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El programa de anoche se desenvuelve en medio de inquietantes versiones con escenas de hondo dramatismo en las febriles reuniones de fin de semana en la quinta de Olivos, en las que el mejor equipo de los últimos 50 años se debate entre cambios y rectificaciones que no se ratifican, por lo cual todo parece quedar como estaba, parecido o un poco peor. Nadie quiere agarrar el Ministerio de Hacienda que deja Nico Dujovne, que de este modo no lo deja luego de renunciar y serle aceptada y rechazada la renuncia, por momentos. Nada es verdad, todo es interpretación. En este caso, un error inútil. Circula el rumor de una descompensación o una lipotimia sufrida por quien estaría ejerciendo la máxima magistratura del país, pero no quisimos hacernos eco de tantos trascendidos para no intranquilizar a los mercados, que sabemos que andan cabreros.
En fin. Un poco de regocijo sentimos, a pesar de que entre los millones de damnificados por el estropicio estamos nosotros mismos, que volveremos al fondo del pozo para empezar a levantarnos en cuanto esta nueva intentona se haya dado por concluida. No hay casi sorpresa en esto porque, más allá de las escenas de palacio, el neoliberalismo siempre condujo al país al mismo pozo en el que estamos cayendo. Lo sabíamos durante esas dos semanas entre la primera y la segunda vuelta de 2015, cuando miles de espontáneos mariscales salimos con el bastón en la mochila a hacer la campaña de la que Scioli no terminaba de hacerse cargo.
Cuando lo íbamos contando por los parques y poníamos cartelitos en las paredes, los piolas bárbaros del callcenter de Marquitos y sus repetidorxs se burlaban diciendo que era la campaña del miedo. Y ahora esos que se reían andan llorosos ante la inevitabilidad del desastre. Así se burlaban también de aquellas primeras plazas de la resistencia, al comienzo de la era del gato, cuando el inmenso aparato de propaganda oficial tuneaba su desvaída figura para que parezca el Kennedy del Cono Sur. Todo se vuelve chistoso cuando vemos a los mismos tipos que en la radio y la tele estuvieron engrupiendo a los giles, ahora tratando de despegarse de la catástrofe anunciada, porque saben que no está lejos el día en el que no puedan salir a la calle. Ahora, están disgustados con el Equipo de Cracks, del que recibían instrucciones vía wassap.
Si queremos condensar en una síntesis máxima los factores decisivos de esta debacle, se pueden enunciar así:
- El neoliberalismo en Argentina siempre termina igual.
- El macrismo tenía un plan bajo la suposición no verificada de que las elecciones en USA las ganaba Clinton, pero cuando ganó Trump fue tarde para recalcular. Menos de un año después del comienzo de la era macrista el único esquema de política internacional que tenían se rompió.
- A pesar de todos los esfuerzos del establishment nacional e internacional, Cristina terminó su mandato sin crisis de gobernabilidad, que era el otro supuesto que la derecha necesitaba para descerrajarnos el ajuste. Ella se fue con la Plaza llenísima, como nunca ocurrió con un presidente en la Argentina contemporánea, más una alta imagen positiva y en manejo de todos los botones de control hasta el último minuto de su mandato. A falta de crisis que sirviera como precondición del ajuste, el macrismo terminó por autogenerársela.
Eso es todo. Los debates acerca del grado de intencionalidad de este desastre son superfluos: nuestros salarios reales bajaron brutalmente, pero eso responde a la mecánica neoliberal ni bien se la pone a funcionar. La gestión política del único gobierno conservador que en nuestra historia llegó por elecciones libres es redondamente desastrosa. Las escenas de sainete de este finde agregan color local a una maquinación global.
Como no queremos acelerar el proceso y preferimos que todo caiga por su propio peso, manejamos los sordos ruidos que oir se dejan con responsabilidad cívica y fuimos al grano. También anduvimos por lugares más gratos: la literatura de Henning Mankell -"Una sociedad que se había convertido en una farsa"-, la nueva música de Florencia Ruiz, King Krule y Nahuel Briones. Y la no tan nueva pero igualmente bella del Tata Cedrón, Lidia Borda, Piero y Palito Ortega.
Sí, leyeron bien.
El audio del programa acá.