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Si el macrismo manipula los votos, ¿buscará una salida a la chilena?

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Las circunstancias objetivas están dadas para que mañana el pueblo argentino dé por terminado el período presidencial más dañino de la historia desde la postdictadura. El contexto en el que estas elecciones se llevan a cabo acentúan esta percepción terminal. Durante los últimos días, el macrismo terminó de agotar toda capacidad de manejar el rumbo de una economía ya muy ruinosa. El viernes previo a las elecciones se registró una pérdida de las reservas del Banco Central de magnitudes históricas. La devaluación de la moneda no encuentra su piso, la capacidad industrial está diezmada, la inflación sostenida alcanza niveles altísimos para un país en recesión que apostó todo a liquidar el consumo popular. La pobreza y la indigencia aumentan a cada hora. El gobierno macrista ya renunció a controlar el caos que generó y solo se dedica a una inexplicable campaña electoral que alimenta el odio de clase. No ofrece otra perspectiva más que su voluntad de arrastrar a la sociedad a un encono creciente.

Lo que no estaba previsto hasta hace pocos días es que estas elecciones se hicieran en medio del estallido social en Chile, el modelo preferido de desigualdad consolidada en la región. La movilización popular liquidó la legitimidad de su sistema político. Antes era la niña bonita del neoliberalismo posible. Hoy Chile solo puede funcionar como una anticipación del descalabro en el que caería la Argentina si un régimen como el de macri siguiera un poco más allá de diciembre. El temblor chileno nos contagia.

El único indicio de que el macrismo todavía detenta el poder es la capacidad de daño que conserva: dejar que las reservas se evaporen, comprometer la política exterior en las alianzas más lesivas para la soberanía de los pueblos; y sobre todo mantener el control de las fuerzas represivas como amenaza permanente sobre la población y manejar mecanismos oscuros que perturben la realización de las elecciones. El único signo de que macri está en el comando es que aún puede producir maniobras fraudulentas e instalar un clima de inquietud social que sirva como excusa para una escalada represiva. Incluso invocando a estos demonios, el régimen no garantiza que podría manejar la tormenta que desataría.

La empresa Smartmatic no cumplió con el compromiso legal de entregar a los partidos de la oposición el software del escrutinio provisorio en los 30 días previos a la elección, como la ley estipulaba para que se examinara su correcto funcionamiento. El control no se pudo hacer tampoco a dos días de las elecciones. Es incierto que el domingo a la noche los resultados se conozcan a tiempo, el sisstema "no se caiga" y no se intenten dilaciones informativas que generen un clima de incertidumbre que el gobierno maneje a conveniencia.

Además, el ministerio de seguridad comandado por bullrich montó un comando electoral paralelo que interfiere sobre el legítimo Comando Nacional Electoral. La ministra dispuso una resolución que permite entrometer a las fuerzas de seguridad que dependen de ella en tareas que no les competen y pueden intimidar a la población y enrarecer el clima de las elecciones. Por la ley vigente, las fuerzas no federales no pueden ingresar en los centros de votación. Solo lo pueden hacer las fuerzas federales que tienen responsabilidad legal en la custodia del comicio. Una denuncia ante la justicia electoral del apoderado del PJ Jorge Landau manifiesta que la intervención dispuesta por bullrich "está fuera de los canales institucionales establecidos por la legislación vigente para el día del comicio”. Este comando paralelo e ilegal habilita una línea telefónica directa entre los fiscales oficialistas y el poder ejecutivo, violando la imparcialidad imprescindible que garantiza la transparencia del comicio.

Cada uno de los pasos necesarios para que la elección llegue a buen término se ve amenazado por la posibilidad de que el macrismo haga trampas, su única especialidad.

La estabilidad institucional depende de que el domingo la elección se lleve a cabo en paz y a la noche el resultado sea informado a todo el pueblo en el plazo convenido. El gobierno declinante se reserva  hasta el final la posibilidad de enturbiar este proceso.



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