El payasesco acting de Barrionuevo para embarrar las paritarias
"En mi presidencia la inflación no va a ser un tema. El desafío va a ser conseguirle trabajo a la gente opurtidades de progreso a la gente, que haya más fábricas..." decía el candidato que se jactaba de contar con el mejor equipo de gestión en décadas durante la campaña electoral de 2015. La jactancia sonaba verosímil en un candidato de la derecha neoliberal, que convencía hasta a los más escépticos sobre su capacidad de bajar la inflación mediante el aumento del desempleo, la caída del poder adquisitivo de los salarios y la destrucción de la industria nacional por la apertura de las importaciones que traería un esperable déficit en la balanza comercial.
Bueno: los despidos crecieron, alimentaron el ejército de desempleados que permite negociar las condiciones salariales bajo amenaza de perder el trabajo, las fábricas y comercios cerraron y siguen cerrando, las altísimas tasas de rendimiento de la especulación financiera desalientan toda inversión productiva y ni siquiera se logró venderle los limones a Trump, lo que provoca un déficit histórico en la balanza comercial. Sin embargo la inflación subió ya agotada la mitad de su mandato.
La deuda externa creció en proporciones astronómicas en relación al producto bruto interno, comprometiendo el bienestar de futuras generaciones y dejando al país vulnerable ante imprevisibles crisis externas. Todo esto puede esperarse cuando se aplican políticas neoliberales. Lo que en función de estos daños parecía fácil era transferir las riquezas hacia los sectores más ricos (se logró), bajar el consumo popular (se re-contra-logró), y así bajar la inflación.
Bueno, eso no se logró.
Como corolario del paso de comedia que protagonizaron los cuatro grandes del mal humor cuando aumentaron las metas de inflación en un 50%, menos de un día después de que la ley de presupuesto fuera aprobada por los bloques colaboracionistas del Congreso, ahora que el gobierno tiene que anunciar el fracaso rotundo de sus políticas antiinflacionarias, los medios de comunicación del régimen saturan tapas y pantallas con denuncias y amenazas de detenciones contra sindicalistas, algunos de ellos probablemente grandes corruptos y completamente funcionales a las políticas de ajuste del macrismo. Compañeros de ruta de ese peronismo que "no le pone palos a la rueda", con el que el gabinete concertó la pérdida del poder adquisitivo durante dos años de adormilamiento social, burocracia con la que arregló mediante el persuasivo amague del carpetazo la imposición de paritarias a la baja, siempre muy detrás del alza del costo de vida ("porque todos tenemos que poner un poquito" y los que solo tienen un poquito tienen que poner su único poquito), ahora empezó la opereta contra el sindicalismo que "extorsiona al empresariado". Por supuesto que estos personajes en los que la negociación gremial linda al este con el gangsterismo y al oeste con la coima serán el modelo mediático evocado para perseguir al sindicalismo combativo, el que genuinamente representa los intereses de sus afiliados.
Porque justo en el día en que tiene que anunciarse que capotó la política inflacionaria, lo más fácil de resolver para la derecha ajustadora, aparece uno de los aliados más fieles del neoliberalismo argentino, Luis Barrionuevo, en la pantalla más oficialista del régimen, TN, a cargar sobre sus espaldas todo el peso de su desprestigio para amenazar con que "los gobiernos que atacaron a los sindicatos no terminaron su mandato".
Barrionuevo, no debe olvidarse nunca, es uno de los máximos aliados del gobierno, digita un tercio de la estólida conducción de la CGT, hace gala de su tradicional patoterismo y no tiene ningún prestigio que cuidar. No debe haber nadie, ni los más esforzados creyentes en el peronismo leal de las cúpulas cegetistas, que pueda creer que Barrionuevo representa los intereses de algún sector de los trabajadores. Y el bizarro personaje sale a hacer sonoras declaraciones supuestamente "desestabilizadoras" para inocular los anticuerpos que el macrismo necesita con el fin de asustar a las clases medio-frustradas y ponerlas en contra de toda organización sindical. Justo cuando se lanzan las discusiones paritarias y el proyecto de flexibilización laboral empieza a tambalear por su notoria impopularidad, de la que nadie, ni un traidor vocacional como el cenador Peceto, quiere hacerse cargo. El gobierno necesita cerrar paritarias a la baja por tercer año consecutivo y ya sin cláusula gatillo. Necesita encarcelar o desacreditar a algunos sindicalistas que respondan de verdad por sus bases, necesita neutralizar el creciente descontento social ante la evidencia de que no habrá buenas noticias que darle ni a los más crédulos de sus votantes. Entonces Barrionuevo acude presto a la pantalla de Magneto para decir que hay muchas acusaciones contra los sindicalistas que "carecen de fundamento", y desliza una "sutil" (según Infobae) amenaza contra la estabilidad de su gobierno aliado al decir que quienes "atacan" a los gremios "le muerden la cola al león y terminan mal".
Es obvio que, con el macrismo, Barrionuevo no va a terminar mal: no va a ser investigado por su patrimonio ni van a ser fiscalizas las elecciones que lo atornillan desde hace décadas a su sillón. La única manera de que Barrionuevo termine mal es que macri termine mal.
Por eso, como el mercenario Joe de Titanes en el Ring al que no lo quieren ni su madre ni su padre, dona todo su desprestigio para espantar a las todavía crédulas conciencias de la clase medio gorila: "¡Barrionuevo nos amenaza!". Casi una invitación para que la propia Mariu Vidal salga personalmente a cuerpearlo con su porte de leona madre, mientras todos juntos tratan de tapar el estruendoso fracaso de la política antiinflacionaria, aplastar toda auténtica resistencia trabajadora y pisar las paritarias.
Los muchos sindicalistas honestos tendrían que salir a desautorizar la farsa de Barrionuevo: no queremos que macri se vaya antes, no necesitamos heredar el estado desastroso de una crisis económica inminente: que se quede hasta la última hora de su mandato, que cumpla con sus promesas elecotrales de bajar la inflación, crear empleo, conseguir inversiones: que le enseñe a los todavía crédulos quién realmente es.