por Lidia Ferrari
Yo estoy con el M5S… Lo estuve desde el principio, antes que fuera M5S y que pensara que podían llegar a gobernar. Lo que se veía era que el pueblo italiano estaba despertando de un sopor político después de años en los que le fueron quitando derecho tras derecho. Se fue construyendo un movimiento a partir de Beppe Grillo y Casaleggio. Luego hubo un efecto sorpresa cuando de este movimiento de plazas, sin apoyo de televisión ni medio alguno, parecían llegar desde la nada al Parlamento tantos jóvenes sin carrera política detrás. En 2018 llegaron a ser el partido mayoritario y a formar gobierno. Por el sistema político italiano, tuvieron que formar gobierno junto a otra fuerza, primero con la Lega y ahora con el PD. No han hecho alianzas, sino un contrato con las propuestas a realizar. Las propuestas las fueron llevando adelante solos, contra todo el poder concentrado. Levantan un valor que para algunos será banal pero no lo es en Italia: Honestidad. Parece que siempre se leen las realidades políticas extrañas desde la propia posición o la propia historia.
El M5S es una invención política, seguramente con defectos. Hablan de revolución gentil, lo que a alguien le puede parecer trivial. Pero no son las palabras, los slogans, sino las cosas que han llevado y están llevando adelante en el contexto italiano, no en Júpiter. Los poderes y la prensa feroz contra ellos son fácilmente comparable con lo que sucede en otros lugares en los que aparecen movimientos de resistencia al neoliberalismo, cada uno con su manera inédita. Los que esperan formas instituidas de un imaginario disruptivo que es sólo eso, una mitología que sirve para no subirse al tren de la historia, se lanzan en contra de estos que son lo que son, pero han llegado al gobierno en contextos tan difíciles. A incidir, a meter una cuña ahí donde se dice desde todos lados que es imposible, que los poderes son gigantes, que lo único que proponen son distopías en las que no hay lugar para una proyección colectiva de construcción política. Tanto los que desde un progresismo radical chic sólo viven en el glamour de una pretendida izquierda como los fantoches de la derecha, todos llevan agua al molino del neoliberalismo.
Lo mismo que sucede en todos lados, inoculan desconfianza en los que trabajan para mejorar la calidad de vida de los sectores populares. Inoculan prevención entre los mismos sostenedores. Es lo que también pasa en Argentina. Si no se hace la revolución en dos días, parece que no sirven. Este discurso se junta con los que están comprometidos a quitar del medio cualquier experiencia mínima de cambio de la ruta signada por los poderes financieros internacionales y las propias mafias internas.
La única posibilidad política de Italia en este momento pasa por el M5S. Deben poder continuar gobernando con el PD para seguir concretando los pasos delineados. Por eso el sostén a este gobierno es fundamental. Dicen que, si cae el gobierno, llegaría la hora de Salvini, Berlusconi y la Meloni. No estaría tan segura. Los italianos despertaron hace 10 años cuando comenzó la hora de hablar de la realidad con la voz de Beppe Grillo y todos los jóvenes y no tan jóvenes que se hicieron en la política embarrándose.
Impresiona en estas horas, cuando puedo asistir a realidades políticas que se podrían pensar tan diferentes como la argentina y la italiana, la similitud de los ataques, los frentes que se abren en las narraciones y la desconfianza que inoculan en las propias fuerzas respecto de sí mismas. Por eso, el M5S debió salir a la plaza, para recuperar a los frágiles que son arrastrados por estos cánticos derrotistas, que ocultan todo lo que se está haciendo. Las Sardinas -un invento para quitarle aire al M5S- también dicen que el M5S está muerto. Salvini, otra construcción mediática. Todos tiran fuego cruzado contra el M5S y eso les llega también a los simpatizantes. La gente termina por creer las únicas versiones que escucha en la prensa hegemónica. Precisamente un movimiento que ha hecho lo que prometió, que ha irrumpido con medidas populares que no se veían en más de 30 años, a ellos, la propaganda les dice que están muertos. La plaza de hoy está para decir que están más vivos que nunca, pero sobre todo, para decirles a los italianos que el M5S depende de ellos, que están gobernando porque los italianos los votaron y que los sigan apoyando. Que no oigan los cantos de sirena mortales. Es tan similar a lo que sucede en Argentina, donde algunos de los de adentro ya comienzan a desconfiar de un gobierno, después de la tierra arrasada que dejó el macrismo.
Debemos pensar qué sucede con la manipulación mediática para que esto suceda. Cuál es la fragilidad humana que permite que mínimas dudas enciendan sospechas cotra las corrientes populares que intentan llevar adelante una tarea titánica contra fuerzas colosales.
Quizás se trata de no querer ver la realidad. Por eso, la tarea de Beppe Grillo visitando hace diez años todas las plazas italianas fue ir despertando a la realidad a los italianos que creían vivir en el mejor de los mundos porque Berlusconi se los decía.
Hay horror en saber. El pueblo, muchas veces, no quiere saber de qué se trata.