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Argentina 0 - Croacia 3

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Las falencias del planteo táctico de Sampaoli solo son comparables con su absoluta carencia de un esquema de juego, y su irritante tozudez para insistir en los errores se vio agravada por un errático desempeño carente de finalidad. Mientras tanto, los jugadores asoman como las víctimas propiciatorias de su desobediencia de los esquemas que el cuerpo técnico no llegó a plantear. No puede culparse de este desastre al bajón anímico de Messi, si bien es cierto que nadie en su situación tendría la serenidad necesaria para afrontar tamaña responsabilidad, porque en el fondo su culpa radica en haber elegido a los jugadores que lo acompañarían, aunque finalmente demostró que solo no puede y acompañado tampoco. A no engañarse: el error del arquero, así como también el error de Messi en el penalty contra Islandia, son contingencias que no logran agotar las explicaciones de la falla estructural del equipo, aun cuando se trate de errores irremontables, inexplicables e intolerables en jugadores profesionales, torpezas capaces de demoler el espíritu de un plantel. Ni tanto ni tan poco. Todo lo contrario. El pueblo argentino una vez más ha sido defraudado por un conjunto que no llega a asumir la pasión por la camiseta, si bien la insorportable presión social haría que ni los más aguerridos gladiadores pudieran soportar el exitismo congénito de una sociedad que presiona frívolamente a sus ídolos hasta canibalizarlos. En definitiva, esto es solo un resultado deportivo que no merece sumirnos en el pesimismo, aunque no puede ser casual que, en una comunidad que no se realiza, el deporte sea el espejo del alma de un pueblo en estado terminal, aunque con reservas anímicas y deportivas infinitas. Veremos que pasa con Nigeria y que sea lo que Dios quiera. Por mí, que renuncie Sampaoli y que vuelva Caruso Lombardi. Por lo menos, así lo veo yo.

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