por Martín Farina
Accidentes Gloriosos
Es la última película del director de Iraqui short films, Mauro Andrizzi, esta vez en co-dirección con el sueco Marcus Lindeen. El mediometraje fue premiado en vencía 68, en la sección Orizzonti, por nada menos que Jia Zhang-ke, quien dijo: “interesante collage“.
La película es un corto viaje de larga intensidad. Algo que no sucede en un espacio cinematográfico identificable por el tiempo -a través del cuál las cosas van sucediendo-, sino en el recuento de los casos que pudo suponer la imaginación.
Hay una voz en off (Cristina Banegas) hipnótica, convincente, que atraviesa toda la desconexión onírica del film. La película no respeta el principio de no contradicción, el que organiza los actos psíquicos de la conciencia de la vida, por ejemplo la mía. El montaje aquí se articula a través de una lógica incomprensible que genera un tipo de placer bien organizado. Quiero decir: no es una orgía de placer. Es algo interesante, un casi sin sentido bien ordenado, pero con espacios débiles también.
Sucesivamente, hay varias historias que atraviesan una duración temporal (acaso no sería una película). La voz en off de la mujer que cuenta las historias permanece inalterable, aunque lo que suponemos sería siempre ella, va mutando en diversas representaciones (cito, creo que es el mejor adjetivo posible a la hora de hacer el recuento). Hay en todo un desacuerdo narrativo, que va subiendo y bajando, hasta lograr momentos de verdadera conmoción. Podría ser algo así: la mujer que habla primero podría haber sido el hombre que recibió el órgano después, el que escribió las cartas, o el que atropelló a la mujer, o inspiró los cuadros, o sacó las fotos, o escribió las cartas, o pintó los cuadros.
Hubo un accidente que desencadenó todo, o hubo casi mil que no tuvieron conexión. Todo suena medio idiota, pero el efecto es dulce, mecedor. Interesante. Inclusive al oír la palabra poronga varias veces seguidas. Una prueba de la emoción del sentido improbable. Si es un hecho, ¿cuál es el verdadero poder del cine? Entonces no hay hechos, solo hay interpretaciones.
La Sensibilidad
Es una película cordobesa de Germán Scelso que quise ver desde el Bafici y no pude. Relato paralelo de dos abuelas de un mismo nieto, con historias diferentes y algunos finales comunes: sendos hijos desaparecidos durante la última dictadura cívico militar, que endeudó al país como nunca antes se había hecho. Una regresó y el otro no. Esto, que bien podría ser el argumento, es solamente el prólogo de algo más interior, complejo y escurridizo. Es la historia de un origen. El origen de la sensibilidad dentro del retrato familiar.
La abuela 1 es muy sensible, y la abuela 2 no consigue llorar ni una sola lágrima -hasta pensó echarse algo en los ojos para forzar el llanto y que no se le resequen para siempre. La abuela 1 es muy buena y amorosa con hijos y nietos; la abuela 2 casi ni los tocó nunca: uno de sus hijos ya de grande se conmovió al tocarla por primera vez. La abuela 1 familia de carniceros, la abuela 2 inmigrantes españoles que hicieron inmensa fortuna en el país. Y así un montón de cosas simpáticas, tristes o conmovedoras. En este sentido, es una película respetuosa que prioriza el testimonio a cámara de ambas abuelas y posa la mirada en lo inmediato cotidiano, a saber: programas de televisión preferidos, meriendas, heridas, portarretratos, veredeas, anécdotas y pensamientos sepultados.
El director reconstruye así el árbol genealógico del origen de esa falta y ese exceso de sensibilidad en sus abuelas. Por aquí transita el móvil común de estos dos mundos particulares: la mujer que volvió de la muerte puso en palabras de su madre el horror que todavía hoy sigue velado para el hombre que todavía se hace esperar.