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A la columna vertebral le faltó una cabeza: la CGT se hizo concha

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Esta noche todos están hablando de la muy probable ruptura de la CGT después del sorprendente final de la gigantesca movilización que terminó con la más grande desautorización pública de que se tenga recuerdo de los burócratas por parte de sus propias bases. Estoy tratando de repasar en mi propia memoria y no encuentro un acontecimiento equiparable. Quizás los más veteranos puedan señalar otro hecho así. Es hasta previsiblemente aburrido que las usinas mediáticas de la derecha gobernante pretendan capitalizar con rudo oportunismo lo que hoy pasó, contándolo como una nueva versión del enfrentamiento entre la burocracia sindical y sectores de la izquierda peronista, una "Ezeiza sin balas". Nada que ver. El despiste terminal de Daer lo puede llevar a hablar en los medios de Clarín de "grupúsculos de izquierda infiltrados", pero así se cava su propia fosa. Esto es una falsedad insostenible para cualquiera que haya estado ahí, incluso para los que hayan seguido el acto por televisión. No había "grupúsculos infiltrados" en varias cuadras a la redonda, ni posibilidad de que los hubiera. La organización del acto por parte de los burócratas se encargó denodadamente de que no llegara ningún trosquista, kirchnerista, filokirchnerista o similar en el palco ni varias cuadras a la redonda: el Triunvirato se reservó el derecho de admisión, a diferencia del acto del 29 de abril pasado, donde la anterior conducción se permitió una mayor amplitud que incluyó, entre otros, a los dirigentes de las 2 CTA. Esta vez no: en menos de un año el sindicalismo amarillo se encerró en sí mismo, muy confiado de poseer un capital político intangible e infinito.

No vale la pena perder más tiempo desmintiendo una fábula que se cae a pedazos. Los que en la tarde del martes presionaron por la fijación de la fecha del paro general, los que le hicieron pasar el muy mal rato a los integrantes del Triunvirato, fueron sus propias bases: se notaba en sus caras adustas, en su apuro por terminar y rajar, en el adelantamiento de la hora de los discursos, en la falta de reflejos para enfrentar el reclamo popular, que era por otra parte previsible. ¿Cómo no lo previeron?

¿De qué me sorprendo yo, si hace menos de 24 horas había escrito unos párrafos que predecían el resultado? Ayer escribí esto:

La movilización que se hace hoy hacia el ministerio de producción (porque el Trío Los Panchos todavía no se le anima a la Plaza de Mayo) contará con el envión del maestrazo de ayer. Cualquier maniobra de la cúpula va a ser muy evidente. Se descuenta que la movilización va a ser inmensa porque canaliza la bronca popular desbordante en los suburbios. No va a ser nada difícil convocar hoy al pueblo: QUE NO VA A IR A RESPALDAR A LOS BURÓCRATAS PARA QUE MALVERSEN SU VOLUNTAD, SINO A EXPRESAR LA BRONCA CONTRA LAS POLÍTICAS DE GOBIERNO. Se sabe que algunos burócratas macartistas están preocupados por evitar que el impulso de la movilización de hoy sea capitalizado políticamente por sectores a los que los burócratas abominan, que por eso impusieron condiciones sobre quién puede y quién no puede acercarse al palco o levantar banderas de identificación política. Sobre ese tironeo mezquino estará operando el sistema de medios oficial: tratando de rescatar algunas perlas para sembrar la división en el pueblo movilizado. Será el único consuelo que pueda obtener el régimen ante la contundencia de la bronca que hoy se expresará en las calles. 

Los burócratas no deben hacerse mucha ilusión: pueden manejar el acceso a los palcos, pero no pueden dirigir políticamente la bronca que esta tarde se expresará en la calle. Y si los discursos pretenden desviar la atención del estado de cosas que ahí se expresa, solo van a lograr agrietar su propia legitimidad. Cuando el pueblo tenga que elegir en quién depositar su mandato político, difícil que tenga en cuenta los intereses empresariales de la burocracia que no junta ni un voto. O se ponen a la cabeza de los reclamos o los reclamos se llevarán puestos sus cabezas.

