(Y la revista Crisis)
Uno se pregunta qué es lo que lleva a la izquierda elegante de revista Crisis a considerar al operador oficialista Carlos Pagni como el mejor periodista político argentino y consultarlo como a un oráculo, como no sea una secreta vocación para que alguno de sus sus editores se constituyan en el trasvasamiento generacional del pelado en la próxima década de La Nación (el diario, obvio).
Porque cuando uno lee o escucha los análisis semanales de Pagni solo encuentra esforzadas construcciones retóricas para sofisticar las consignas más burdas del macrismo.
Sólo así puede entenderse que su último editorial en La Nación +, repetido en la versión digital del diario de Esmeralda Mitre, lleve el título "La crisis del peronismo".
Es notorio para cualquier lector mínimamente atento que la nota no habla de la crisis del peronismo, sino se debate entre posibles versiones posverídicas para atenuar la crisis del proyecto neoconservador del cual él es uno de los más sinuosos sostenes discursivos. Pagni repite la bajada de línea de Peña sobre la esperada salida de la profunda recesión a medida que se acerquen las elecciones y la subestimación duranbarbista de que "el electorado no compara su situación con el momento de esplendor sino con los últimos tres meses". Nótese que ni aún con toda la garra oficialista que Pagni pone puede evitar caracterizar al gobierno de Cristina como "momento de esplendor" y propone una memora corta de "la gente" que, como los perros, solo piensa su situación socioeconómica en el término de las últimas semanas. La ficción de una experiencia política líquida.
Por momentos, el punto de enunciación entre la gacetilla de Peña y la prosa de Pagni se vuelve indiscernible.
Pero el zócalo que se instala en la pantalla y el título de la nota simula referirse a la crisis de peronismo. Lo que dice Pagni respecto del peronismo sigue siendo fiel a la obsesión mediática del oficialismo: Cristina es el obstáculo. Ya se trata de una adicción enfermiza. Cristina reduce su actividad pública a sus esporádicas intervenciones en el Senado, pero la prensa oficial se encarga de no dejar de mentarla en ningún momento.
En el artículo de Pagni, Cristina es el obstáculo del peronismo. ¿Qué será el peronismo para un retórico de los movimientos superestructurales? En el contexto de la última nota de Pagni, el peronismo es el intento cada día más cuesta arriba de Pichetto de alinear a su bloque con el poder dominante.
Los movimientos de diversos sectores políticos no macristas en las últimas semanas parecen desmentir con denuedo la mirada de Pagni. Es notorio que han sido muchos los dirigentes y estructuras políticas y sociales opositoras que asumen, algunos con resignación, la indispensabilidad de Cristina, aún cuando sus movimientos públicos se hayan reducido a su mínima expresión. El pichetismo senatorial está en crisis, el massismo se desgaja como un hojaldre seco, los gobernadores colaboracionistas tratan de replegarse en sus feudos ya que ninguno de ellos puede emerger como electorable. Eso sí: el sarcásticamente llamado "peronismo racional" está en crisis. Y su crisis tiene una sola explicación: su cercanía al oficialismo. Es la misma explicación que tiene la centralidad de Cristina (es decir, su sostenido crecimiento en las encuestas de imagen e intención de voto, su presencia en la memoria de las barriadas populares): que Cristina es la única clara referente opositora. Por eso se arrimaron a ella en los últimos meses Moyano, Pignanelli, Solá, Arroyo, los intendentes, las organizaciones sociales papales, el propio gobernador Verna. Victoria Donda y Pino Solanas han depuesto su anticristinismo de años. Estos referentes de diversos sectores políticos no kirchneristas no necesariamente recapacitaron sobre sus errores de la última década o sus titubeos frente al proyecto derechista, sino que perciben el liderazgo persistente de Cristina a pesar de todo el aparato comunicacional volcado en contra.
La crisis de peronismo de la que habla Pagni es la crisis de la fantasía de los tres tercios. Pagni habla de Cristina porque no puede hablar de las bases. Solo es el hablador preferido (por el oficialismo y por Crisis) que no puede evitar la adicción por sostenerse en Cristina.
Mientras tanto, el problema no es Cristina: si Bonadío pudiera condenarla a muerte, la conflictividad social, la bronca del pueblo o la inelectorabilidad de Pichetto u otro muñeco como él no retrodecerían un milímetro. La crisis del peronismo es su estado histórico permanente y a la vez el obstáculo de las clases dominantes para terminar de alinear el país al orden mundial
Dicho esto, uno esperaría que el consejo de redacción de Crisis reconociera su propia crisis al acudir con tanta frecuencia a un operador como Pagni. Quizá habrá que esperar hasta que pierdan la pauta publicitaria oficial que los sostiene.