En la sala de DAC [Directores Argentinos Cinematográficos] yo quería poner un proyector de 35 mm y después pensé para qué, si el digital se ve y se escucha mejor. Hay muchos intereses en esas versiones de si hay que tenerla en fílmico.
CARLOS GALLETINI, PRESIDENTE DE DAC
La cacareada reapertura de la Lugones, después de 4 años de permanecer cerrada con la inverosímil excusa de una refacción absurdamente prolongada para las dimensiones de una sala de 200 butacas, no tiene ningún motivo de celebración.
Que la sala haya estado cerrada tanto tiempo y que se abra sin que se expliquen los motivos de la demora extraordinaria, que durante estos años hayan simulado varios intentos de reapertura fallida y abortada sin explicaciones, que no aparezcan responsables políticos del cierre ni una rendición de cuentas del tiempo insumido, que el actual subdirector del INCAA, el juez Fernando Enrique Lima, agite desde las redes sociales una histérica euforia por la tardía reapertura, luego de haber sido durante un período uno de los impulsores de la movida "Reabran La Lugones", reclamo que fue extinguiendo a medida que se acercaba políticamente a ocupar un cargo en el gobierno actual, son todos motivos de vergüenza y no de celebración.
Resulta igual de repelente la jerga macrista asumida por el acomodaticio funcionario municipal Jorge Telerman, hablando de una "puesta en valor" con una terminología financiera totalmente degradante para referirse a un espacio cultural:
La reapertura de la Sala, luego de las tareas para su puesta en valor, coincide con su 50° aniversario. Y para celebrarlo, nada mejor que un ciclo de cine argentino restaurado, cuyo objetivo es actualizar el patrimonio fílmico nacional para preservarlo del olvido y poder disfrutarlo con las ventajas que ofrecen los cambios tecnológicos.
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También es sintomático que para la pomposa reapertura se haya programado un ciclo que desnaturaliza la función de una sala de arte y ensayo cinematográfico, presentando impropiamente un ciclo de "cine argentino restaurado" organizado por Directores Argentinos Cinematográficos y la compañía Gotika, impulsores del Plan Recuperar. El mentado ciclo de "cine argentino restaurado" no es tal, como se encarga de explicar la voz más autorizada en las tareas de restauración cinematográfica y preservación del patrimonio fílmico con que cuenta el país. Me refiero a Fernando Martín Peña, que el 15 de agosto publicó esto:
Hoy en Página/12 hay una nota sobre el plan "Recuperar" que es simplemente una vergüenza. Un directivo de la DAC asegura que el fílmico "no se fabrica más" y que quienes bregamos para que el dinero (sobre todo el dinero público) se invierta en lo que probadamente perdura lo hacemos porque tenemos presuntos intereses comerciales. Luego de esas palabras habla otro señor, que tiene intereses comerciales de verdad, porque dirige una empresa que dice dedicarse "a la restauración, remasterización y preservación del patrimonio audiovisual" y aspira a obtener recursos para ocuparse de "cuatro mil películas". Todo en digital.
Lo digo de nuevo y que lo entienda quien quiera.
-Hacer un nuevo máster y una corrección digital no implica restaurar ni preservar. Son procesos imprescindibles para difundir, que es la única parte positiva del plan Recuperar, pero no restauran el film, porque restaurar algo no supone hacer que sea vea bonito sino acercarlo todo lo posible a su forma original, que en estos casos es analógica, y tampoco lo preservan porque lo digital no está hecho para perdurar en el tiempo.
-En el mundo no hay ningún debate sobre el tema, no es una cuestión de opiniones como pretende la nota: las grandes empresas, los archivos y las cinematecas del mundo y los productores y cineastas que entienden realmente el problema ya han decidido preservar en fílmico, que se sigue fabricando para eso y para los directores que siguen filmando en 35mm. No deja de asombrarme el modo en que muchos directores locales admiran a tipos como Scorsese pero no quieren entender nada de lo que Scorsese dice sobre este tema.
-El plan está muy bien para poner en circulación los films en las condiciones que el mercado actual requiere. Sus responsables podrían sostener ese mérito con razón sin necesidad de atribuirle otros que son ficticios ni de prolongar un estado de confusión en la materia que es exclusivamente nacional.
-El fílmico es caro pero noble y una vez procesado requiere poco. Realizar todas las operaciones necesarias para que un archivo digital sobreviva al tiempo es igualmente caro y además trabajoso. En todos estos años la segunda gran causa por la que se pierden las películas (la primera es la ausencia de una Cinemateca Nacional) es el descuido y el abandono de sus directores y productores. Esa experiencia ya nos permite predecir lo que pasará: conservarán sus obras solamente los que puedan pagar y se ocupen periódicamente del tema. La ley de la jungla tan querida a los tiempos políticos que corren.
-Que un directivo de la DAC sinceramente crea que el digital se ve y se oye mejor que el fílmico y que la esperada reapertura de la sala Lugones se realice con este circo alrededor de tales materiales, son consecuencias lamentables de esa confusión, formas de resignación ante el avance de la Nada.
-Para los que hemos tratado durante todos estos años de explicar el problema sería mucho más fácil no escribir estas líneas, esperar unos años y entonces, cuando todo desaparezca y los realizadores y productores comprueben que tiraron su dinero en nubes de humo, mascullar "¿Viste que te dije?" Pero esa sería otra forma de resignación.
Post-data: un amigo me contó que tuvo que retirarse en la mitad de la proyección de Roma (Adolfo Aristarain), porque la versión exhibida mostraba un horrible viraje al rojo que no tiene nada que ver con el color original de la película. Maltrato imperdonable para la película de un autor que hace poco tuvo su retrospectiva completa en excelentes copias fílmicas.