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"La economía argentina va a estallar y van a hacer todo lo posible para que sea después de 2019"

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Cuando de verdad importa la verdad: el domingo a la medianoche viene Mariano Kestelboim a La otra.-radio


Ayer nomás, el economista Mariano Kestelboim decía:

"En 2018, otra vez sopa como en 2016 y 2017, todas las consultoras vuelven a ajustar sus pronósticos de inflación a la suba. Hasta hace 3/4 meses decían que iba a ser de 14%, ahora corrigen hasta 19%. Con el correr del año irán acercándose a mi pronóstico de 23/24%. Justifican las subas por el cambio de meta del gobierno [en la Ley de Presupuesto se puso una meta de 10% y al día siguiente de aprobada se subió a 15%], cuando obviamente en ningún caso se la iba a cumplir. Ya vimos esta misma película dos años seguidos y no fue hace tanto tiempo. Ni una sola consultora seria calculó una inflación de más en 2016 ni en 2017. Y ahora es lo mismo, con sus proyecciones de 2018: mes a mes las deben corregir al alza. O le faltan dígitos a sus PCs o están acomodadas. Porque no puede ser que, en 3 años consecutivos, estén buscando excusas para “corregir” sus “pronósticos” siempre al alza. ¿Nunca se “equivocan” calculando una inflación menor? Raro, ¿no?".

Y Kestelboim agregó: "La meta de inflación del 15% no es cumplible, mi estimación es que va a estar entre el 23 y 24% y el dólar cerrará el año en torno a los $23". Y dijo todavía algo bastante más grave: "Estoy convencido de que la economía argentina va a estallar y van a hacer todo lo posible para que sea después de 2019".

Está claro que cuando Mariano dice "consultoras serias" se refiere a tipos en los que no se les puede creer nada, operadores que lanzan predicciones que intentan, según el gobierno esté alineado con los capitales financieros trasnacionales o no, manejar las expectativas para facilitar o dificultar la gobernabilidad. Por ejemplo: estos consultores serios intentan ahora colaborar para que el gobierno pueda pisar las paritarias. En el gobierno anterior estaban todo el tiempo pronosticando debacles con el fin de crear un clima de ingobernabilidad que finalmente Cristina logró conjurar. Y -esto lo agrego yo, Cuervo- que Cristina haya terminado su mandato sin crisis de gobernabilidad, ni hiperinflación, sin planes de ajuste y sin represión, es algo que las clases dominantes nunca le perdonarán. Porque si esta crisis se hubiera producido -como por ejemplo, en Brasil, donde Dilma adoptó el plan de ajuste de la oposición- al macrismo le resultaría mucho más fácil aplicar el plan de ajuste brutal que ahora le está costando. El gradualismo no es un plan, es un packaging con el que el macrismo intenta disimular que, por motivos sociopolíticos, no puede bajar los salarios ni destruir el sistema de previsión social y el consumo popular con toda la rapidez que quisiera. El desgaste que implicó para el gobierno la aprobación de la "reforma previsional" -baja de las jubilaciones- y el que están provocando los despidos y tarifazos de este verano son el límite real con el que se topa la velocidad del ajuste que macri desearía. Si Cristina se hubiera ido en medio de un caos, estos ajustes brutales ya se habrían impuesto hace rato como un "plan de salvación nacional". Cada mes que pasa, además del daño que ocasiona el régimen en la economía popular y en el futuro de la Nación, se produce un desgaste de su proyecto político, porque la malaria como horizonte inevitable se va haciendo un poco más evidente para cada vez más personas. Ese proceso de concientización del pueblo tampoco es brusco: es paulatino y requiere una importante dosis de paciencia. Hasta acá, en este párrafo, metí yo (O.A.C.) mis propias observaciones en medio de lo que Kestelboim avisora: que la economía argentina, con este rumbo, en el mediano plazo va a estallar.

Kestelboim tuvo varias pegadas en sus más recientes análisis, como anticipar con suma precisión el momento y el monto de la devaluación del invierno pasado. También hace un par de semanas escribió junto a Sebastián Fernandez una nota en Página 12 que tuvo mucho rebote, "Los maestros del error", que puede resumirse así:

"Durante los gobiernos kirchneristas, el pronóstico de cataclismos fue una constante de los denominados economistas serios pese a que la realidad los desmentía una y otra vez. Estos falsos críticos no han dejado de operar desde la llegada de Cambiemos al poder, sólo que lo hacen al revés. Pasaron del apocalipsis kirchnerista al paraíso macrista, tan inminente e igual de esquivo. La de inflación es una de sus proyecciones fallidas predilectas."

Es decir, otra vez, el rol de los "economistas serios" como operadores de las clases dominantes, alejados de todo rigor científico. El asunto es que llegamos a la época de las paritarias y el régimen necesita que otra vez los salarios vuelvan a perder contra la inflación. Esa es la manito que estos economistas serios le dan al Poder. La "verdad" de estos economistas "serios" es un "error útil",
para decirlo nietzscheanamente, o sea: una mentira al servicio de la derecha. Eso quiere decir que hay una verdad que los que nos oponemos al régimen debemos descubrir.

Por eso invitamos a Mariano Kestelboim a que el domingo próximo a las 12 de la noche venga en vivo a La otra.-radio (Radio Gráfica, Fm 89,3, online acá o acá). Queremos hacerle algunas preguntas coyunturales y otras estructurales.

Algunas de la coyuntura: 

- ¿La devaluación producida entre los últimos días del año pasado y el mes de enero ya terminó o todavía puede seguir?

- ¿Se trató de una corrida involuntaria o de una transacción entre lo diversos sectores dominantes: los que les conviene un dolar más alto y los que aspiran una inflación a la baja?

Y preguntas más estructurales:

- ¿El macrismo tiene un plan económico fuera de la baja de salario, el endeudamiento masivo y el crecimiento de la desocupación? ¿Alguna vez creyeron de verdad que vendría una lluvia de inversiones productivas? ¿De verdad les interesa reducir el déficit comercial? ¿Las metas de inflación son un eje real de sus políticas o un engañabobos -sindicalistas corruptos y sectores sociales anestesiados-?

- ¿El régimen sabe que la economía va a estallar pero apuesta a provocar daños irreversibles que ningún gobierno popular podría manejar en lo inmediato? ¿O cree que este esquema de aplastamiento del salario y el consumo popular es política y económicamente sostenible en el tiempo? ¿Los "economistas serios" consumen su propia merca o saben de verdad hacia dónde vamos?

Más allá de estos interrogantes que le vamos a plantear a Kestelboim el domingo, hay otro factor que la economía no puede prever: ¿empieza a despertar una resistencia popular enérgica contra el daño que está haciendo el régimen? Responder esto es querer la verdad. Pero eso no es una cuestión solamente económica.

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