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"Lula debe morir": cuando creíamos que el neoliberalismo ya había mostrado toda su bajeza, resulta que todavía no vimos lo peor

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Ajuste y verdugueo: La otra.-radio para escuchar clickeando acá


Anoche en La otra.-radio nos dedicamos a analizar la ofensiva de las clases dominantes contra los oprimidos que, en esta fase tardía del capitalismo, necesita desplegar un exceso de crueldad material y simbólica para envilecer drásticamente todos los lazos sociales. 

El macrismo, este régimen político-jurídico-mediático y financiero recientemente ratificado en las urnas, traspasa cada semana una nueva línea de incitación a la violencia que antes no creíamos posible. En la entrevista que el jefe de gabinete Marcos Peña concedió a Fontevecchia para Perfil este domingo, el funcionario usa como argumento para descalificar las acusaciones contra el estado por la desaparición seguida de muerte de Santiago Maldonado el hecho de que quienes encabezan los reclamos sean militantes de los derechos humanos. La falacia ad hominem encuentra así una nueva aplicación: si los que denuncian una violación estatal a los derechos humanos son militantes por los derechos humanos, entonces eso prueba que su reclamo no tiene suficiente legitimidad. Pregunta Fontevecchia: 

—No creo que se piense en un plan sistemático del Gobierno, lo que hay en todo el mundo son excesos de fuerzas de seguridad: Estados Unidos tiene un problema de ese tipo por mes, y con la historia que tiene la Argentina parece verosímil la posibilidad de que integrantes de una fuerza de seguridad puedan cometer excesos.
—Sí, pero si uno mira en perspectiva, desde las primeras notas periodísticas, no se trataba de gente suelta, eran gente muy representativa de la militancia de los derechos humanos que plantearon esas cosas a lo largo de sesenta días. Hemos tenido muy pocos casos de violencia institucional. Porque creemos, y esto es un tema esencial, que la mejor manera de prevenir eso es resignificando el rol de las fuerzas de seguridad en la sociedad. Eso sí es parte del cambio cultural que proponemos. Es ultracomplejo la administración de estos temas. Todos los días hay reflexión y análisis. Podrá haber decisiones equivocadas, pero no hay parálisis.
Peña dice que una denuncia hecha no por "gente suelta" sino por organismos de derechos humanos no debe tomarse en serio, porque lo importante es que hay "muy pocos" casos de violencia institucional (la prisión política arbitraria de Milagro Sala y sus compañeros de la Tupac, las prisiones preventivas sin condena contra los opositores y la desaparición seguida de muerte de Santiago Maldonado serían "muy pocos casos"); y que es preciso un cambio cultural en el que la militancia por los derechos humanos pierda su legitimidad en favor de "resignificar" el rol de las fuerzas de seguridad. Como es terrible, voy a ser algo redundante: el jefe de gabinete lo dice en un caso en el que un operativo de represión de gendarmería termina con un muerto. El estado opta por darle credibilidad a los agentes represores y restársela a los organismos de ddhh. Lo dice de modo taimado, pero hay que pulir su sinuosa retórica para que aparezca lo que el poder está diciendo. De ahora en más, las denuncias de los organismos de ddhh contra las fuerzas de seguridad, en tanto no sean hechas por "gente suelta", no tendrán para el estado más credibilidad que la posición que declaren las propias fuerzas de seguridad. ¿No se parece esto un poco al terrorismo de estado?

El programa de anoche tuvo este tema como eje. En medio del programa nos llegó la noticia, que comentamos como al pasar, de este artículo publicado el sábado por la revista brasileña Istoé, firmado por el ¿periodista? Mario Vitor Rodrigues- un Leuco brasuca-, con el título "Lula debe morir". El tremendo título, destinado a rebotar en las redes sociales, se ve atenuado en el cuerpo del texto que Rodrigues desarrolla: ahí se refiere a una "muerte metafórica", por la vía electoral. Sin embargo, la decisión editorial de titular la nota de manera tan violenta deja a la vista la disposición de la derecha brasileña para preparar el clima en el que el asesinato de un opositor con serias chances de ganar las elecciones sea siquiera enunciable. ¿Cuántos días pasarán hasta que un creativo comunicador argentino aplique un tratamiento similar a Cristina o alguna otra figura política demonizada por el régimen macrista?

Que esto haya aparecido en Brasil, el país más importante de la región, cuyos giro político puede desbalancear la posición política y económica de Argentina, nos da una idea cierta de que la ofensiva violenta de la derecha es internacionalista y no se trata de una singularidad argentina. Esto no logra tranquilizarnos, pero nos permite pensar el desafío al que nos enfrentamos con más precisión. 

Para escuchar el programa completo, en el que también escuchamos música de Jovanotti y Cosmo Jarvis, comentamos el interesante documental Liebig (Christian Ercolano, recientemente estrenado y que pronto voy a comentar) y hablamos de las tensiones del sindicalismo argentino ante el proyecto de flexibilización laboral, hay que descargar el audio clickeando acá.



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