 3.0 - M.A.ƒ.I.A
por Willy Villalobos
Hay algunos que piensan que este momento político es como los 90 y que vamos por el camino que nos lleva al "que se vayan todos". Hay otros amigos con los que discuto a diario que están sumergidos en una tristeza que no pueden o no quieren superar. "Hicieron mierda todo", dicen mientras se quejan de la traición de los senadores K y llegan a asegurar que los que votaron en contra de los buitres lo hicieron porque ya sabían que se perdía y quisieron quedar bien parados. Y hay muchos que salen a criticar a Cristina y al kirchnerismo organizado, sumándose a la caza de brujas que propone el gobierno y, mientras tanto, tratan de arreglar su continuidad en el estado haciendo buena letra. Muchos de éstos últimos son dirigentes burócratas que traicionan a sus representados o sus convicciones, salvándose ellos del ajuste y mandando la gente al muere.
"Luna de miel", dijo el que sólo le preocupa el tema de las ganancias y mira para otro lado cuando echan a más de cien mil trabajadores. Ahora este cajero de la AFA se está poniendo las pilas, porque debe escuchar puteadas a diario y no puede hacerse más el otario. También se discute si el grupo del FPV en el senado está roto o no. La mayoría votó contra el pueblo y una minoría a favor. Si eso no es una ruptura, no sé qué carajo es. Parecen esos matrimonios que no se bancan más pero se hacen los pelotudos porque les es más cómodo estar juntos. Viejos vinagres.
La traición forma parte del juego, en la política, en la cultura, en el fútbol, o sea, en la vida. Lo importante es no olvidar, como dice León en ese tema inspirado en el Perón de los 70 (si un traidor puede más que unos cuantos, que esos cuantos no lo olviden fácilmente...). Y seguirla peleando, la mejor manera de vivir.
Hace poco me encontré con un compañero con el que compartimos una de las celdas del Pabellón 1 de La Plata en el año 78. Nos dimos un abrazo, se trata de Jorge Taiana, y en el medio de ese apretón me dice: "la pasamos bien, ¿no?". Y yo creo que sí, que la pasamos bien, porque a pesar de todo también adentro la seguimos peleando.
Pienso que esto se parece a los 90, al 2001 y a muchos momentos de nuestra historia, pero tiene dos características que lo diferencian de cualquier otro momento histórico. La primera es que la organización popular masacrada por la dictadura cívico militar y eclesiástica se recompuso. Pienso que los desaparecidos encarnaron en los pibes que le dieron valor a la política. Y la otra difrencia es que perdimos las elecciones, nos dormimos, con una derecha impresentable que ni ellos creían que podían llegar a tanto. Lo que viene depende de nosotros, pero desde los 70 que no me sentía tan bien acompañado por esos cientos de miles que no se resignan. La vida siempre da revancha y, a pesar de que hoy se ve brumoso el panorama, confío en que de a poco las cosas se van a ir aclarando.