La maldita herencia

Ayer un compañero de esos que todavía le ponen fichas al triunvirato que no para ni con viagra estaba enojado por los empujones del final y decía: "¿Por qué no se enojan con los empresarios en lugar de pelearse con la CGT?".

Parece que todavía no se dio cuenta de que los que encabezan la Central de Trabajadores, el Trío Los Panchos, hace rato que son empresarios y lo peor es que tratan de dirigir las acciones gremiales para beneficiar a los negreros angurrientos.

Hay algunos que no quieren que la bronca por el pacto de los que dirigen la CGT con el gobierno se manifieste. Para ellos hay que comerse el sapo y esperar el tiempo de los burócratas y no las urgencias de los trabajadores. Parece que, si la gente se enoja, puede "debilitar" la estrategia genial de estos crápulas que hace rato que miran para otro lado, mientras los CEOS se chorean todo. Son los mismos que putean al kirchnerismo con mucho más énfasis que a los que pactan con el gato y Massa. Son los mismos que coinciden con Los Panchos y los gordos del Evítala cuando piensan que Cristina es un obstáculo, pero se alegran con Randazzo, Urtubey y Domínguez: "la renovación".

En el caso de Cristina, coincido: ella es un obstáculo para la estrategia de poder del gobierno saqueador, pero si creen que Los Panchos o el de los trenes nuevos que se quedó un año callado y hoy es postulado por Clarín van a ayudar a torcer el rumbo del gobierno, o son unos boludos -eso sería lo mejor, o arreglaron con ellos.

La marcha del martes muestra la verdadera herencia que dejó el kirchnerismo, una organización popular que enfrenta el ajuste. Esa es la maldita herencia que los ricos y sus alcahuetes no soportan. Esa es la maldita herencia que exige que los dirigentes estén a la altura del conflicto. Esa es la maldita herencia que le impide al gato y su banda chorearse todo. Esa es la maldita herencia que está construyendo las herramientas para volver a gobernar el país en beneficio de las grandes mayorías populares.