La otra.-radio del 8102018 (capicúa) se puede escuchar acá
¿Qué lecciones se pueden sacar del desastre de esta semana en Brasil en relación con la política argentina? ¿El derrumbe del macrismo -que ya muestra cien signos- podría dar lugar a algo todavía peor que macri? ¿Se agrieta Cambiemos ahora que Lilita se apioló de que el gato es corrupto? ¿O, en un estilo que hace unos años se denominaba "moyanismo", la Carrió lo golpea para después negociar? Sea como fuera, unas declaraciones en las que la garante moral 😂 de Cambiemos sale en la tapa de La Nación diciendo "Le perdí la confianza al presidente", aunque horas después se desdiga, marcan las grietas del armado político oficial. La falta de conducción política de este proceso de degradación social está a la vista.
Hablando del macrismo y de Lilita, ¿qué hay para ver en teatro? Ja, no... es una falta de respeto ligar la degradación de la palabra pública del macrismo con un arte venerable como el teatro. ¿Desde cuándo existe el teatro? -Muy probablemente desde antes de que existiera la escritura-. ¿Hasta cuándo existirá? -Con toda seguridad, junto con la música y la pintura, se seguirá practicando cuando todas las tecnologías inventadas desde el siglo xix en adelante hayan colapsado-. ¿Se puede plantear una resistencia desde la escena teatral contra la era de la manipulación tecnológica de las conciencias y los deseos que posibilita los ciberfascismos que se propagan en el siglo xxi? ¿No son el teatro y la música experiencias históricas que persisten por causa de su cercanía a la verdad, a pesar de las más microscópicas invasiones de la voluntad de poder en la era del cibernihilismo?
¿Todas las canciones son iguales?
Están las que dan la sensación de poder detener el tiempo por un instante/ y cargan el espíritu de gente extraña/ a un corazón ausente no se lo engaña./ También hay, y parece broma, un repertorio en otro idioma/ canciones que no leemos y solamente miramos./ Hace mucho que aprendimos y nos acostumbramos/ a escuchar palabras que nunca entendemos/ tanto que no sabemos si entendemos/ ni siquiera las de este idioma./ Fuera de broma, hay canciones lo suficientemente heroicas/ que paran los relojes con el pensamiento de alguien. (El salmón, "Todas son iguales")
¿Se puede resistir cantando? ¿Canciones de resistencia? ¿Quién acaba de grabar una nueva versión de "Bella Ciao" en un disco titulado, precisamente, Songs of Resistance 1942-2018? ¿Cómo darme cuenta de si todo esto no es una pesadilla de la que voy a despertar pronto? ¿Y si al despertar el mundo es todavía peor de lo que lo percibo? ¿Quién soy yo, el que está escribiendo estas preguntas? ¿Por qué es el ente y no más bien la nada?
Con el bocho lleno de preguntas nos lanzamos en la medianoche del domingo hacia el micrófono para hacer La otra.-radio. No logramos responder más que una u otra, las más contingentes, pero en cambio nos topamos con otras, que nos llaman, que nos inquietan, más hondas -con el permiso de los que gustan resbalar por superficies de hielo y látex-. Las decisivas quedaron colgando del aire.
"El teatro es uno de los más expresivos y útiles instrumentos para la edificación de un país y el barómetro que marca su grandeza o su descenso. Un teatro sensible y bien orientado en todas sus ramas, desde la tragedia al vodevil, puede cambiar en pocos años la sensibilidad del pueblo; y un teatro destrozado, donde las pezuñas sustituyen a las alas, puede achabacanar y adormecer a una nación entera" citaba Nadia Albarracín en un momento del programa a Federico García Lorca, para decir que todo teatro es político. La sensibilidad de un pueblo y la posibilidad de cambiarla o adormecerla no es poca cosa: en la era de la tecnomanipulación de las conciencias y las sensibilidades, en la época de los macris y los bolsonaros, cuando el sentido se enmaraña en redes virtuales y la verdad se ahoga entre los likes, en la era de la posverdad y del tecnonihilismo, el encuentro en el territorio que convocan la escena teatral, la conversación o la música podría ser un campo de disputa. El teatro se pone a funcionar, nos dice Nadia, cuando se juntan al menos dos en un lugar, no hay teatro sin ese encuentro r e a l . Con solo uno solo no alcanza.
Cuando las velas ya ardieron y no arden, casi al filo del programa aparece un párrafo de Deleuze o Félix Guattari, en El Anti-Edipo:
«El problema fundamental de la filosofía política sigue siendo el que Spinoza supo plantear (y que Reich [Wilhelm] redescubrió): «¿Por qué combaten los hombres por su servidumbre como si se tratase de su salvación?» Cómo es posible que se llegue a gritar: ¡queremos más impuestos! ¡menos pan! Como dice Reich, lo sorprendente no es que la gente robe o que haga huelgas; lo sorprendente es que los hambrientos no roben siempre y que los explotados no estén siempre en huelga. ¿Por qué soportan los hombres desde siglos la explotación, la humillación, la esclavitud, hasta el punto de quererlas no sólo para los demás, sino también para sí mismos? Nunca Reich fue mejor pensador que cuando se niega a invocar un desconocimiento o una ilusión de las masas para explicar el fascismo, y cuando pide una explicación a partir del deseo, en términos de deseo: no, las masas no fueron engañadas, ellas desearon el fascismo en determinado momento, en determinadas circunstancias, y esto es lo que precisa explicación, esta perversión del deseo gregario».
Estas preguntas nos inquietan aún cuando dejen fuera de cuadro, en su generalización apresurada, a otros y otras: los que luchan incesantemente, con alegría. Quizás ya pensar en términos de «masas» y de «deseos gregarios» sea un tributo involuntario que estos eminentes pensadores [Nietzsche, Freud, Reich, Deleuze, Guattari] le rinden a la era del nihilismo. ¿No es acaso sorprendente que haya otras y otros que no se conformen con menos que con la verdad?
Todas o algunas de estas cuestiones fueron rozadas en la hora cincuenta de radio en la que además hablamos de algunas obras de teatro y escuchamos unas canciones que conducen a este mismo sitio. El audio del programa se descarga clickeando acá.