Ayer domingo en su contratapa, Fontevecchia lo explica así:
En algo coinciden Juan Grabois y quienes no quieren que regrese Cristina Kirchner: en que las semanas que nos separan del 22 de junio serán cruciales, aunque por distintos motivos. Grabois cree que después del 12 de mayo, cuando ya haya triunfado Schiaretti en Córdoba, el primus inter pares de todos los gobernadores y natural conductor del peronismo no K, a solo seis semanas del cierre de la presentación de candidaturas nacionales, comenzará la etapa más frenética de definiciones. Grabois teme que para entonces, como Cristina Kirchner aparecerá en las encuestas como amplia triunfadora, podría producirse alguna forma de salida parlamentaria con la renuncia de Macri y la elección por parte de la Asamblea Legislativa de un sustituto entre los legisladores o un gobernador. Nuevamente aquí todos los ojos se posan sobre Schiaretti porque simultáneamente podría ser luego él mismo candidato presidencial o ungir al candidato con su apoyo desde el gobierno nacional, aumentando sus posibilidades de triunfo. Nuevamente aquí todos los ojos se vuelven a posar sobre Lavagna.
Para sostener semejante brulote en su prestigiada 😏 columna, JF se basa en una entrevista extensa que le hizo a Juan Grabois. El dirigente social, partidario ferviente de la candidatura de Cristina, se resguarda para lanzar la bomba en el hecho de que a él le gusta ser conspirativo. Y después de esa salvedad lanza su tesis: "Macri no quiere bajarse a pesar de las desastrosas encuestas y los presagios funestos. Cristina debe presentarse. [A los liderazgos populares les concierne el deber antes que la voluntad personal]. Al Experimento Lavagna no le da la nafta para llegar. El establishment prepara un golpe que Grabois califica como neo-duhaldista. Para impedir el triunfo electoral de Cristina quieren que Schiaretti asuma como presidente interino después de ganar la gobernación y postergar las elecciones sine die. El gran empresariado argentino odia a macri por incapaz y por haberlos manoseado en la causa cuadernos, pero no quieren por nada del mundo que gane Cristina, triunfo que, evalúa Grabois, es inevitable. En una maniobra similar a la que preparó un sector del poder económico argentino en 2001, le sueltan la mano a macri y ponen a dedo a Schiaretti.
La versión siembra alguna seria duda: ¿rifará Schiaretti su carrera política por ser títere del Círculo Rojo? ¿Ser interino a dedo, puesto por una acuerdo de Pichetto, la UIA, los radicales, otros gobernas pejotistas, en lugar de esperar a 2023 para tratar de ganar legítimamente? ¿Para qué gobernaría Schiaretti, además de para evitar que gane Cristina? ¿Para hacer el ajuste que macri no puede? ¿Cuánto duró el interinato de Duhalde y cómo terminó? ¿Schiaretti quiere terminar así? ¿Eso aplacaría la tremenda crisis social argentina? ¿El interino se bancaría hacerse cargo del desastre que deja macri, sin la legitimidad que otorgan los votos? ¿Cuál sería su fecha de vencimiento? ¿Con eso pretender sacar a Cristina de escena o hacerla crecer aún más?
Todo puede ser pura especulación, entre las tantas que circulan en estos días de debacle del régimen. Pero resulta que La Nación sugiere algo muy parecido en una columna más discreta. Más allá de su fiabilidad, la sola existencia de estas conversaciones marca la desorientación de la derecha para salir de su laberinto. Grabois puede haber salido a boconearla para anticiparse a frustrarla.
La discreta nota de La Nación dice lo mismo que las declaraciones conspirativas de Grabois. El Círculo Rojo quiere voltearlo a macri, suspender elecciones y poner a Schiaretti de interino:
por Sergio Suppo
En el último mes, Schiaretti se benefició de la división de Cambiemos habilitada sin mucha pena por Macri, pero además convino con Cristina Kirchner que Unidad Ciudadana no presente lista provincial, lo que podría haberle restado algún voto al gobernador y, a la vez, expuesto la debilidad de la expresidenta. Al mismo tiempo que se mantenía como parte de la conducción de Alternativa Federal con Sergio Massa, Schiaretti armó a escala local un frente con los mismos sectores con los que Roberto Lavagna espera construir su candidatura. Allí conviven socialistas, el GEN y, después de las elecciones cordobesas, también algún sector del radicalismo.
La idea de que luego de ganar, en mayo, Schiaretti tendrá más poder que nunca para dirigir la estrategia del peronismo alternativo incluye, llevada al extremo, la posibilidad de que él mismo sea candidato presidencial. Quienes conocen de verdad al Gringo, como lo llaman sus amigos, aceptan que Schiaretti tal vez se vea a sí mismo como un piloto de tormenta, algo así como la versión 2020 de Eduardo Duhalde.
Moraleja: hace 6 semanas escuché un diálogo entre Zlotogwiazda y Natanson en el que se admiraban porque sólo el oficialismo tenía candidato y plan de campaña, mientras la oposición carecía de ambas cosas. El tiempo es veloz.