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macri de salida: ¿cuánta violencia usará para estirar su agonía?

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Una lectura rápida de la coyuntura muestra un encadenamiento esperable de sucesos: los radicales ya no solo no acatan las directivas del PRO sino que salen a exigirle internas y empiezan a ganárselas -La Pampa como preludio de Santa Fe o Córdoba-. La Cámara de Casación revoca la libertad provisional de Boudou cuando no tiene facultades jurídicas pasa hacerlo, pero hace falta tapar con un título la debacle del domingo en La Pampa. Monzó se quiere ir porque percibe que ya no tiene ninguna política que hacer en el Congreso. Comodoro Py se sabe sucio hasta las verijas y quiere apoderarse de un proceso -la asociación ilícita de D'alessio y otros-, a pesar de que no es legítimo cambiar la juridicción de un proceso que está en secreto de sumario. Los medios que funcionan como voceros de los servicios lanzan la amenaza de detener a Florencia Kirchner como miembro de una asociación ilícita, a pesar de que para que la acusación pudiera sostenerse Florencia la tendría que haber integrado siendo una niña. No importa: no es Florencia el objetivo a dañar, sino que se trata de una vil extorsión a la principal líder opositora, la que les puede ganar si hubiera elecciones limpias. Dicen que es la reacción airada de Comodoro Py al tomar estado público el carácter extorsivo de sus procedimientos (D'Alessio). El desquicio jurídico no tiene comparación con nada que se haya vivido desde la postdictadura, pero la Corte mira para otro lado. Así como el desquicio laboral solo se puede comparar con el de la crisis de 2001, pero la CGT mira para otro lado. Para cuando se haga un ajuste de cuentas de este momento oscuro, habrá que anotar que no fue solo macri, él no podría haber avanzado sin la anuencia de la Corte y de la CGT -para no hablar de las bancadas colaboracionistas-. Habrá que memorizar los nombres de todos los cómplices. Porque ese día va a llegar.

La unidad opositora, la única con chances de vencer en las urnas a este régimen dañino, crece cada día un poco más. Lo hace con solidez y sin aspavientos, contra la ansiedad de los que se comieron todos los amagues del régimen. Los que se alejan de la posibilidad de formar el frente son precisamente los que no tienen que estar, así no tenemos el disgusto de decirles que con ellos no queremos. Cristina congrega, con movimientos visibles mínimos, sin pompa, lo más valioso y votable de los sectores políticos y sociales incompatibles con este régimen. La centralidad que hace un año le confirieron los medios del régimen como "causa de todos los males" ahora se la otorga su propia relevancia política, que no es prestada, sino fruto de sus aciertos. Son muchos, pero muchos, los que han tenido que venir al pie de ella. Porque fue ella y no ellos la que no se equivocó respecto de la única actitud posible que había que asumir ante el macrismo: oponerse. Muchos de los que ahora se le arriman, porque tiene más votos que nadie, hace apenas meses le pedían autocrítica. Sería una crueldad de nuestra parte pedirle autocrítica a los que bancaron a macri en sus primeros tiempos de gloria ilusa. La palabra "autocrítica" solo figura en su léxico para reclamársela a otros. En favor del frente que tiene que derrotar al macrismo este año, vamos a callar, no vamos a esperar que autocritiquen su colaboracionismo, si es que de hecho dejan de colaborar con el régimen.

El macrismo no tiene nada que ofrecerle a la sociedad, nunca lo tuvo, más que la suciedad de las operaciones destinadas no a construir un proyecto político de derecha franca sino a tratar de hacer implosionar el sistema político argentino. Aun si ganara él u otro de los suyos, macri no podría gobernar el país que deja. Cada vez que el tipo dice "no hay otro camino" reafirma que no tienen otro camino más que destruir el sistema político, tal como lo hicieron las derechas brasileñas y venezolanas en sus países. Son incapaces de ganar limpiamente y sostenerse respetando el derecho. Están destinados a apostar por guerras civiles o neodictaduras. Guerra civil a la que apuesta la derecha venezolana. Dictadura clásica a la que se asoma Brasil. ¿Intentará la derecha argentina un camino del medio, otra vez un gradualismo? Con el anterior, bien no les fue. Y la sociedad argentina, sus organizaciones populares, una parte significativa de su dirigencia, no son equivalentes a los otros casos. La Revolución Fusiladora no pudo, el Proceso de Reorganización Nacional no pudo, el neoliberalismo noventista no pudo, todo indica que el macrismo no podrá.

El recurso que cabe esperar de esta derecha cuya última fórmula -Cambiemos + Comodoro Py + Clarín- cruje es que la pudran. Lo que no sabemos bien es hasta donde son capaces de tirar de la cuerda, hasta dónde son capaces de tirar, a quién son capaces de tirar. La casi certeza nos indica que no van a aceptar perder limpiamente, pero la experiencia histórica nos enseña que aún si se corren hacia el extremo no podrán con nosotros. 

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