El camino del infierno puede estar empedrado de descuidos imperdonables y mucha estupidez. Esta es la senda que por el día de hoy está transitando Pedro Aznar, permitiendo que el legado artístico de Luis Alberto Spinetta, uno de los bienes más más amorosa y delicadamente cultivados de la cultura argentina, se vea ultrajado por el horrendo marketing del PRO.
Está claro que esto sólo es posible porque Spinetta se murió, porque durante su vida mantuvo la frágil belleza de su música al margen del bastardeo. Está claro que el truculento negocio que hoy llevan a cabo Aznar y el macrismo, al asociar la expresión spinettiana "puentes amarillos" al marketing del PRO, no puede mancillar esa belleza, pero los transforma a ellos en bastardos. Está claro que Macri, Lombardi y sus secuaces tienen nada que perder en este bastardeo. Está claro que Aznar cobra un cachet por posar bajo una luz amarilla y por manosear el legado de Luis Alberto, pero queda ubicado por ello en una zona imprecisa entre la pelotudez y el cretinismo.