Invierno con Lou Reed: Metal Machine Music en La otra.-radio, para escuchar clickeando acá (primera parte) y acá (segunda parte)
Este año en La otra.-radio estamos haciendo, de la mano de Maxi Diomedi, un recorrido bastante minucioso de la obra de un músico de rock que valoramos mucho: Lou Reed. Al principio esta serie se llamó "Un otoño con Lou", pero es evidente por motivos estacionales que entramos en la segunda temporada, "Invierno con Lou". Y lo hicimos con un disco que representó una fractura en su carrera, en su vínculo con la industria y la crítica -que hasta ese momento no había sido del todo armónico pero acá colapsó- y con sus propios fans, que en gran parte no comprendieron el gesto: Metal Machine Music de 1975 es todavía una fractura más honda: el tipo de desafío que Reed asumió hizo temblar literalmente las paredes de ese edificio llamado rock, que a esa altura ya había logrado ser legitimado como un espacio de creación por la cultura establecida. Antes Lou había cometido algunas transgresiones a las normas del business que provocaron sus controversias, pero todo lo anterior quedó opacado por el rechazo visceral que produjo este disco doble totalmente instrumental, en el que sonido de la guitarra eléctrica es forzado con temeridad radical hacia un nivel inaudito para los cánones de la música popular.
No es que nunca nadie hubiera producido una música tan disonante ni forzado los límites de un género o instrumento, o desafiado los tímpanos y el gusto formado de sus oyentes, porque las experimentaciones de las vanguardias existían desde mucho tiempo atrás. Lou tenía la reputación de ser un artesano de canciones, un narrador urbano en el que la guitarra aportaba cierta crudeza que se correspondía con los ambientes y personajes retratados. Aquí en cambio llenó cuatro caras de vinilo (más de una hora) con una distorsión que borraba cualquier atisbo de progresión narrativa e invitaba más bien a una aventura perceptiva en la que todavía es posible preguntarse qué significa escuchar música. Se lo deben haber preguntado alarmados los ejecutivos de la RCA que esperaban un disco de canciones entradoras como las que Lou había mostrado de sobra que podía hacer y en cambio se encontraron con eso. Se indignaron incluso muchos de sus oyentes cuando descubrieron que el desborde sónico no daba ninguna tregua: puro sonido chirriante que exigía lidiar con la noción usual de lo que es una obra musical. Todo eso que suena Lou lo hizo solo con algunas guitarras, micrófonos y amplificadores en una noche.
"Saqué Metal Machine Music para terminar con todo esto. Fue un fuck you gigante. Quería limpiar el aire y deshacerme de todos es malditos pelotudos que pedían 'Vicious' o 'Walk on the wilde side'". Y en la tapa del disco dejó escrito: "A muchos de ustedes no les va a gustar esto. Y no los culpo, no está hecho para ustedes".
Si un músico vanguardista de comienzos de siglo convocaba a una performance donde se experimentaría con los límites de lo audible a partir de las posibilidades de las nuevas tecnologías instrumentales, seguramente habrá tenido a un público dispuesto a adentrarse en experiencias inusuales. Otra cosa es que esa tormenta eléctrica se envase en un vinilo doble y se venda como "el último disco de Lou Reed". Esperablemente, muchos compradores volvieron a la disquería a pedir que les devolvieran el dinero. Es decir: no pudieron siquiera pensar lo que ahí sonaba.
Algunos llegaron a decir que se trataba del peor disco hecho por un ser humano (Rolling Stone). La historia los desmintió: lo que en aquellos días podía considerarse un exabrupto de una personalidad desquiciada por el consumo de drogas o una falta de respeto a la lealtad comercial terminó por fundar un camino posible para llevar al rock por zonas menos cómodas y más excitantes que las que hasta ese momento existían. Ni la obra de Reed permaneció indemne a este sacudón ni terminó por ser un fiasco artístico, a pesar de que la disquera pidió disculpas a los compradores defraudados y retiró durante un tiempo de circulación todas las copias existentes de Metal Machine Music. Al final, ese rechazo irascible tuvo que ser revisado y Metal Machine Music terminó por ganarse su lugar como un auténtico hito artístico y también como una pieza musical de belleza inquietante.