Sobre los balbuceos de macri de hoy a la mañana, de política no hay nada que decir. En este blog, el 19 de febrero decíamos que está de salida y solo cabe esperar un incremento de la violencia estatal (intento de fraude incluido) para estirar su agonía. Aparte, hasta los periodistas alcahuetes hoy están señalando la tristeza de esta apertura de la Asamblea Legislativa, la peor de la historia argentina moderna.
Impresiona contrastar el papelón de hoy no ya con el discurso de Cristina de marzo de 2015, porque son inconmensurables. El episodio de hoy es un síntoma de la descomposición del macrismo en el único aspecto cuya destreza podría reconocérsele: el control de la imagen. De La Rúa no hizo un papelón semejante. Incluso comparémoslo con la cuidada parquedad discursiva de los discursos del propio gato en 2016, 2017 y 2018. macri expresa hoy en su cuerpo, en su lengua trabada, en su disloque gestual, que ya su equipo de comunicación ni puede controlar su imagen.
Tampoco vamos a olvidar que está ahí, como él se encargó de recordarlo, porque el 51% de los electores argentinos lo votaron. La imagen del gato de hoy es también un espejo de ellos.