¿Por qué me sorprende lo que pasó, si lo que publiqué ayer es exactamente lo que pasó?

Quizás creí que en la burocracia había alguna reserva de prudencia para cuidar su capital político, aunque más no fuera una astucia que los llevara a maniobrar con más sutileza. Pero no: fue todo de la peor manera: los jerarcas fueron vergonzosamente destituidos por sus propios representados ante la vista de todo el mundo. La convocatoria fue tan exitosa, tan multitudinaria y socialmente transversal, la carga política de las masas movilizadas fue tan grande como quizás hace mucho no pasaba. Su estruendoso éxito es una dura advertencia para el gobierno, al que de repente se le acabaron los interlocutores representativos en el sector sindical; el gobierno debería tomar nota de la piña que le propinaron los trabajadores en dos tardes consecutivas: con los docentes el martes, ayer con la debacle de la CGT, el régimen perdió todo interlocutor válido en el mundo gremial, y en el exterior los inversores deben estar siguiendo los acontecimientos atentamente. 

En ese estruendoso éxito de la convocatoria se cifra la clave de la más inmensa derrota de sus convocantes. El pueblo te dio la espalda a la vista de todos: tu destitución, tu desautorización fue neta, rotunda, inequívoca. No hay margen para maniobras distractivas: en tu propia cara, en tu propia fiesta, burócrata, tus mismas bases te dijeron: "¡Queremos paro, la puta que te parió!". Y no supiste que contestarles, gordo. Y te rajaste del escenario, mientras las bases que convocaste lo copaban, y te alejaste recontra puteado y humillado. No tenés vuelta, Pancho.

Durante estos meses tuve que discutir con militantes veterano peronistas que me trataron de gorila clasemediero (una versión aguachenta del "zurdo infiltrado" de los 70), cuando yo manifestaba primero mi desconfianza y finalmente mi hartazgo y mi ira ante el forreo de los burócratas, complices del socavamiento de la dignidad popular que el macrismo viene practicando desde que asumió el poder. Este es un gobierno clasista que practica un desprecio hacia el pueblo que se les escapa en cada conversación, en cada gesto, en cada palabra. No vinieron a unir a los argentinos ni a terminar con el relato K, vinieron a quitarle la dignidad al pueblo; cada día sale alguno de ellos a humillarnos, a burlarse, a ofendernos y a quitarnos un derecho. Esta cúpula sindical, por rencor hacia Cristina, votó al macrismo y creyó que su astucia inveterada le permitiría hacer equilibrio entre su representación hacia abajo y las prebendas concedidas desde arriba. Pues no: esta tarde quedó a la vista que no hay margen de maniobra para eso. Y si había todavía un poco, la inmensa torpeza con que los jerarcas sindicales se movieron en el trayecto hacia la movilización obrera más multitudinaria en años terminó por agotar de ahora en más todo margen posible. Estos burócratas o se encierran en el Palacio a brindar con champagne con la clase predadora o renuncian a su esencia entreguista. No hay avenida del medio, ni ancha ni angosta. Ayer vimos cómo se abrió una inmensa grieta bajo el sol de la tarde de marzo. Difícil que se pueda reparar.

Lo que más bronca me daba en mis discusiones con algunos que se jactaban de su veteranía peronista era la manera de referirse a estos que hoy fueron humillados por los trabajadores: cuando hablaban de las cúpulas, decían: "el Movimiento Obrero Organizado". Una manera breve de describir lo que el ayer a la tarde pasó es: ya no se puede decir que la dirigencia cegetista forme parte del movimiento obrero organizado. Los sabihondos jauretcheanos que me venían a dar clases de real-peronismo tendrán que ser más precavidos cuando usan las palabras, porque lo que este martes sucedió fue una crisis de organización, una desorganización, una falla geológica, un cese inapelable de representación en el que los trabajadores quedaron de un lado y las dirigencias quedaron del otro. 

