In memorian Chris Marker, (1921-2012)
por Pablo Taskar
2001, Paris, sus avenidas, edificios, estaciones de métro, y una pregunta en intertítulo: "¿alguien notó los gatitos sonrientes dibujados por toda la ciudad?".
Con este disparador, este collage entre film-ensayo y cínema vérité llamado Chats Perchés (2004) invita no sólo a recorrer el espacio urbano, sino a vivirlo a través del arco de acontecimientos de una época breve pero intensa (2000-2004) que vuelve a impulsar a la gente a la calle para manifestarse respecto del 9/11, de la guerra de Bush avalada por colegas europeos, y frente a la posibilidad de un Le Pen gobernando.
Pero, ojo, Chris Marker -cineasta de la memoria (o mejor: de imágenes fijadas en la memoria, como Resnais)- no es ingenuo ni demagogo, sabe que no hay más mayo del ´68 y subraya las contradicciones que a veces se encubren bajo la más legítima de las protestas.
Es que la realidad viene cada vez más compleja, sugiere, y si bien Saddam fue víctima de la mentira de las armas químicas (o sea, defendible por eso), pregúntenle a los kurdos quién vivió gaseándolos...
Así, Chats Perchés es el documental de un escéptico, pero uno que, además, posee la capacidad de transmitir simultáneamente eso tan bello y difuso reconocible como joie de vivre. Uno nota la comunión de su cámara con lo que pasa en la calle, su instinto para captar la poesía espontánea de las situaciones.
(Una paloma vuela por los pasillos del métro, hasta que la perdemos de vista en un recodo, de cuyo fondo emerge, difusa, la silueta de una persona. Un intertítulo -la voz y el comentario del narrador en el film- nos había advertido antes: "Veremos una paloma que se convierte en hombre")
Por doquier: en los tejados, en el cemento, en las pancartas de los manifestantes, en el subterráneo, en carteles contra Bush (“make cats, not war!”), en el hueco de un árbol.
Sin simbologías obvias, más bien emergiendo como impulso lúdico de libertad ciudadana.
Aparecen, no pueden no estar, descienden del gato de Alicia y –ligeramente manga- del Gatobús de Totoro.
Momentos de un humor muy Tati: transeúntes intentando sortear los excesivos autos, paraguas abriéndose en una impensada coreografía colectiva. Gatitos reales, también: al pie de escaleras, rescatados de la rama de un árbol, lamiéndose las patas…
Un caleidoscopio que no por optimista descuida la mirada atenta al gradual retroceso de la marcha colectiva, vital y comprometida, hacia una nueva desintegración en pequeños individuos encerrados en sí mismos, embobados por pantallas nacionalistas que transmiten partidos de la Selección Francesa de fútbol, seducidos por el hedonismo de sus dioses deportivos en monumentales afiches…
Entonces, poco a poco, eso que empieza a acontecer va provocando la desaparición de los sonrientes gatitos dibujados, que van esfumándose de los lugares que solían frecuentar.
¿Volverán? El mundo parece haberlos olvidado, pero el contorno de sus figuras, proyectadas en el suelo hacia el final del film, nos recuerda con moderada ilusión que allí están, esperando.
Listos para apoyarnos si decidiéramos hacernos cargo de nuestra libertad y arriesgarnos a ser menos frívolos, menos paranoicos.
BONUS TRACK : ¿cómo llegué a Chat Perchés?
Agnes Varda en Las plages de Agnes revisita los hechos de su vida y contacta en el camino a un Chris Marker que la increpa amistosamente acerca de mayo del ´68, con voz distorsionada y cara oculta detrás de la máscara del gato sonriente. Felinos de distintas estirpes y formas brotaban, asimismo, en su ensayo-viaje por la hiperbólica Tokyo Sans Soleil, recordé en ese momento.
Y como la cinefilia es naturalmente detectivesca, imaginé que la clave estaría en la explícitamente gatuna Chats perchés que, por supuesto, ni estrenada, ni VHS ni DVD disponibles.
Manos a la obra, entonces. Acicateado a buscar la gema obviamente la encontré (aunque con subtítulos en inglés), convencido de que acceder a este tipo de cosas también es, a su manera, practicar la résistance.