Un tiempo para el amor (Hou Hsiao-hsien, 2005) - Este sábado a las 19:30 en IWO (Ayacucho 483) - Se exhibirá en doble programa con La mano de Wong Kar-wai
Un tiempo para el amor puede tomarse como un estudio cinematográfico sobre la distancia que todo encuentro amoroso necesita atravesar. La cámara con la que Hou Hsiao-hsien sigue las idas y vueltas de la pareja antes de tocarse por primera vez se desliza con una ligereza aérea, con esa ingravidez que exhalan los romances juveniles en su momento de mayor dicha. El principio organizador del relato, conformado por elementos mínimos que van retornando continuamente, asume la capacidad específica del cine para filmar la emoción del espacio, la distancia y la cercanía entre dos personas movidas por el trance romántico. "El espacio entre los dos" podría ser un buen título [1]. Los desplazamientos geográficos, fruto de la inestabilidad laboral y existencial de los jóvenes protagonistas, llevan a la pareja a encontrarse y desencontrarse, a cruzarse, perderse y volver a verse. Su exposición cinematográfica sigue la cadencia de los versos, las rimas, los estribillos y repeticiones con variaciones de las canciones pop. Precisamente, en el uso narrativo y climático de un par de canciones románticas de los años 60 ("Smoke gets in your eyes" por The Platters y "Rain and tears" por Aphrodite's Child) cifra Hou buena parte del voltaje emocional de este pequeño prodigio. Son años en los que los escarceos amorosos siguen ritos de exploración que hoy pueden parecernos cándidos. A principios del siglo xxi, el taiwanés Hou se conecta con aquel tiempo con una mirada empañada de delicada nostalgia a causa de una vivencia pretérita e irrepetible. La cámara guarda una distancia pudorosa, típica del estilo de Hou, que se permite un único plano detalle: el que sostiene la arquitectura de toda la película.
En 2005 el taiwanés Hou Hsiao-hsien filma una película en tres episodios, conocida en occidente con el título de Three times (Tres tiempos o Tres épocas), aunque una traducción literal del original chino podría ser El mejor de los tiempos. En estos tres episodios Hou usa a la misma pareja de actores (Chang Chen y Shu Qi) protagonizando sendas historias de amor situadas en tres diferentes momentos de la historia taiwanesa: "Un tiempo para el amor", el primer episodio, sucede durante 1966; "Un tiempo para la libertad", el segundo, se sitúa en 1911; "Un tiempo para la juventud", el último, ocurre en el presente. Vistos dentro de esa estructura, puede leerse en ellos la preocupación del cineasta por una historización de los lazos amorosos que resalta la diversidad de contextos y prácticas sociales en los vínculos sentimentales. La historia de Taiwán es uno de los motivos constantes de su filmografía. Pero cada uno de ellos puede verse también como una obra autónoma. Es la decisión que tomamos al escoger Un tiempo para el amor para exhibirlo este sábado en el ciclo 6 películas de ¿amor? (Fundación IWO, Ayacucho 483, 19;30), en doble programa con La mano, que un año antes había filmado en Hong Kong Wong Kar-wai (ver acá).
Wong y Hou son dos de los más grandes cineastas que haya dado el cine oriental contemporáneo; también podría decirse que durante dos décadas se situaron en la vanguardia del cine mundial y que a principios de este siglo alcanzaron una madurez artística que los hizo dar sus mejores películas. Que casi en simultaneidad ambos hayan filmado La mano (WKW como parte de Eros, cuyos otros episodios, notoriamente inferiores, fueron dirigidos por Antonioni y Soderberg) y Un tiempo para el amor (en el contexto de Three times, con todos los episodios dirigidos por HHH), en los dos casos con una duración casi idéntica (alrededor de 40 minutos), y que se trate de dos pequeñas obras maestras sobre la experiencia amorosa, invita a vincularlos en su momento de mayor proximidad y también en sus diferencias notorias.
Un tiempo para el amor es una relato breve impregnado de una emoción delicada y a la vez arrebatadora. Quizás se trate del momento en el que Hou se permitió una mayor soltura emotiva de toda su obra (de hecho, los otros episodios de Three times apelan a procedimientos más distanciadores). Esta intensidad lo acerca a Wong, aunque la sobriedad de los recursos con que Hou logra ese resultado se diferencia del barroquismo desatado de Wong.
Hay todavía algunos motivos para acercar La mano y Un tiempo para el amor y verlas juntas y a trasluz: las dos tienen al mismo actor protagónico, Chang Chen, una estrella del cine oriental contemporáneo. En ambas la juventud de los personajes que Chen encarna y el tiempo pretérito en el que se desarrollan adquieren una entonación evocativa. Se muestran en los dos casos esos amores iniciáticos que no se olvidan nunca. El tratamiento retro de dos directores caracterizados por procedimientos fuertemente vanguardistas y su situación geográfica en el litoral asiático, punto de circulación y colisión de las culturas oriental y occidental, entre lo arcaico y lo moderno, las dota de un aire de familia, aún con las notorias marcas autorales que las diferencian. Y finalmente y por sobre todo, Un tiempo para el amor y La mano son dos películas sobre el tacto en la experiencia erótica. En ambas, las manos de los enamorados juegan escenas decisivas, aunque esos toques no podrían ser más diversos. En esta segunda jornada de películas de ¿amor? veremos cómo el cine filma el amor hecho a mano.
[1]La espacio entre los dos es el título de una película argentina de Nadir Medina (2012)