La cinefilia no es una parafilia médica. Es una construcción de generaciones que han tenido su educación sentimental e intelectual, su mirada del mundo, su apertura y su sensibilidad gracias a una frecuentación con las grandes películas, en conversaciones apasionadas que pueden durar horas y en lugares concretos. Lugares que concitan una ética, un compromiso, un modo de mirar.
El estado actual de la cinefilia porteña es terminal.
La Sala Lugones es mucho más que un cine de 250 butacas en un 10° piso. Es el lugar donde varias generaciones nos conectamos cotidiana, silenciosa y amorosamente a ver algunas de las obras de arte más creativas y nobles del último largo siglo. Es una escuela de la mirada. O fue. Gran parte del cine argentino no se explicaría sin las horas en que muchos jóvenes y viejos fuimos formados como personas frente a Bresson, Ozu, Godard, Favio, Murnau, Naruse, Sivan, Sokurov, Kluge, Rohmer, Visconti, Fassbinder, Ferreri, para solo nombrar a un puñado de artistas, en su pequeño y amable espacio. Ni siquiera se cerró durante los años negrísimos de la Dictadura.
Está indefinidamente tapiada y no sabemos en qué estado desde hace casi cuatro años y medio por la falta de idoneidad, desprecio por el arte y/o corrupción de la gestión macrista en CABA.
Ayer me enteré de una noticia desalentadora: el blog de Roger Koza, Ojos Abiertos, ha cerrado por tiempo indeterminado, por problemas técnicos difíciles de entender. No pasó nunca durante su estadía en WordPress, pero desde que se incorporó a la plataforma más amplia de otros cines.com, curiosamente, los hackeos, caídas e imposibilidad de conectarse se repitieron con inquietante frecuencia.
Ahora ya sabemos que no estará por un tiempo indeterminado. Para el que no lo sabe Ojos Abiertos es la publicación de crítica de cine -en cualquier formato- más seria, sensible, crítica e informada del país y quizás de habla hispana.
La combinación del cierre de la Lugones con el de Ojos Abiertos pone a la cinefilia argentina en estado terminal. Faltan estas dos referencias imprescindibles. No sabemos ni nos importa si los motivos son en uno y otro caso completamente distintos. Basta con comprobar la coexistencia en el tiempo de estas dos ausencias para declarar el ahogo que sufre el cine local por coincidencias tan funestas.
Algunos van a decir que pasan cosas más graves y es cierto. Pero eso no quita que haya que declarar el estado de orfandad que hoy sentimos todos los que tenemos al cine en un lugar importante en nuestras vidas. En otro post podemos seguir hablando de otras graves carencias. Pero esto tiene que quedar dicho: en una sociedad que está acostumbrándose a perder algo cada día, la falta de la Lugones y Ojos Abiertos nos empobrece la vida.