Me asombra que hace apenas horas leí a presuntos entendidos en el mundo político gremial predecir que en el acto del martes a la tarde la CGT se iba a posicionar como la gran articuladora del peronismo. Decían, pasmosamente equivocados, que a partir de ayer, con una movilización multitudinaria, la CGT se erigía en la verdadera y única conducción del peronismo. La movilización fue mayor de lo que se preveía (¿300 mil, 400 mil, 500 mil personas?), pero esa multitud le quitó a los ojos de todo el mundo las jinetas a la cúpula sindical para que ya no negocie nada en su nombre.

Hoy la unidad cegetista se hizo concha. La pretensión de articular desde la columna vertebral al movimiento nacional y popular demostró que a esa columna le hacía falta una cabeza.

¿Cuándo empezó la debacle? ¿Cuando Moyano le hizo campaña a macri? ¿cuando movilizaron el 29 de abril pasado por una ley antidespidos y se quedaron panchos cuando el gato la vetó? ¿cuando a fin de año los jerarcas fueron a brindar con champagne a Olivos?

Yo creo que mucho antes. La estructura política económica que sostiene a la burocracia viene crujiendo desde hace años. Nunca se democratizó. El kirchnerismo prefirió negociar con ella antes que alentar un proceso de transparencia de representación. Hubo dos grandes señales de alarma: la cárcel para Zanola y para Pedraza. Dos síntomas de una crisis terminal. El titular de la Bancaria José Zanola en cana, por suministrar remedios robados, vencidos y adulterados en su obra social. En 2009, bajo gobierno kirchnerista: ahí la burocracia encontró un límite. Síntoma asociado: la caída de Zanola fue seguido por el ascenso de Sergio Palazzo, un dirigente de origen radical que hoy se planta como uno de los más combativos e ideológicamente firmes de toda la dirigencia gremial. El pasaje de Zanola a Palazzo es una señal inmensa.

Y el otro caso es todavía más significativo: la patota de Pedraza asesinó al militante Mariano Ferreyra exactamente una semana antes de la muerte de Néstor. Máximo dijo alguna vez que la bala que mató a Mariano Ferreyra fue a dar al corazón de Néstor. Él pasó su última semana de vida obsesionado porque ese crimen no quedara impune. Y logró que un sindicalista histórico e "intocable" como Pedraza terminara preso, después de la muerte de Néstor. Yo creo que esas dos caídas, la de Zanola y la de Pedraza durante el kirchnerismo, fueron los síntomas del proceso de caducidad de la burocracia sindical. Que estos dos asesinos hayan terminado presos en gobiernos kirchneristas es un reto que yace en la conciencia de todos los burócratas. Ahí empezó una ruptura que ya no habilitaba para llamar "Movimiento Obrero Organizado" a una superestructura que se manejaba con estas prácticas. De ahí viene buena parte del rencor que los actuales burócratas sienten por el kirchnerismo.

Lo que pasó este martes es una ruptura más sonora, porque no se trata del kirchnerismo, sino de las bases trabajadoras. Si hasta ayer no se podía imaginar que la jerarquía burócrata se iba a desarticular de un solo golpe a la vista de todos, al aire libre, jugando de local, huyendo despavoridos del repudio de sus representados, (bah, yo lo escribí anoche, pero no pensé que se cumpliera tan puntualmente, tan rápida e inapelablemente), entonces la estrucutura disipativa en que se ha convertido hoy la CGT no nos permite hacer predicciones demasiado arriesgadas. Hay dirigentes dignos que se van a salvar del naufragio: las CGT Regionales de las diversas provincias, la Corriente Federal de Trabajadores, los sindicatos de base, los sindicatos en manos del trosquismo del cual AGR es un ejemplo evidente, los docentes que el martes hicieron una marcha ejemplar, magistral, las CTA, aceiteros, la Federación Gráfica y varios otros. El macrismo tratará de hacer provecho de esta debacle, pero a mí me parece que a partir de ahora tiene otro frente de conflicto muy peligroso.

Los coqueteos del sindicalismo amarillo con el macrismo aceleraron un salto cualitativo en este proceso. No sabemos cuántos son, pero podemos sospechar que la burocracia tiene sus días contados.





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