Ya se consumió medio mandato macrista y los resultados muestran que, más allá de las declaraciones de campaña, el oficialismo no está interesado en mejorar la competitividad de los sectores productivos que necesitan un paraguas de protección. Al contrario, es evidente que el principal objetivo es ofrecer una ventana de tiempo para que aumenten sus ganancias a los grandes exportadores y al capital financiero. En las últimas dos semanas de 2017 hubo un espasmo devaluatorio que aceleró la bicicleta financiera. El esquema de ingreso irrestricto de capitales especulativos, valorización y fuga muestra ya sus señales de agotamiento. El dólar subvaluado durante gran parte del año pasado, la liberalización del comercio y el hecho de que en todo el mundo haya stocks de producción excedentes que dificultan las exportaciones y aumentan las importaciones terminan de consolidar este récord del déficit comercial, que llegará a los u$s 9.000 millones cuando se hagan las cuentas finales del año que terminó.
Un informe del Observatorio de Políticas Públicas de la Universidad de Avellaneda ofrece datos que refuerzan los síntomas de insostenibilidad del actual modelo económico del macrismo, el modelo realmente practicado, no el declamado. Los siguientes son algunos de los datos de este informe:
El déficit que hoy tiene la Argentina en materia de comercio exterior supera los u$s 7.600 millones. Las importaciones crecen al 20% mientras las exportaciones siguen estancadas. Este déficit agrava la falta de divisas de nuestra economía.
Para compensar este desequilibrio el gobierno fomenta el ingreso de capitales especulativos, que se dirigen a la inversión de cartera y acrecientan el endeudamiento público. Hasta el tercer trimestre de 2017, los flujos de inversión de cartera fueron de casi u$s 35.000 millones en el año, mientras el endeudamiento externo neto aumentó en casi u$s 20.000 millones.
El país tiene que pagar intereses por la renta de inversión. Esos pagos crecieron un 63,7% en los primeros tres trimestres del año en comparación con 2016, pero comparándolos con igual período de 2015 aumentaron más del 100% .
Contra lo que pregona el discurso oficial acerca de que las medidas económicas tienden a fomentar la inversión extranjera, estas inversiones, alrededor de u$s 8.000 en los primeros nueve meses del año 2017, retrocedieron un 13,5% en comparación con igual lapso de 2015.
El modelo macroeconómico actual propicia un fenómeno de dólar barato que favorece al turismo exterior. Por esta razón, en turismo el déficit tuvo un crecimiento bianual del 60%. A causa del turismo exterior salen del país u$s 8.300 millones.
Este esquema económico hace que las necesidades de buscar financiamiento externo hayan subido más de 160% en comparación con el período 2011-2015.
Respecto de la inversión especulativa, hasta el tercer trimestre se registró un déficit de la balanza corriente de u$s 22.500, un 80% más que en igual período de 2015. A pesar de que el equipo económico dice fomentar las “reglas de juego” propicias para la llegada de capitales internacionales, la inversión extranjera directa no llega.
Record del déficit comercial
Las exportaciones sufrieron un freno en noviembre, después de haber crecido a una tasa del 10,8% en octubre pasado. Noviembre se caracterizó por una caída interanual en la exportación de algunos productos ligados a las economías regionales. La exportación de frutas frescas retrocedió un 26,9%, el tabaco sin elaborar bajó un 64,3%, las lanas sucias un 40%, las fibras de algodón un 83,3% y los animales vivos un 40%.
A pesar de que el complejo sojero subió sus exportaciones un 27,7%, los cereales 4,5%, los minerales metalíferos del 35,9%, la caída interanual en el rubro de exportación de productos primarios se explica por el retroceso de las economías regionales. El esquema económico actual y la situación externa son un escollo para el crecimiento de las ventas de los productos de muchas de las economías más importantes de varias provincias. Solo unos pocos productos regionales tuvieron incremento en las ventas: los pescados y mariscos sin elaborar (+20,7%) o las hortalizas y legumbres sin elaborar (+1,6%).
El retroceso en la producción de gran parte de los productos con tradición exportadora es un síntoma del fracaso comercial del país en los años macristas. La liberalización de los mercados no provocó, como se anunció en campaña, una explosión en las ventas externas. En las manufacturas de origen agropecuario el retroceso general fue notable. En noviembre cayeron las ventas de diez de los quince sub-rubros agropecuarios, mientras solo subieron cinco rubros. Las principales caídas se registraron en las ventas de azúcar, cacao y artículos de confitería (-53,7%); café, té, yerba mate y especias (-42,1%); grasas y aceites (-34,5%) y pieles y cueros (-23,5%). La tendencia negativa de las ventas de estos productos se debe a la ausencia de una política que las promocione. Incluso el país achica el superávit histórico en rubros como los alimenticios, las bebidas y el tabaco, tradicionalmente los más superavitarios: en noviembre estas importaciones subieron un 19,8% mientras las exportaciones bajaron un 19,1%.
El retroceso de las exportaciones no sería tan notable si no fuera por el crecimiento de las importaciones en varios rubros. El crecimiento más importante de las compras al extranjero se registró en los vehículos automotores de pasajeros. Entre los bienes de consumo, los mayores aumentos de importaciones se registraron en material de transporte 80,4%; animales vivos y productos del reino animal 32,7%; productos alimenticios, bebidas y tabaco 29,2% y materias textiles y sus manufacturas 24,8%. Estas importaciones afectan de manera directa a la industria nacional.
El oficialismo arguye que el desbalance comercial se debe a la incorporación de maquinarias y equipos de inversión. Las importaciones del acumulado interanual en Bienes de Capital mostró en noviembre una suba del 25,5%, que el macrismo pretende asociar a un proceso de inversión y expansión productiva. Sin embargo, en este rubro se incluyen bienes que podrían sustituirse con productos similares de industria nacional.
Un modelo insutentable
En 2017 el saldo neto de la Cuenta Corriente fue deficitario en u$s 22.476 millones, lo que equivale a u$s 11.491 millones más en comparación con el año previo.
En inversiones productivas externas en 2017 ingresaron al país u$s 8.280 millones. Es una suba de u$s 4.593 millones respecto de 2016, pero una baja de lo ingresado durante 2015 (u$s 9.577 millones).
Por otro lado, ingresaron al país u$s 27.937 millones en concepto de inversiones especulativas, o sea 3.252 millones más que en 2016 y 24.797 millones más que en 2015. Por cada dólar de inversión productiva ingresado al país en 2017, entraron 3,4 dólares por inversiones especulativas.
Esta deficiencia se origina en la fuerte emisión de deuda del gobierno y en la desregulación de las inversiones especulativas. Entre tanto, el bajo crecimiento en la inversión externa directa muestra una reticencia de los capitales externos a invertir de largo plazo, a consecuencia de la desconfianza que ofrece la actual política económica por sus desequilibrios internos y externos.