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La libertad de expresión amenazada en el régimen macrista: Robo y vandalismo en la redacción de Anfibia y Cosecha Roja

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Comunicado de la revista Anfibia

Robo y vandalismo en la redacción de Anfibia y Cosecha Roja

El lunes temprano llegamos a la oficina y estaba la puerta abierta, con algunos pedazos de madera en el suelo y otros signos de haber sido forzada. Lo primero que se veía al entrar, desde el hall, eran papeles en el piso de la sala de redacción de Anfibia. Se dio aviso a la policía. A las 8 de la mañana llegó un cabo y quedó como consigna hasta que llegara la división “rastros” (policía científica) para tomar huellas. Pasadas las 9 llegaron de la división “robos y hurtos”. Después de que un integrante de Anfibia declarara en la comisaría, la causa pasó a la justicia federal por tratarse de una propiedad alquilada por una universidad nacional (la Universidad Nacional de San Martín).

Revista Anfibia funciona en un departamento alquilado por la Universidad Nacional de San Martín. En la misma locación funciona Cosecha Roja. Ambos proyectos periodísticos fueron creados y son dirigidos por Cristian Alarcón. Nunca ocultamos el lugar físico donde funcionan las redacciones de ambos medios, todo lo contrario: dictamos talleres y seminarios, hacemos distintas actividades abiertas al público, recibimos en forma permanente a periodistas, fotógrafos, ilustradores, investigadores sociales, lectores.

Cerca de las 13 horas pudimos recorrer la oficina mientras trabajaba policía científica. Muebles rotos, cajoneras abiertas, papeles desparramados por todos lados. Si buscaban plata, la encontraron: se llevaron un poco de dinero de caja chica. Si buscaban dañar el funcionamiento de uno o de dos medios de comunicación, también lo lograron: se llevaron una computadora con todo el archivo fotográfico, una notebook, un proyector, un grabador de voz de alta fidelidad. Todas herramientas fundamentales para el trabajo periodístico y de formación que se realizan en nuestras oficinas. Todavía estamos revisando y ordenando, quizás falten algunas cosas más.

Fue el único departamento del edificio en el que entraron. Un robo en un inmueble, en una oficina, es común o al menos ocurre con mayor o menor frecuencia en las ciudades. Pero un robo a un medio de comunicación, en el que se llevan las herramientas más importantes de trabajo y descartan otras, que también tienen su valor, puede tener otras lecturas. No somos nosotros quienes debemos descartalas, sino la justicia: en este, el juzgado federal N° 10, a cargo de Julian Ercolini.

Poco sabemos hasta ahora. Que forzaron una puerta o entraron por una ventana. Que tuvieron el tiempo suficiente de revisar todos los papeles. Que se llevaron las herramientas de trabajo que más daño nos producen. Que dos oficiales de la división “robos y hurtos” tomaron fotos, observaron los muebles vandalizados, arriesgaron hipótesis. Que una perito de la policía científica tomó huellas.

Rompieron, robaron, se fueron. No dejaron mensajes más allá de los sustraído y lo destruido. Mientras la policía hacía su trabajo, nosotros también: cada uno desde su casa siguió escribiendo, editando, buscando el mejor título, la mejor imagen, poniéndolo a circular en las redes sociales. Lo mismo hicieron los colegas de Cosecha Roja.

La vida continúa, el periodismo también. El miércoles teníamos previsto comenzar a darle un cierre al año proyectando “Carne”, nuestra primera experiencia anfibia de Realidad Virtual. No pensamos suspender ni postergar. Estamos acondicionando todo para llegar. La Universidad Nacional de San Martín, sus autoridades y trabajadores, enseguida se pusieron a disposición para encontrar soluciones, reparar lo dañado.

Queríamos compartir esto que nos pasó con los amigos y lectores. Siempre contamos las buenas, hoy nos toca contar eso. Y ahora, a seguir trabajando.

***

NOTA DE LA OTRA: A modo de reivindicación del trabajo de nuestros compañeros de las revistas Anfibia y Cosecha Roja, reproducimos los copetes de sendas notas publicadas en esas revistas digitales:


Los dichos de Pescarmona y el embarazo adolescente



por Eleonor Faur

Preso de su clase o del hábito empresarial, Pescarmona no habla de datos sino de estigmas para generalizar y tergiversar las motivaciones de las madres adolescentes. No es el primero que dijo que “las chicas de 14 años se hacen preñar para que les den unos mangos”, pero quizás fue el más impúdico, sostiene Eleonor Faur. Los dichos de uno de los 40 más ricos de la Argentina, quien puede gastar los 1.103 pesos de la asignación por embarazo en un almuerzo cualquiera, constituyen la foto de la desigualdad económica, social, cultural y de género. Pero lo peor es que las estadísticas oficiales desmienten su tesis: desde que se implementó la AUH por embarazo, el número de adolescentes madres no creció. (Leer completo acá)

***

Radiografía del preso argentino: el fin de los mitos

Los datos son oficiales: la mayoría de los presos detenidos en cárceles del país tienen menos de 35 años, son argentinos, solo cursaron estudios primarios y estaban desocupados al momento de caer presos. La mitad de ellos no tiene condena firme. Y de los presos que trabajan tras las rejas, casi el 60% no recibe ningún tipo de salario.
Los datos son del último informe del Sistema Nacional de Estadísticas sobre Ejecución de la Pena (SNEEP), del Ministerio de Justicia y analiza la situación de los presos hasta el 31 de diciembre de 2015. Estos son algunos aspectos destacables del informe:
-La población carcelaria es la más grande en la última década: 71.464 internos, pero si se tienen en cuenta a los que están detenidos en comisarías, el número crece a 76.998. Según el informe, difundido por la Agencia Telam, el 96% de eso presos es varón, y el 62% tiene menos de 35 años.
-La mayoría de los presos son argentinos: los extranjeros representan el 6% del total de la población carcelaria.
-La mayoría de los detenidos no completó sus estudios. El 38% logró terminar la escuela primaria, el 28% no la completó, el 26% tiene secundario completo o incompleto y apenas el 2% fue a la universidad.
-El 45% de los presos, unos 31.325 internos, no tenía trabajo al momento de ser detenido, mientras que el 40% (27.227) eran trabajadores de tiempo parcial y sólo un 15% (10.079) tenían un trabajo de tiempo completo. (Completo acá)

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